Por Galel Cárdenas
Si
hay alguien que desde el pensamiento crítico de la izquierda
comprometida con la refundación pasa escribiendo artículos analizando
esta corriente liberal política es Alex Palencia, que identifica a los
dos partidos tradicionales como un solo vertedero de conservadurismo y
reacción antidemocrática.
Resulta
que el bipartidismo por fin asumió el rostro que escondía en sus
tiempos de liberalismo social, en aquella época de reformismos tantos
liberales como cachurecos, de la época de los regímenes militares dizque
allegados a las causas del pueblo.
Poseía
el liberalismo una careta de reformadores comprometidos con el destino
de la hondureñidad. Sin embargo, ya sabemos que los reformismos lo que
esconden es la explotación verdadera, deja intacto el sistema de
apropiación de la fuerza de trabajo de los ciudadanos para enriquecer
los bolsillos particulares de las grandes empresas capitalistas.
El reformismo del cual se vanaglorian muchos, realmente
lo que ocultó fue el eje esencial del sistema. Claro que en algunas
ocasiones el reformismo logró que el estado se modernizara
adjudicándoles a los ciudadanos algunos canales de satisfacción que les
permitieran alcanzar calidades de vida distinta a la tradición conservadora completamente explotadora y salvaje, sin llegar a liberarlos.
Eso es precisamente lo que aconteció con las disposiciones del
estado que dirigían el gobierno de Ramón Villeda Morales y Modesto
Rodas Alvarado, este último responsable creador de todos los beneficios
de aquel Estado Liberal que le daba vuelta a la tortilla al régimen
dictatorial de Carías-Gálvez-Lozano.
Vistas de este modo las cosas, los golpes de estado del 63 hasta la fecha, constituyeron
realmente la embestida de la oligarquía con su manu militari a las
supuestas canonjías que aquellos liberales reformistas habían concedido a
la masa trabajadora.
La
oligarquía hondureña ha sido realmente una élite conservadora
anticomunista y sangrienta. El golpe de Estado contra Modesto Rodas
Alvarado, virtual presidente para el siguiente
período presidencial, fue defenestrado por su propuesta de reforma
agraria contra las bananeras y el latifundio gamonal de la época. José
Manuel Zelaya Rosales, fue destronado de su magistratura por los mismos
motivos políticos oligárquicos y norteamericanos.
Para ello, el golpe a las transnacionales petroleras con la fórmula melista de los derivados correspondientes, fueron
motivos específicos de los fascistas partidos tradicionales
bipartidistas para asestar un golpe de Estado militar sangriento cuyas
cadenas represivas siguen vigentes hasta el sol de hoy.
Así,
el poder fáctico incentivado por el imperio desde 1963 hasta este
momento, fue construido mediante los pactos de unidad de los partidos
tradicionales, liberal y nacional, y sus diálogos políticos de
repartición de mecanismos reproductores enmascarados de sus ascensos al
poder.
Tutelada
la oligarquía nacional por el imperio, la embajada norteamericana, el
Departamento de Estado y la CIA, después de aquel golpe del año 63 del
siglo pasado, se dedicaron a formar un gobierno
bipartidista con una democracia representativa que duró exactamente 30
años, hasta que la historia llevó a un nuevo líder nacido de las
entrañas del partidismo tradicional, y que no fue detectado a tiempo por
todas aquellas instituciones imperiales, debido a su origen
terrateniente, y quien usando los propios instrumentos oligárquicos
ascendió al poder no sin algunas dificultades electorales,
Las
medidas gubernamentales del nuevo inquilino presidencial, pusieron a la
oligarquía anticomunista, fascista y neoliberal, en un Estado de
histeria colectiva, tanto que promovieron a todo trance el golpe militar
y el magnicidio, mismo este último que no se llevó a cabo por razones
hasta ahora desconocidas.
Así
que instalaron a Micheletti-Lobo Sosa y Hernández Alvarado en la silla
de la más alta magistratura gubernativa del país, en su dimensión
dictatorial que pretenden, bi partidariamente, sostenerlo al menos 50 años, siguiendo las directrices imperiales correspondientes al modelo argentino-chileno y paraguayo.
Esta
matriz es la que alimenta al Partido Liberal, es una matriz de una
oligarquía mediática y fáctica presidida por Carlos Flores, a quien el
pueblo le denomina Cabro Negro. Carlos Flores
montó una poderosa maquinaria mediática de tan grandes dimensiones que
hoy, junto con Canahuati, poseen compañías televisoras y radiales a su
antojo y medida.
Después
de haber ejercido el poder de manera gris y destemplada, se dedicó a
adueñarse del Partido Liberal, y a promover a su hija en cargos
populares y por último, le inventó un exilio dorado en las Naciones
Unidas donde fue derrotada categóricamente por los
gobiernos Latinoamericanos en su malhadada ambición de dirigir la
Asamblea General de este organismo pluri-nacional, debido a sus nexos
íntimos con la dictadura orlandista, sangrienta y vende patria.
El
pacto bipartidista tiene al menos unos 55 años desde cuando, mediante
un golpe de Estado ascendió al poder Oswaldo López Arellano, coronel de
la época que fue educado en las Escuela de las Américas, en ese tiempo
con residencia en Panamá.
La
matriz anticomunista, neoliberal y fascista es la misma de los
militares, de los oligarcas y de las dirigencias bi partidarias. Todos
ellos pro imperialistas, antipatriotas, asesinos, genocidas.
La
cuerda floja de los liberales más bien consiste en su falta de
pragmatismo dictatorial, pues, siempre han dejado que su rival de color
azul, les gane la partida desde 1963, parte-aguas de la dictadura de los
partidos tradicionales.
Así, la bisagra Roberto Micheletti con un orgullo ridículo le entregó el poder al cachureco, regenado comunista, Porfirio
Lobo Sosa, quien llegó a la presidencia por un fraude electoral
inventado por la embajada norteamericana, quien desde ese momento se ha
dedicado a supervisar que sus alumnos dictadores hagan bien los mandados
relacionados con la manipulación informática de las urnas electorales.
Y
el Partido Liberal que fue la mayoría electoral durante mucho tiempo,
fue desplazado de su membresía, tal vez no por los votos nacionalistas
minoritarios en la realidad, si no por el descontento de las masas
eternamente colochas, al contribuir directamente en favor del Golpe de
Estado de su propio militante liberal presidente Manuel Zelaya Rosales.
Y
así han ido de mal en peor, llevando a las candidaturas de su Partido
de marras, a personajes más desteñidos que una camisa de futbolista de
barrio, y en las urnas lo único que han obtenido es el rechazo de su
propia membresía.
Luis
Orlando Zelaya, anticomunista académico, de la Universidad
Centroamericana, fundada para preparar cuadros universitarios
administradores del empresariado nacional, le fue concedida la estafeta
de la carrera presidencial y los resultados fueron desastrosos.
Ahora se debate entre darle la espalda a la dictadura de Juan Orlando Hernández , combatir a Mel Zelaya y su izquierdismo galopante, y unirse con otro aut sider, Salvador Nasrralla, otro renegado actual de la alianza contra la dictadura, quien de primas a primeras le ganará la partida en los primeros cien metros del maratón eleccionario.
Así
que, el Partido Liberal dizque permitiendo la gobernabilidad fue
haciendo migas secretas con la dictadura para permitirle que se asentara
JOH en su silla de oro corrupto y narco gobernante.
Y entonces Luis Zelaya, como un saltimbanqui se mece en la cuerda para la derecha, para la izquierda, para el centro, hasta que la misma se detenga y deba bajarse no por decisión propia, sino porque el tsunami de la verdadera membresía lo echará del poder abstracto que posee.
Los liberales son
ahora los niños de mamadera que están pegados a la ubre de la dictadura
para obtener los dividendos burocráticos de poca monta.
La historia ya lo va arrastrando hacia el foso que ellos mismos construyeron boca abajo con picas anticomunistas.
El pueblo les dará la lección que se merecen.
Fuente: "fian-honduras@googlegroups.com"
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