Publicado: 22 Septiembre 2018
El
descontrol ha sido total, el endeudamiento público es la bomba secreta
que cuando estalle desde todas direcciones, tirará las cifras reales que
de manera clandestina guardan en el portafolio los funcionarios de
Finanzas y del Banco Central.
EDITORIAL
El secreto del desastre
El
hambre de años obscurece el cielo de Honduras y, con la frescura
habitual, el régimen declaró “emergencia alimentaria”; la maldita sequía
exhibió otra vez la producción primitiva de granos básicos del
campesino pobre. ¡Eso es cierto, pero no nuevo! Nunca los sistemas de
riego como política pública agrícola han bañado los cultivos en el campo
hondureño, “el gobierno de la fuerza” tampoco lo hizo. De las “fuerzas
de tarea” sólo quedará el gasto militar.
Aunque
hoy, el problema mayor que heredará Juan Hernández apenas se
dimensiona, los economistas que lo explican no convienen, el tema pasa
como “churro” en la agenda de la prensa tradicional, porque no comprende
y se divierte más con espectáculos del foro político; el grito al cielo se oirá en los próximos años cuando Juan se haya ido, que no falta mucho.
El
descontrol ha sido total en la última década, el endeudamiento público
es la bomba secreta que cuando estalle desde todas direcciones, tirará
las cifras reales que de manera clandestina guardan en el portafolio los
funcionarios de Finanzas y del Banco Central.
No
siempre el pasado fue mejor, en términos de deuda pública sí, el
gobierno actual ya comió en exceso, ya gastó el dinero que la economía y
los hondureños producirán en el futuro, cada uno de los nueve millones
de habitantes de Honduras –hasta los que están naciendo— deben más de 40
mil lempiras; en total la deuda contraída en nombre del pueblo suma
alrededor de 384 mil millones de lempiras (unos 16 mil millones de
dólares), según FOSDEH y economistas respetables que han ejercido altos
cargos en la administración financiera del Estado.
JOH
será recordado con frecuencia en tiempos venideros como el peor de los
desastres, “la década pérdida”, los medios de comunicación mudos ahora,
hablarán de la fatalidad financiera que heredará a nuevos gobernantes,
los compromisos de deuda externa e interna anclan la pobreza y la
miseria, niegan la opción de fondos para desarrollo social y drenan la
riqueza nacional a precio de usura como práctica bancaria.
Esto
es verídico, en los últimos cinco años, la sociedad hondureña ha pagado
alrededor de 150 mil millones de lempiras en servicio de la deuda
pública externa e interna, o sea, pago de capital más intereses, dónde
éstos equivalen casi al 60 por ciento del total, por este mismo
concepto, en 2019 Honduras pagará 40 mil millones de lempiras). La deuda
interna ya supera los 100 mil millones de lempiras y para 2018 el
gobierno proyectó endeudarse en otros 22 mil millones.
En
efecto, el pésimo gobierno se expresa en que a la baja producción del
país y a la última década de recesión de la economía que se ve en el
cierre de empresas y abrumador desempleo, se agrega la mala distribución
del dinero que suda el territorio. Al margen del miserable aparato
productivo nacional, la raíz del mal no está en la producción, está en
que la riqueza no se destina a la sociedad, va a las bolsas de banqueros
del patio y extranjeros, por eso el BID y el FMI bailan como activistas
de campaña en Tegucigalpa, lo que sobra se va en armas y gastos
militares, en obras como la nueva Casa de Gobierno que pidió el
Presidente, en el interminable lanzamiento presidencial que regala
bolsas de comida y ordena filas casi todos los días en Casa
Presidencial, de gente que a cambio del “bono fácil”, llena el Nacional
cada 15 de septiembre y da vivas a Hernández en el evento oficial.
Hace
veinte años, Honduras se graduó de “País Pobre Altamente Endeudado”,
pronto tendrá el título de postgrado. La calamidad que JOH deja al país
no es política, es económica.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/2983-editorial-y-portada-el-libertador-impreso-sept-2018-el-secreto
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