4 de Enero 2018
Galel Cárdenas
En
Centroamérica han existido en este tiempo contemporáneo dos autoridades
católicas reconocidas: Oscar Arnulfo Romero y Oscar Andrés Rodríguez,
uno salvadoreño, otro hondureño. Uno es el orgullo continental, el otro
es la vergüenza popular.
Oscar Arnulfo Romero
(1917-1980), fue conocido ampliamente como monseñor Romero, dedicado
completamente al ejercicio de la solidaridad cristiana con los pobres,
ocupó su atril sacerdotal para denunciar constantemente las violaciones a
los derechos humanos cometidos por los gobiernos dictatoriales
despóticos de El salvador y por las Fuerzas Armadas de este país. De
algún modo fue un practicante de la Teología de la Liberación de la
Iglesia latinoamericana.
Fue
asesinado el 24 de marzo de 1980, hace ya 37 años de su vil muerte
causada por el odio anticomunista de las fuerzas retrógradas
salvadoreñas.
Por
su palabra mística de praxis cristiana en favor de los oprimidos y su
muerte violentada causada por su pensamiento liberador, el 24 de marzo
de 1990 se inició su canonización, se le denominó durante el proceso de
nominación a tal distinción como el “Siervo de Dios”.
Y
el 3 de febrero (día de la Virgen de Suyapa en Honduras) de 2015 fue
reconocido como Mártir de la Iglesia católica al ser víctima del odio
contra la fe cristiana.
Ahora
es conocido como San Romero de América y constituye uno de los diez
mártires del siglo XX correspondiente a la iglesia católica. Un año
antes de morir, había sido propuesto como candidato apremio Nobel de la
Paz y la iniciativa había sido tomada por el Parlamento Británico.
Debido
a su recia personalidad de grandioso amor por los pobres y la
solidaridad social más activa mostrada por sacerdote alguno en América
Latina, el día 23 de mayo de 2015 fue beatificado en la Plaza Salvador
del Mundo.
Antes
de su muerte, el 2 de febrero de 1980, recibió el doctorado Honoris
Causa por la Universidad católica de Lovaina, en tal oportunidad
pronunció un discurso que en sus partes medulares decía: “…Las
mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas
cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro
país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los
profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden el justo por
dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y
despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen
que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los
que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el
sitio y quedarse solos en el país. [...]
El
mundo de los pobres nos enseña que la sublimidad del amor cristiano
debe pasar por la imperante necesidad de la justicia para las mayorías y
no debe rehuir la lucha honrada. El mundo de los pobres nos enseña que
la liberación llegará no sólo cuando los pobres sean puros destinatarios
de los beneficios de gobiernos o de la misma Iglesia, sino actores y
protagonistas ellos mismos de su lucha y de su liberación
desenmascarando así la raíz última de falsos paternalismos aun
eclesiales. Y también el mundo real de los pobres nos enseña de qué se
trata en la esperanza cristiana…”
El mundo de los pobres con características sociales y políticas bien concretas, nos enseña dónde debe encarnarse la Iglesia para evitar la falsa universalización que termina siempre en connivencia con los poderosos. El mundo de los pobres nos enseña cómo ha de ser el amor cristiano, que busca ciertamente la paz, pero desenmascara el falso pacifismo, la resignación y la inactividad; que debe ser ciertamente gratuito pero debe buscar la eficacia histórica.”
El
sacerdote Oscar Arnulfo Romero enfrentó la dictadura salvadoreña de la
clase dominante que junto con las Fuerzas Armadas del país, realizaron
todos los complots necesarios para darle muerte a quien posteriormente
sería canonizado, declarado beato mártir.
Su
pensamiento cristiano de apoyo a los pobres fue una praxis continua y
solidaria. Actualmente es considerado el santo de los pobres de América
Latina. Un ser extraordinario de amor por la humanidad sin parangón y
fundamentalmente un místico de la edad moderna donde se contraponen el
humanismo socialista y el capitalismo salvaje.
Oscar Andrés Rodríguez
(1942), es un sacerdote que ha manejado una agenda de desarrollo
personal muy distinto al arzobispo de El Salvador, el beato Oscar
Arnulfo Romero, el místico cristiano, ligado a la lucha social de los
pobres por su liberación.
Rodríguez
ha sido muy celebrado por autoridades vaticanas por su habilidad
políglota (domina español como lengua materna, y como lengua
complementarias inglés, francés, italiano, alemán y portugués).
Ha
poseído una vocación hacia el arte de la música, ya que estudió
piano, saxofón, armonía y composición; es además poseedor de un
doctorado en teología, incluso posee estudios de psicología clínica y
psicoterapia.
Ha
poseído una trayectoria muy positiva ante la dirigencia vaticana y por
ello ha ocupado cargos bastante distinguidos tales como formar parte
del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, de la Pontificia Comisión para América Latina y del Consejo Especial para América de la Secretaría General del Sínodo de Obispos; el 5 de junio de 2007 Benedicto XVI le nombró presidente cuatrienal de Caritas Internationalis. Desde 1996 dirige la Conferencia Episcopal Hondureña.
Recibió en 2008 el premio Frankl del Ayuntamiento de Viena por su compromiso con los pobres.
Por
sus innumerables cargos obtenidos a lo largo de su carrera sacerdotal
ha sido mencionado como uno de los sucesores del papado de Roma. Con el
papa Francisco I obtuvo uno de los ocho cargos cardenalicios para
presidir el Consejo de Cardenales a fin de reformar la curia romana en
el gobierno eclesiástico.
A
nivel nación al se ha distinguido en la última década por su apoyo a
las estructuras conservadoras y reaccionarias de los gobiernos de corte
neofascista como el de Roberto Micheletti, el de Porfirio Lobo Sosa y el
del dictador actual de Honduras, Juan Orlando Hernández.
Ha
recibido del gobierno actual nacionalista, millones de lempiras en
cheques que se han publicado en la prensa alternativa para realizar
supuestas obras caritativas o sacerdotales.
En
el año 2009 se dedicó a fustigar al presidente Manuel Zelaya Rosales
por la convocatoria realizada para la consulta popular. En realidad su
disgusto surgió por haber cortado el Presidente del Poder Ciudadano, la
ayuda financiera que desde casa presidencial se le otorgaba
mensualmente, dádiva que había sido adjudicada por el presidente liberal
Carlos Flores Facussé.
Desde
esa época se ha convertido, junto a los pastores que reciben
millonarias cantidades de lempiras para sus iglesias evangélicas, en
vocero de una dictadura que persigue, reprime y asesina a los jóvenes
que protestan contra las arbitrariedades del dictador JOH, quien ha
violado las veces que ha deseado la Constitución de la República, con el
visto bueno de las autoridades católicas y evangélicas.
Sin
embargo, parece ser que su obsesión por el dinero lo ha llevado a un
escándalo muy grave que ha sido denunciado desde la administración de la
Universidad Católica, desde donde ha sido acusado de haber recibido
una cantidad enorme de dinero para su peculio personal, motivo por el
cual en el Vaticano, el mismo Papa Francisco I, ha ordenado una
investigación sobre el barullo producido por su nefasta actitud anti
ética al interior de esa máxima casa de estudios universitarios.
A
raíz de la re elección presidencial de JOH y todas las violaciones
cometidas contra la Constitución de la República, la concentración de
todas los poderes republicanos en las manos dictatoriales, y con ello
toda la institucionalidad distorsionada junto al saqueo sistemático de
todos los presupuestos gubernamentales, adherido a la sumisión de las
Fuerzas Armadas, convertidas en el gran instrumento de represión y
muerte, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez en vez de denunciar
internacionalmente estos hechos criminales de Estado, se ha dedicado a
fustigar la insurrección del pueblo, condenando las acciones de protesta
que incluyen quemas de llantas y obstrucción de las vías públicas a
nivel nacional.
Como
se puede observar, mientras Monseñor Oscar Arnulfo Romero dedicó su
vida a apoyar la lucha de los pobres y a solidarizarse con sus aspiraciones
sociales y políticas en El Salvador, ofrendando finalmente su vida, en
el más puro misticismo cristiano, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez se
ha dedicado a apoyar las políticas neoliberales dictatoriales y
fraudulentas electorales, callando su voz ante la tropelía descomunal de
un proceso tramposo que ha sido motivo de escándalo mundial.
En
tal sentido podemos concluir la hipótesis que mientras el monseñor
Romero se convirtió en Santo, el Cardenal Rodríguez se ha colocado como
vocero de la perfidia dictatorial.
Uno
usó el camino del cielo, el otro prosigue su calvario abandonando la
lucha popular en contra de la dictadura, contra la perfidia y contra la
represión des humanizante que padece el pueblo.
En
el primer sendero suenan las trompetas de los ángeles de la
cristiandad, en el otro suenan las trompetas de la guerra sucia y
fascista.
Fuente: https://groups.google.com/forum/#!forum/fian-honduras
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