Los Necios-OPLN / Por: Gilberto Ríos Munguía Honduras
es un país con una tradición fuerte en la lucha gremial, sindical y
social. Algunos de sus principales puntos de inflexión en la historia
estuvieron caracterizados por la presión y las conquistas de la clase
trabajadora organizada y también por las articulaciones sociales de gran
espectro que en sí mismas se constituían en agrupamientos sociales con
claras posiciones políticas frente a las coyunturas nacionales, pero
también frente a los modelos de desarrollo, especialmente en los últimos
veinte años contra el modelo neoliberal y el sistema capitalista, es
decir, frente a los problemas estructurales del país.
El
desgaste del modelo y sus constantes agresiones contra los derechos de
la población, motivaron la organización de múltiples expresiones de
lucha nacional que se constituyeron para el año 2003 en la Coordinadora
Nacional de Resistencia Popular (CNRP). Esta articulación nacional tuvo
el mérito de respetar las diferencias y construir en la diversidad un
pliego de peticiones que finalmente fue escuchado por el gobierno del
Poder Ciudadano en el año 2008, un año antes del golpe de estado. El
famoso pliego de 14 puntos era un conglomerado de necesidades urgentes
que los sectores organizados y aglutinados en la Coordinadora habían
detectado y sintetizado. Más allá de sus demandas (la mayoría vigentes
el día de hoy), es importante rescatar en la coyuntura actual el método
de trabajo de la Coordinadora, algo de su historia y su composición.
En
cuanto al método la Coordinadora Nacional creó espacios de
participación directa mediante la convocatoria y la asamblea abierta
para organizaciones sociales y otras expresiones; sindicatos,
campesinos, estudiantes, mujeres, indígenas, afrodescendientes,
iglesias, ambientalistas, partidos políticos como la Unificación
Democrática (UD) y el Partido de los Trabadores (PT),
entre otros sectores, fueron miembros fundadores y contribuyeron con su
dinámica interna y en la generación de propuestas de trabajo. También en
sus sesiones itinerantes, la Coordinadora recorrió gran parte de la
geografía nacional, lo que daba protagonismo a movimientos locales
reivindicativos, algunas veces coyunturales y otras de demandas que
enfrentaban políticas estructurales, como en los casos de las luchas de
las minerías y las centenares de concesiones del territorios nacional
hecha a empresas extranjeras, la lucha por el agua o la defensa de los
territorios ancestrales.
La
Coordinadora también fue la confluencia de articulaciones locales que
tenían importantes experiencias de lucha, en Francisco Morazán,
Comayagua, Choluteca y Cortés; el Bloque Popular, en Yoro; la Asamblea
Popular Permanente (APP), en la región de occidente Santa Bárbara,
Copán, Intibucá, Lempira y La Paz; el Patronato Regional de Occidente
(PRO) y también la Coordinadora Popular de Organizaciones Indígenas de
Honduras (COPINH), en Olancho; el Movimiento Ambientalista de Olancho
(MAO), el Colón; la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguán
(COPA) y en Valle la lucha por las tierra de Zacate Grande.
Mucho
de este trabajo de organización y reflexión colectiva fue el sustento y
estructura del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), luego del
Golpe Militar del 28 de junio de 2009 contra el gobierno del Poder
Ciudadano que presidía José Manuel Zelaya Rosales, con quien la
Coordinadora tuvo encuentros nacionales juntos a su gabinete de
ministros para hacer exposición del pliego de peticiones.
La
lucha del pueblo contra el golpe, por el retorno al orden
constitucional, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente
Originaria, tomó varios años más de lucha y desembocó en la creación del
Partido Libertad y Refundación, Libre. En este periodo la lucha en las
calles fue permanente, con altos y bajos, todos ellos caracterizados por
una profunda represión y una política de estado encaminada a
desarticular al movimiento y a hacer desaparecer organizaciones
sociales, sindicatos, organizaciones no gubernamentales que tuvieran
incidencia en el trabajo de denuncias a violaciones a Derechos Humanos o
en el fortalecimiento de la protesta pública.
Una
cantidad importante de dirigentes que primero encabezaban la lucha de
la Coordinadora, luego del Frente y posteriormente del Partido Libre,
asumieron la primera fila en la lucha política electoral que llevó al
triunfo en la primera contienda, con la candidata Xiomara Castro de
Zelaya. Este fue bloqueado por el fraude electoral del Estado
oligárquico y sus instituciones. Ellos no cederían por las urnas lo que
habían conquista por las armas. El movimiento político y social enfrentó
entonces la desmovilización.
Las
expresiones de la lucha social tuvieron otros protagonistas en los años
subsiguientes, uno fue el de los “Indignados” que tuvo un claro apoyo
de la embajada norteamericana, en su lógica de regular los “excesos” de
la clase dominante hondureña, ya que semejantes acciones como el saqueos
de las instituciones públicas, vulneraban notablemente la estabilidad
del país y su posible vuelco a la izquierda se hacía más probable; sobre
todo también porque en esos años el avance de la izquierda
centroamericana era notable (triunfo consecutivo del FSLN en Nicaragua,
FMLN en El Salvador y también avance del Frente Amplio en Costa Rica).
No
obstante, importantes sectores de la ciudanía y expresiones del
movimiento social se apropiaron también de la lucha contra la corrupción
y lograron posicionar un eje importante en la conciencia del pueblo, la
experiencia movilizadora de la lucha de los Indignados también dejó
lecciones y acumulaciones dentro de la historia.
Otro
actor destacado en el 2016 fue el Movimiento Estudiantil Universitario
MEU, que sosteniendo una demanda legítima de participación en la toma de
decisiones en la Universidad Nacional logró movilizaciones inéditas a
nivel nacional; el periodo se caracterizó por la creatividad, la
innovación, la independencia del sector y la derrota de la reelección
ilegal de la Rectora Julieta Castellanos. Cabe mencionar que nunca antes
en la lucha estudiantil se vieron movilizaciones de más de 15,000
universitarios (as) invadiendo (o apropiándose) de espacios públicos y
conquistando la opinión pública por la claridad en el planteamiento de
sus demandas y sus acciones consecuentes.
En
la actualidad, luego del segundo robo de las elecciones, ahora cometido
contra la Alianza de Oposición Contra la Dictadura, el pueblo y su
candidato el Ing. Salvador Nasralla; las heridas continúan abiertas. Más
de 40 asesinatos políticos (de los cuales la Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos en Honduras señala 23), cinco
presos políticos y otra veintena de compatriotas señalados por “actos de
terrorismo” perseguidos judiciales defendiéndose en libertad, por
haberse manifestado contra el fraude electoral, más un exiliado visible,
el sonado caso del joven estudiante de historia Eduardo Urbina, son
saldos de esa batalla por la democracia perdida en los meses de
diciembre y el primer trimestre del 2018.
Nuevas
propuestas han surgido, a nuestro criterio, dada la profundización de
la crisis económica, social, política y de valores en Honduras,
propuestas como las de la Convergencia Contra el Continuismo (CCC) que
llama nuevamente a la movilización nacional contra la continuidad ilegal
del presidente de facto Juan O. Hernández y también contra la
continuidad del modelo neoliberal. Esto tiene un terreno fértil para
prosperar y tener impactos importantes en el país. En las últimas
semanas la Convergencia ha actuado de manera similar a la Coordinadora
Nacional, sesionando en diferentes zonas del país y proponiendo en
principio el reencuentro de las fuerzas sociales. En el conversatorio
realizado en la sede del STIBYS en Tegucigalpa el domingo 22 de junio
pasado un estudiante de historia preguntó incisivamente sobre la
propuesta de la Convergencia en cuanto al modelo de país que proponían o
al modelo de desarrollo económico por el que ésta luchaba, Carlos H.
Reyes contestó directamente asegurando que lo primero era volverse a
encontrar, que eso en sí mismo marcaría un avance ante la coyuntura
actual. La Convergencia ha propuesto también movilización nacional a
Tegucigalpa para el jueves 30 de agosto y su construcción continúa en
los esfuerzos itinerantes de los conversatorios por región.
A la vez, organizaciones de todos los sectores sociales y también de la sociedad civil se han propuesto llevar a cabo un Encuentro Internacional de organizaciones sociales de la región mesoamericana los días 9,10 y 11 de agosto,
para discutir el carácter de las políticas neoliberales como expresión
de una estrategia hacia muchos países y, por tanto, la necesidad de dar
respuestas conjuntas ante las nuevas agresiones del sistema contra
nuestras sociedades. El turno es de las organizaciones sociales, de la
construcción y el debate colectivo, de la creación horizontal y esencial
que resuma las necesidades de todos y todas y que ante todo, plantee
más soluciones posibles y caminos de lucha.
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