Criterio.hn/ Julio 1 de Agosto 2017.
Por: Jonathan Menkos Zeissig
El 22 de
abril de 2015, se firmó la sentencia a muerte de la democracia
hondureña. La Sala de lo Constitucional de este país revolvió ese día
declarar inconstitucional el artículo 239 de la Carta Magna en el que se
prohíbe la reelección presidencial. Esta sentencia, considerada por los
expertos constitucionalistas como una violación al ordenamiento
jurídico, admite la reelección indefinida, lo que ha permitido al actual
presidente, Juan Orlando Hernández, lanzarse al proceso electoral y,
probablemente, mantenerse en la presidencia hasta el 2022.
El 22 de
abril de 2015, se firmó la sentencia a muerte de la democracia
hondureña. La Sala de lo Constitucional de este país revolvió ese día
declarar inconstitucional el artículo 239 de la Carta Magna en el que se
prohíbe la reelección presidencial. Esta sentencia, considerada por los
expertos constitucionalistas como una violación al ordenamiento
jurídico, admite la reelección indefinida, lo que ha permitido al actual
presidente, Juan Orlando Hernández, lanzarse al proceso electoral y,
probablemente, mantenerse en la presidencia hasta el 2022.
Dentro de
los principales fenómenos en la historia reciente de Honduras y que
dinamitan las bases de su democracia vale la pena mencionar cuatro.
Primero, el golpe de Estado de 2009, que ha acelerado el debilitamiento
de los organismos del Estado, cada vez más sordos ante el clamor social y
con mayor opacidad para la rendición de cuentas. Segundo, la violencia
contra defensores de derechos humanos.
En el
contexto de impunidad prevaleciente, son elevadas las intimidaciones y
las tasas de asesinato de defensores de derechos humanos —como Berta
Cáceres, Juan Carlos Flores y Nelson García—, periodistas,
sindicalistas, líderes indígenas y activistas medioambientales y de la
comunidad LGBTI. De acuerdo con la organización Global Witness, Honduras
es el país del mundo más peligroso para el activismo ambiental. Entre
2010 y 2016 “más de 120 personas fueron asesinadas por oponerse a
empresas que acaparan la tierra y destruyen el medio ambiente”.
Tercero,
la militarización social y las prácticas de limpieza social. El Comité
de Derechos Humanos de Naciones Unidas señaló recientemente su
preocupación por prácticas de limpieza social y otras ejecuciones que
implican a las fuerzas de seguridad, así como por el alto número de
desapariciones forzadas sin resolver. También mostró inquietud por
denuncias e informaciones sobre tortura y uso excesivo de la fuerza por
parte de los cuerpos de policía, fuerzas armadas y otros funcionarios.
Entre 2010 y 2017, el presupuesto de Defensa creció 153%, mientras los
de Salud y Educación aumentaron en menos del 15%.
Cuarto,
la prostitución de lo público en favor de intereses gremiales. Ejemplo
de esto ha sido que sin un debate técnico y público se apruebe la
creación de ciudades modelo —espacios productivos con autonomía
administrativa y jurídica (un país dentro de otro)—, así como la
concesión en condiciones poco ventajosas y hasta por 30 años de recursos
del Estado. Ahora, en plena campaña electoral, el Gobierno ha propuesto
una iniciativa de ley para apoyar al sector turístico. Además de nuevos
y opacos privilegios fiscales se introduce la creación del Fondo de
Turismo, muestra de corporativismo del Estado, en donde intereses
privados podrán manejar recursos y decisiones públicas. La iniciativa
también incluye la posibilidad de expropiar tierras que hoy son de
propiedad privada o comunitaria, con el fin de promover inversiones
turísticas. Esta medida podría legalizar el desalojo forzoso de pueblos
indígenas y afro-hondureños de sus tierras, hoy en disputa frente a
empresas e instituciones públicas.
Recientes
estudios de InSight Crime y de la Carnegie Endowment for International
Peace permiten comprender que la corrupción y la impunidad son el
sistema operativo de Honduras, pues sobre estos se articulan actores de
los sectores público y privado en estrecha conexión con redes
criminales. Hay en Honduras un “pacto de élites” para la consolidación
de una cleptocracia moderna, cuyo éxito asfixia la democracia y el
desarrollo de las y los hondureños.
Tomado de Prensa Libre de Nicaraguahttp://criterio.hn/2017/08/01/honduras-una-democracia-agonizando/
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