Publicado el 01 Julio 2017 / Escrito por Eduardo Contreras
- EL CLARÌN de Chile.
Puede
entenderse que aquellas chilenas o chilenos que no habían nacido
todavía en 1973 o era muy pequeños a esa fecha, no relacionen con
exactitud la situación que se vivía en nuestro país con la que ahora en
el 2017 se vive en Venezuela. Pero las similitudes son más que evidentes
y tienen lógica pues los actores en ambos casos, desde el punto de
vista político y de clases, son los mismos y por tanto sus conductas son
demasiado parecidas.
De
consiguiente quienes conocieron y vivieron ese tiempo en Chile y hoy se
sitúen en contra del legítimo gobierno venezolano y no rechacen la
evidente maniobra golpista en su contra son esencialmente ultra
reaccionarios, partidarios del golpismo o simplemente pobres de espíritu
y de cerebro, sin remedio.
Porque
la estrategia y táctica de la CIA y demás aparatos del gobierno
norteamericano son los mismos que ayer en Chile y hoy en Venezuela. De
consiguiente la conducta de los grandes empresarios, de los políticos de
derecha y de los medios de comunicación al servicio de Washington, son
también idénticos. Y así como en 1973 los golpistas chilenos asesinaron a
extranjeros, los golpistas venezolanos asesinan también a extranjeros y
entre ellos chilenas y chilenos como los casos de Guisella Rubilar
Figueroa el 2014 en la ciudad de Mérida mientras participaba en una
actividad contra los golpistas y el deJosé Rodrigo Muñoz Alcoholado,
también conocido por su posición de apoyo al gobierno de Madurocuando
este año cenaba tranquilamente en el restaurante Rugantino de Caracas.
Al
igual que la derecha chilena en su tiempo, la derecha venezolana hoy y
sus apoyos del poder trasnacional despliegan las más variadas
estrategias. Como en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular del
presidente Salvador Allende, hoy en Venezuela su plan de sabotaje
económico ha provocado una altísima inflación y un grave
desabastecimiento, ambos procesos inducidos y que – sumado al desplome
de los precios del petróleo– viene golpeando con fuerza al pueblo
venezolano.
Los
golpistas tienen claro que deben copar aquellos centros de poder
gubernamental que les sea posible lograr, tal como lo hicieran los
golpistas en Chile. En nuestro país fue por una parte la Corte Suprema
la que de modo antijurídico, ilegal, emitió un pronunciamiento
declarando ilegítimo al gobierno constitucional del presidente Salvador
Allende. Lo fue también por otra parte la mayoría reaccionaria de la
Cámara de Diputados cuando aprobó la declaración de agosto del 73
declarando igualmente ilegal al gobierno de Allende careciendo esa
Cámara de facultades jurídicas para hacerlo. En Venezuela ese es el
papel que juega el poder legislativo, el Parlamento.
Al
igual que en Chile en 1973 al esfuerzo actual en Venezuela por
desestabilizar al gobierno democrático de Maduro le falta a los
golpistas conseguir el apoyo real y efectivo de las masas que más bien y
pese a las dificultades económicas creadas por el boicot, siguen
apoyando al gobierno bolivariano.
Cabe
recordar a propósito que en Chile el 4 de septiembre de 1973 cerca de
un millón de personas desfiló durante horas y horas frente al Palacio
Presidencial de La Moneda en respaldo al gobierno popular ; pocos días
despues la Fuerza Aérea bombardeaba y destruía La Moneda. Pero no era
precisamente apoyo de masas lo que faltaba a la Unidad Popular.
La
singular semejanza entre lo ocurrido en nuestro país con lo que hoy
sucede en Venezuela se expresa en los más diversos planos. Recordemos
desde luego que ambas naciones fundan su economía en la extracción y
comercialización de sus recursos naturales, básicamente mineros lo que
les hace dependientes del precio internacional de tales productos. El
manejo de la economía mundial por parte del imperialismo precipitó la
baja del precio del Cobre chileno en la época de Allende y del Petróleo
venezolano bajo el gobierno de Maduro con las consecuencias conocidas.
Otra
semejanza es que los proyectos políticos tanto de Allende como el de
Chávez ayer y Maduro hoy, se han encaminado abiertamente en dirección a
un cambio radical y por vía pacífica de las estructuras socio
económicas y en la perspectiva del Socialismo. Un desafío enorme al que
hasta hoy no ha sido posible dar término pero que deja su huella en
cada reforma tanto las realizadas por la Unidad Popular como por las que
ha llevado a cabo el proceso bolivariano.
La
desclasificación de los documentos secretos de la CIA comprueban todo
lo dicho : cada golpe contra los proyectos populares fue gestado en la
Casa Blanca e implementado por los serviles políticos conservadores y
los grandes empresarios y grandes medios de comunicación de los países
del continente. En nuestro país uno de los casos extremos es el del
recientemente fallecido Agustin Edwards que corrió en 1970 a los brazos
de Nixon, así como a los de Kissinger y Richard Helms. Estos
antecedentes constan incluso judicialmente en la causa 12 – 2013.
Lo
que ocurre en Venezuela en nuestro tiempo es conocido por todos. Son
las mismas manos que mueven los mismos hilos y a las que desespera que
tanto en el Chile de ayer como en la Venezuela de hoy los gobiernos
populares lograran relacionar crecimiento económico con más capacidad
de consumo y protección de los derechos humanos fundamentales del
pueblo. Son los mismos que provocaron en Chile y provocan hoy en
Venezuela desabastecimiento, acaparamiento, mercado negro, colas eternas
para comprar algo. En Chile, por ejemplo, tras el golpe al día
siguiente los acaparadores abrieron sus puertas y se acabaron las colas.
Todo como por arte de magia.
Nadie
de esa generación tiene pues derecho a ignorar lo ocurrido o mirar
hacia otro lado. Son demasiado parecidas ambas experiencias así como el
papel de los partidos de derecha y de esos que llaman de “centro
derecha” ( que igual podrían ser de “centro izquierda” ) y que
históricamente han variado posiciones a condición de no poner en jaque
lo esencial del modelo capitalista.
Si
no lo sabremos nosotros cuando uno de los detonantes fue la diferencia
que produjo el tema de las 3 áreas de la Economía chilena entre los
sectores políticos de ideología popular que respaldábamos al gobierno de
Allende y aquellos abiertamente burgueses que clamaban al cielo para
que no se tocara el poder de los grandes intereses económicos nacionales
y extranjeros ni con el pétalo de una rosa.
Las
maniobras de grupos terroristas, los paros de los camioneros, los
asesinatos, los atentados, fueron parte importante de las maniobras
golpistas en Chile. Grupos como “Patria y Libertad” cuyo líder de
entonces, es hoy ¡¡Decano de Derecho!! de una universidad privada,
cometieron diversos crímenes ; otro tanto el grupo “Rolando Matus” .
Contrataban también mercenarios. Tal cual sucede hoy en Caracas con esos enmascarados “voluntarios” que disparan y lanzan bombas en las calles tratando de hacer aparecer a “un pueblo alzado”. Con lo que además ganan apoyo en las sedicentes clases medias.
¿Y
que decir del robo del helicóptero recién estos días desde el que se
atacó a los ministerios de Justicia e Interior y al Tribunal Supremo de
Venezuela? Evidentemente, como lo hacían en el Chile del 73 los
golpistas venezolanos pretender crear una imagen de ingobernabilidad
para justificar la intervencion internacional o el quiebre interno. Eso
se llama simplemente terrorismo fascista.
Si
todo es así, como lo es, entonces ¿cómo entender a muchos que han
condenado el golpe en Chile y que sin embargo hoy apoyan a la oposición
en Venezuela? No hablo de los que, desde uno u otro partido chileno
impulsaron el golpe o de aquellos cuyos parlamentarios aprobaron la
declaración golpista de agosto del 73 o de aquellos partidos que
tuvieron ministros cuando gobernaba el dictador Pinochet. Esos ya son
conocidos. Ni hablo de aquellos cuyos máximos dirigentes salieron por el
mundo a defender a los golpistas, acusando a Allende de los peores
desastres, o que escribieron cartas públicas a políticos destacados de
otras naciones.
Hablo de los que condenan el golpe en Chile y en cambio hoy apoyan a los golpistas en Venezuela.
Párrafo
aparte es lo que sucede desde el punto de vista internacional. Desde
luego la contradicción flagrante entre las consideraciones de Naciones
Unidas y varias de sus instancias, en general todas favorables al
gobierno venezolano y destacando sus índices sociales, y por otra parte
los empeños abiertamente golpistas de instituciones y gobiernos al
impulso de un personaje tan deplorable y servil como es el actual
secretario de la OEA y ex canciller uruguayo Luis Almagro.
Hasta
los representantes nacionales del MERCOSUR intentaron discutir el tema
venezolano hace pocos días. Llamó la atención que en esa posición
estuviera incluso el gobierno uruguayo…
Son
las mismas instancias o gobiernos de la región que en cambio nada
dicen de los sucesos terribles que acontecen en otros países de la zona,
ni de sus crisis políticas ni de hechos y crímenes terribles.
En
ese sentido no nos puede resultar indiferente la posición de la
Cancillería chilena que de modo cada vez más abierto se ha plegado a la
ofensiva contra el gobierno de Caracas. No les vaya a suceder como
cuando en un anterior gobierno chileno la Canciller de la época se sumó a
los golpistas que duraron menos de 24 horas en el poder.
Hace
pocos días en una reunión de la OEA en México el ministro Heraldo Muñoz
hizo de portavoz de aquellos países que pretendían de nuevo inmiscuirse
en los asuntos internos de Venezuela y en donde, refiriéndose a los
golpistas procesados legalmente, hablaban de “presos políticos” y en que además se llamaba a no proseguir por el camino legal de la Asamblea Constituyente.
La
respuesta de la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, fue justa e
inmediata y llamó al funcionario chileno a preocuparse más bien de
impulsar en nuestro país la iniciativa de Asamblea Constituyente para no
seguir sometidos a la actual Constitución de Pinochet.
Digamos
finalmente que la diferencia esencial entre Chile y Venezuela es la
actitud de las Fuerzas Armadas de los respectivos países : en el caso
de los mandos golpistas de las Fuerzas Armadas chilenas en 1973 fueron
serviles al imperialismo y a la gran burguesía y en cambio las Fuerzas
Armadas venezolanas han sido leales a su pueblo y al proyecto
progresista que impulsa ese gobierno.
En
aras del respeto a la historia de los pueblos de América Latina lo
digno hoy es cerrar filas contra los sediciosos de siempre y defender
intransigentemente al gobierno legítimo de Venezuela. Lo contrario es
una vergüenza mayúscula.
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