Por Alex Palencia
En 1829 Morazán compró en Guatemala la primera imprenta que tuviera Honduras, se montó en Comayagua y en ella se imprimió el primer periódico del país "La Gaceta"; para tener una idea del atraso en que se encuentraba Honduras, Guatemala había instalado su primera imprenta en 1660 y para 1829 la ciudad de Chiapas tenía 16 imprentas.
En 1829 Morazán compró en Guatemala la primera imprenta que tuviera Honduras, se montó en Comayagua y en ella se imprimió el primer periódico del país "La Gaceta"; para tener una idea del atraso en que se encuentraba Honduras, Guatemala había instalado su primera imprenta en 1660 y para 1829 la ciudad de Chiapas tenía 16 imprentas.
Siendo presidente de la federación de Centroamérica, Morazán en 1832
modificó la constitución de la República de 1824 decretando el
matrimonio civil y el divorcio, la libertad de culto y de imprenta
(libertad de expresión). Los enemigos del proyecto revolucionario de
Morazán utilizaron la imprenta que él había traído para desprestigiar
su gobierno así como para calumniarlo y difamarlo; aún así jamás a
Morazán se le ocurrió censurarla y mucho menos clausurarla, dando
muestras de tolerancia y espíritu democrático.
Los conservadores, encabezados en nuestro país por Francisco Ferrera,
impuso después de la salida de Morazán de nuevo las leyes coloniales,
enajenando la constitución hondureña de 1824 en perjuicio de las
libertades logradas por el gobierno federal. Tiempo después con las
reformas liberales de Marco Aurelio Soto en 1876 se logró devolver las
garantías ciudadanas al hondureño, hasta que llegó Manuel Bonilla
fundador del Partido Nacional y abolió los derechos ciudadanos y
conquistas sociales logradas con la reforma liberal.
En el año 1933, la dictadura de Tiburcio Carías Andino nos lleva de
nuevo a la barbarie, en 1935 cierra varios periódicos, impone la pena de
muerte, la cual solo era aplicada a sus adversarios políticos, en 1936
hace una nueva constitución a su medida, retrotrayendo leyes de la
constitución de 1924 todo solo para reelegirse como presidente, ya que
la constitución vigente ese tiempo se lo prohibia (cualquier similitud
con personaje alguno es mera coincidencia), prohibe el voto a la mujer y
otras restricciones a las libertades individuales, creando una
dictadura conocidas por su salvajismo e irracionalidad, imponiendo como
modo de vida "el encierro, destierro y entierro" por 16 tormentosos
años.
En fin; por su pasado histórico, no es de extrañar que ahora otro
taimado cachureco Marcos Bertilio Paz Sabillon, haciendo uso de un
razonamiento tirado de los pelos, sobre apología del odio,
discriminación, difamación y otros menesteres, pretendiendo en pleno
siglo de derechos humanos, y con el apoyo de este espurio Congreso
Nacional a través de un decreto de ley censurar y controlar las redes
sociales en la internet.
Esa ha sido históricamente la práctica y actuar perverso de los
cachurecos: siempre se han distinguido por restringir y violar derechos
naturales ciudadanos, pues ellos nunca han comulgado con la libertad, al
contrario se han identificado con actos inquisidores de injusticia, y
la paz de los cementerios ha sido su sueño como proyecto de vida para
todos los hondureños. En su ADN traen atornillado el gen inquisidor, son
taimados por naturaleza; eso quiere decir que usan, la mentira, el
artilugio, el artificio y el engaño como mecanismo para lograr sus
oscuros y siniestros objetivos.
No sé es democrático porque se dice serlo, se es democrático, porque
nuestros actos y hechos lo demuestran, respetando los derechos
inalienables del ser humano y la soberanía del pueblo que pasan por: la
libertad de culto o religión, de asociación política, y libertad de
expresar sus opiniones sin ser hostigados. "Se reconoce a la libertad de
expresión en la internet como un derecho inalienable"' según el Consejo
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Resolución de Julio del
2012, los cachurecos eternos violadores de garantías humanas, se les
hace imposible entender que es realmente un Estado de Derecho
Republicano, donde el bienestar de la persona humana pasa por su
inojetable derecho ha manifestar sus opiniones y ser respetado por
ellas.
Siguiendo esa lógica sórdida de pensamiento al estilo descarnado de los
cachurecos; a través del taimado de Bertilio Sabillon en realidad lo que
buscan es detener un proceso en marcha: la denuncia permanente de una
institución política corrupta y genocida como es la del partido
Nacional, jefeada por una banda de maleantes y delicuentes que amparados
en una institucionalidad enajenada y viciada; hacen y deshacen a vista y
paciencia de un pueblo indefenso, que ya cansado de soportar tanta
ignominia se dispone a la insurrección amparado en un derecho
constitucional. Los hijos de Morazán fieles guerreros de los derechos
humanos y las libertades individuales, gritamos sin miedo aunque ven
ello se nos vaya la vida.
¡Viva la patria y la libertad!
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De redes prohibidas y abusos despóticos...
Febrero 6,2018
Galel Cárdenas
Parece ser un hecho que la locura, obsesión y tiranía del régimen cada vez más se hunde en un abismo sin fondo.
La
locura del poder omnímodo, la obsesión del dinero fácil y saqueador de
las arcas nacionales y la tiranía de la persecución, la tortura y el
asesinato de la fuerza armada, constituyen el carácter primordial del
gobierno nacionalista.
Los hondureños experimentamos un régimen dirigido por un presidente enfermo, desquiciado y compulsivo.
Ha
emitido leyes tan absurdas y ridículas que sólo la camarilla que lo
acompaña por el dinero que la compra y la corrompe puede aplaudir tanta
grosería, tanta insolencia, tanta desfachatez.
Solo el dinero que todo lo pudre puede justificar la perversión, el desenfreno y la maledicencia.
Y en tal línea de hechos punitivos se van sumando cada vez más, desafueros, arbitrariedades e iniquidades.
Parece
que al Cardenal el signo del dinero del peculio y la riqueza le ha
sorbido el pensamiento, pues en sus homilías que ya no son cristianas
condena a la oposición por realizar misas campales propias del pueblo en
rebeldía y mientras él, reunido con los altos jerarcas de la masacre
que se comete cada día, califica de diablos, demonios y lucíferos a
quienes le piden a la Virgen de Suyapa les haga el milagro de castigar a
los asesinos del pueblo.
Los
medios tarifados por su parte no desperdician el tiempo comprado con
monedas llenas de sangre, en acusar, demeritar, desprestigiar y
denigrar a Manuel Zelaya Rosales, el héroe popular que campea por el
territorio nacional como un Morazán espada en mano desfaciendo los
entuertos de la opresión y la injusticia.
Las
fuerzas armadas por su parte, financiadas a manos llenas por el
dictador que las usa como disuasorias, van cometiendo asesinados,
torturas, persecuciones, activando al tiempo los escuadrones de la
muerte.
El
imperio, por su parte, va acompañando todo el desastre financiero, el
descalabro moral, la represión desmedida, y hasta el asesinado impune
que se practica desde la presidencia misma.
Y
ahora en el colmo del ridículo, ante el papel de la libre emisión del
pensamiento que le queda al pueblo hondureño, crítico e inconforme con
la dictadura atroz que nos aplasta, va a aprobar una ley contra las
redes sociales que expresan su repudio al dictador de marras que ha
asumido el poder de manera ilegítima, ilegal e inmoral.
Esta
ley espuria es un atentado contra la libertad de pensamiento, que es el
derecho más sagrado que existe en el planeta tierra, porque nos pueden
asesinar, encarcelar, torturar y siempre seguirá el pueblo combatiendo
con lo único que le queda en su mente, en su conciencia, en su
intimidad.
Es
por decirlo así el desahogo crítico, combativo, beligerante,
patriótico, ante la cárcel en que se ha convertido Honduras, una cárcel
para los sentimientos patrióticos, una cárcel para el pensamiento, una
cárcel para la intimidad, una cárcel para la mente, una cárcel para la
imaginación, una cárcel para la quimera, en fin, la ergástula para la
utopía.
Vivimos en la república del despotismo, la tiranía, el absolutismo, la infamia, la autocracia.
Juan
Orlando Hernández por fin ha hecho realidad su sueño de emular a su
mentor Tiburcio Carías Andino, el dictador de los diez y seis años que
proclamó como agenda de su gobierno, el destierro, el encierro y el
entierro.
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