La reciente decisión del gobierno de El Salvador que dirige el
Presidente Salvador Sánchez Cerén, ha causado una importante reflexión
en todos los ámbitos de las sociedades centroamericanas, tomando en
cuenta que para nadie son ajenas las históricas relaciones de
subordinación de los países de la región a la economía y política
norteamericana, el debilitamiento que su influencia en el mundo ha
tenido, el crecimiento de la presencia China en el continente
latinoamericano y en Centro América, en la que ya cuenta con relaciones
diplomáticas y comerciales con Panamá, Costa Rica y ahora El Salvador.
El pasado 24 de agosto la embajadora de EEUU en Honduras, Teniente Heidi
Fulton, dio a conocer el posicionamiento de su país frente a esta
noticia a través del siguiente twitter:
Chargé Heide Fulton @USAmbHonduras 24 Agoto : PAÍSES
QUE BUSCAN ESTABLECER O AMPLIAR RELACIONES CON CHINA PODRÍAN
DECEPCIONARSE A LARGO PLAZO. ES IMPORTANTE QUE EL PUEBLO HONDUREÑO
EVALÚE QUIÉN HA SIDO, Y CONTINUARÁ SIENDO, UN SOCIO CERCANO Y CONSTANTE
EN LA BÚSQUEDA DE UN MEJOR FUTURO PARA ESTE PAÍS CON FUERTE POTENCIAL.
Por su parte la embajadora norteamericana en El Salvador Jean Manes,
advertía desde comienzos de julio de este año sobre “el peligro” que
representaba China en términos de inversión, ya que los ejemplos en el
mundo demostraban que no contrataban mano de obra local en sus
inversiones, sino que traían a sus propios trabajadores, además que era
clara su intención de expandirse militarmente. Es curioso pensar en los
argumentos vertidos por la embajadora Manes, tomando en cuenta las 900
bases militares norteamericanas en más de 173 países alrededor del
planeta, pero también es algo más que insultante que los norteamericanos
traten de determinar con quienes nuestros países pueden o no tener
relaciones diplomáticas y comerciales, sobre todo porque ellos mismos sí
las mantienen con China desde enero de 1979.
No obstante las relaciones diplomáticas, China ya es el segundo socio
comercial con América Central, con una inversión cercana a los 2,000
millones de dólares. Empresas de ese país ya tienen importantes
inversiones de infraestructura en Honduras, Nicaragua, Costa Rica y
Panamá. Algunos analistas aducen que las medidas proteccionistas del
gobierno de Donald Trump, al igual que su política de auto aislamiento
diplomático, como consecuencia de persistir en una política exterior
agresiva y guerrerista, han empujado a muchos gobiernos y pueblos del
mundo a ver las relaciones con China como una alternativa viable y
prometedora.
También es importante resaltar que la política norteamericana anti
migratoria, racista, de separación de las familias migrantes, el aumento
a la xenofobia, las desafortunadas declaraciones del Presidente Trump
sobre los países de la región a los que llegó a llamar “países de m…” y
la situación económica y social que vive la región como consecuencia
también del modelo de desarrollo del que ellos son directamente
responsables también, han creado un ambiente favorable para que
mandatarios y grupos económicos pongan su atención en esta alternativa
de la relaciones con el gigante asiático.
Según datos que proyecta el gobierno Chino, el intercambio comercial con
la región tiene previsto llegar a 500,000 millones de dólares para el
2025, es decir en apenas 7 años, mientras que la inversión directa
superará los 250,000 millones de dólares para esa misma fecha. Al día de
hoy China ya es el principal socio comercial de países como Argentina,
Brasil, Uruguay, Perú y Chile. Para el 2017 su inversión representaba
113,662 millones de dólares (Fuente El País de España).
Esa política de inversiones, que demuestra una verdadera ofensiva del
gigante asiático ha llevado también a acelerar la necesidad de modificar
las estructuras de los gobiernos de Centro América por parte de EEUU,
en Guatemala el intento de reestructuración condujo a dos ex presidentes
de la derecha a la cárcel, en El Salvador a otros dos. En el caso de
Nicaragua la ofensiva contra el gobierno del Presidente Daniel Ortega
fue también un síntoma de este necesario reposicionamiento
norteamericano en la región, aunque no logró su cometido. A esto debe
sumársele la victoria de Andrés Manuel López Obrador en México, lo que
también podría hacer que su dominio sobre la nación azteca comience a
mermar.
En Honduras, la embajada dirige una operación de las mismas
características. Luego de apoyar el fraude electoral de noviembre de
2017, ahora se enfrenta con las mafias que ellos mismos colocaron en el
poder, porque un gobierno de izquierda hubiera significado -a su
criterio-, perder definitivamente su influencia. La asociación podría
ser vaga o distante para algunos, pero el significativo hecho de los
allanamientos, secuestro de documentos e incautación de las sedes de los
partidos tradicionales el día marte 28 de agosto, por parte de
instituciones creadas por voluntad, asesoramiento y acompañamiento de la
embajada, no es más que el reflejo de la desesperación de los Estados
Unidos en Honduras por corregir las instituciones políticas que han sido
de su uso permanente y que han garantizado su dominio casi absoluto de
la política nacional.
Pero su desgaste es evidente, tuvieron que recurrir al golpe de estado
militar contra el gobierno del Presidente Manuel Zelaya el 2009, al
fraude electoral el 2013 y el 2017, lo que demuestra que la capacidad de
sus instrumentos políticos se ha reducido notablemente y es que su
incompetencia y sus niveles de corrupción han llevado a la inestabilidad
política permanente al país.
Es importante comprender que en la medida que la multipolaridad que
representan los diferentes poderes ahora en el mundo incrementan su
efecto en todas sus regiones, los fenómenos políticos dejarán de tener
cada vez menos connotaciones nacionales, dando paso a una nueva versión
del mundo globalizado. Por eso la lectura diaria de los acontecimientos
mundiales se vuelve cada vez más necesaria. De Taiwán podríamos hablar
también pero ya no tiene importancia.
(*) Dirigente del Partido Libertad y Refundación
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