
Los
medios más influyentes del hermano país cubano ha dado repercusión de
esta tan importante noticia y, por ello es nuestro compromiso hacer eco
de este reconocimiento que llena de tanto orgullo a Honduras y, en
particular a EL LIBERTADOR, donde Murillo Selva es colaborador y
compañero desde hace muchos años.
Pedro de la Hoz
EL LIBERTADOR / Publicado: 01 Agosto 2018
Santiago de Cuba. Rafael Murillo
Selva honra y a su vez ha sido honrado por la trigésimo octava edición
de la Fiesta del Fuego: la Casa del Caribe lo distinguió en este julio
con su Premio Internacional y él, en reciprocidad, trajo hasta acá la
memoria de una comunidad singular que marca con su vocación caribeña la
cultura de su país, Honduras.
Desde hace muchos años, los garífunas han ocupado los trabajos y los días del investigador y teatrista. Parte de esa experiencia
fue transmitida a los asistentes de la sesión inaugural del Taller
sobre religiosidad popular, que forma parte del programa del festival.
Murillo Selva impartió la conferencia El dugu, ceremonia vertebral de la
cosmovisión y religiosidad de los caribes negros.
Mediante
el dugu, los garífunas evocan a sus ancestros en busca de respuestas
ante situaciones calamitosas, enfermedades y apremios sociales. El
ritual puede durar dos semanas y su celebración implica a toda la
comunidad, mediante ofrendas, cantos y danzas.
Más
allá de las circunstancias particulares que motiven su convocatoria, el
dugu deviene acto de reafirmación de valores identitarios y de cohesión
social de un conglomerado humano que desciende de
los pobladores arauacos y caribes originarios de la cuenca antillana, y
de los esclavos africanos que naufragaron en 1635 en la isla de San
Vicente y se desembarazaron de los tripulantes de los barcos negreros.
La
convivencia de unos y otros en ese enclave insular propició el
mestizaje y el nacimiento del pueblo garífuna. Más de cien años después,
y luego de una resistencia tenaz contra los poderes coloniales europeos
que se disputaban el territorio vicentino, los garífunas fueron
desterrados y conducidos a Honduras, donde actualmente habitan
emplazados en más de 40 asentamientos, aunque también residen en
Nicaragua y Belice.
En la obra de Murillo Selva destaca de manera especial su producción dramática en función de la comunidad. En
1979 se trasladó a la pequeña villa garífuna de Guadalupe. Tras ganar
la confianza de los moradores de ese y otros enclaves de la zona, el
dramaturgo concibió, a partir de un intenso trabajo de campo, el texto y
la puesta en escena de Loubavagu o el otro lado lejano, cuyo objetivo
fue contar la historia del pueblo garífuna, sus tradiciones, conflictos y
esperanzas.
«Es
esencial generar nuevas formas de resistencia, nuestras propias
poéticas, a partir de la identidad de nuestros pueblos; por eso es que
resulta un evento como la Fiesta del Fuego», expresó Murillo Selva en
Santiago.
El
el discurso de entrega se fundamentó este premio haciendo hincapié en
que lo que distingue este reconocimiento es que lo reciben
personalidades que salvaguardan la unicidad que perviven en lo diverso
de la Cultura Popular Tradicional. En tal virtud es merecedor de él,
quien lucha y crea, el que transforma, el que procura y logra dar voz al
que no la tiene, aquel que, al decir del poeta, hace camino al andar,
como lo ha hecho y lo sigue haciendo en Honduras, Rafael Murillo Selva Rendón.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/2929-rafael-murillo-selva-recibe-en-cuba-premio-internacional-casa-del-caribe
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