La
falta de personalidad hace al humano incapaz de edificar una Patria, de
iniciativa y de resistencia. Desfilan inadvertidos, sin aprender ni
enseñar, diluyendo en tedio su simpleza, vegetando en la sociedad que
ignora su existencia aunque modelen el cargo público.
3 de Agosto 2018 EDITORIAL
El valor de la vida
La
vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos.
No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor
un ideal.- La medida social del hombre está en la duración de su obra:
la inmortalidad es privilegio de quienes logran que su legado sobreviva a
los siglos.
El
poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se
amasa, las dignidades que se consiguen por corrupción, tienen cierto
valor efímero que satisface los apetitos del que no lleva en sí mismo,
en sus virtudes, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida;
la afirmación de la propia personalidad y la cantidad de hombría puesta
en la dignificación de nuestro yo. Vivir es aprender, para ignorar
menos; es amar, para vincularnos a una parte mayor de humanidad; es
admirar, para compartir las excelencias de la naturaleza y del mundo; es
esfuerzo por mejorarse, incesante afán de elevación hacia ideales
definidos.
Muchos
nacen; pocos viven. Los hombres sin personalidad son innumerables y
vegetan moldeados por el medio, como cera fundida en el cuño social. Su
moralidad de catecismo y su inteligencia cuadriculada los constriñe a
una perpetua disciplina del pensar y de la conducta; su existencia es
negativa como unidades sociales.- El hombre de fino carácter es capaz de
mostrar encrespamientos sublimes, como el océano; en los temperamentos
domesticados todo parece quieta superficie, como en las ciénagas.
La
falta de personalidad hace, a éstos, incapaces de edificar una Patria,
de iniciativa y de resistencia. Desfilan inadvertidos, sin aprender ni
enseñar, diluyendo en tedio su simpleza, vegetando en la sociedad que
ignora su existencia aunque modelen el cargo público: ceros a la
izquierda que nada califican y para nada cuentan.
Su
falta de robustez moral háceles ceder a la más leve presión, sufrir
todas las influencias y hacer todos los mandados de quien los ensilla;
transitoriamente arrastrados a la altura por el más leve aire, o
revolcados por la ola menuda de un arroyuelo, su existencia sin rabia
contra lo injusto, carece de peso, nada vale. Son barcos de amplio
velamen, pero sin timón, no saben adivinar su propia ruta: ignoran si
irán a varar en una playa arenosa o a quedarse estrellados contra un
escollo, donde al final naufragan.
Están
en todas partes, aunque en vano buscaríamos uno solo que se acepte; si
lo halláramos sería un original, por el simple hecho de enrolarse en la
mediocridad. ¿Quién no se atribuye alguna virtud, cierto talento o un
firme carácter? Muchos cerebros torpes se envanecen de su testarudez,
confundiendo parálisis con firmeza, que es don de pocos elegidos; los
ladrones del fisco se jactan de su burla y desvergüenza, equivocándolas
con ingenio; los serviles y los parapoco pavonéanse de honestos,
confunden la incapacidad con la virtud.
Si
hubiera de tenerse en cuenta la buena opinión que todos los hombres
tienen de sí mismos, sería imposible discurrir de los que se
caracterizan por ausencia de personalidad. Todos creen tener una; y muy
suya. Ninguno advierte que la sociedad o el dinero fácil los ha sometido
a esa aritmética que reduce muchas cantidades a un denominador común:
la mediocridad.
Existe
una vastísima bibliografía acerca de los inferiores e insuficientes,
desde el criminal y el delirante hasta el retardado y el idiota; hay
también una rica literatura consagrada a estudiar el genio y el
talento.- Unos y otros son, empero, excepciones. Lo habitual no es el
genio ni el idiota, no es el talento ni el imbécil. El hombre que nos
rodea a millares, el que prospera a funcionario en burguesías tontas y
se reproduce en el silencio y en la tiniebla, es el mediocre.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/2930-editorial-y-portada-el-libertador-julio-agt-2018-el-valor-de-la-vida
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