A
los grandes intereses económicos del capitalismo les importa un bledo
el bienestar de la humanidad. Los beneficiarios son pocos contra la gran
mayoría que constituye la casi totalidad de la humanidad en una
situación de total negación de los derechos fundamentales garantizados
–¡vaya un decir!- por la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones
Unidas. Es así como Los Estados Unidos, ahora sin tapujos y en con una
decisión de persistir en su política de ser– a la vista de todos- el
gendarme del mundo, se atribuye la potestad, mientras violenta toda las
normas elementales del derecho internacional, de querer decidir por los
pueblos.
El
señor Trump ha mostrado nuevamente los colmillos del Tío Sam y nos
quiere convencer de que los tiene magníficamente afilados y que está
dispuesto, si la ONU no le apoya en sus tropelías, a provocar los
desastres que se le ocurran en otros países soberanos. Ha puesto en la
mira de sus misiles y de otras armas de destrucción a Siria y a
Venezuela.
Recordarán
los lectores cuando el señor Bush, en su condición de presidente de
USA, engañó al mundo y lanzó una feroz guerra en contra de Irak, con el
pretexto de que el presidente Sadam Husein era poseedor de armas de
destrucción masiva. La excursión mortífera de las tropas norteamericanas
en Irak no pudo encontrar tales armas y el gobierno norteamericano tuvo
que aceptar que todo era una falsedad. Para quienes no hubo falsedad
fue para los iraquíes que aún siguen en el sufrimiento que no se ha
superado, ahora gracias a ISIS que es otro engendro de Norteamérica y
sus aliados.
Pues
bien: desde que inició la guerra en Siria, patrocinada indudablemente
por los mismos norteamericanos y sus pares de la OTAN, han menudeado las
denuncias falsas de que el ejército de Siria y el presidente Asad, usan
armas químicas para combatir a los terroristas que han ocasionado
imponderables daños a los sirios, con un saldo de destrucción, muertos y
refugiados alarmante. Al no poder derribar al gobierno legítimo de
Siria, Los Estados Unidos han acudido a Arabia Saudí, a Turquía, a
Israel y a otros países árabes que, en desvergonzada traición a sus
hermanos sirios, se han prestado para avalar y patrocinar la tragedia en
ese país. Por suerte para los sirios, han recibido la cooperación
invaluable de Rusia, a través del Presidente Putin, de Irán y de
Hezbolá. La conjunción de fuerzas formada por el ejército y el pueblo de
Siria y los apoyos de los países amigos han llevado a Isis a una
situación de inminente derrota. Y, para evitar tal derrota, Turquía
invade la zona Norte de Siria; Israel bombardea al ejército sirio; los
terroristas reciben entrenamiento, armas y dinero de Estados Unidos y de
vez en vez lanzan gases letales sobre la población para acusar al
gobierno Sirio, gobierno que ya entregó su arsenal de gases tóxicos,
mediante certificación por la ONU. Como respuesta Trump está dolido por
los muertos en Idlib, a causa del gas tóxico que, sin la menor duda, ha
utilizado Isis como estrategia para culpar a Siria. Trump, entonces, advierte
que está dispuesto a actuar. Hay un problema para que tales amenazas se
cumplan: los colmillos también afilados de Rusia, Hezbolá e
Irán que han ratificado su apoyo a Siria, como país soberano. Sin
embargo ha actuado -70 misiles- y ha causado destrucción y muerte entre
los sirios. Claro estas muerte no cuentan, porque para USA el asesino es
Asad.
En
el caso de Venezuela, los norteamericanos iniciaran su asedio durante
sus gobiernos anteriores, principalmente durante la administración del
Presidente Obama, el flamante Premio Nobel de la Paz, cuya
administración se caracterizó por ser guerrerista y sanguinaria. No
pudieron los yanquis con Chávez y ahora arremeten en contra del gobierno
de Nicolás Maduro, gobierno al que Trump ha puesto, también, en la
mirilla y se ha comprometido, públicamente, a enmendar los entuertos de
su desenfocada visión, tanto en Venezuela como en Siria y otros países
que ahora no comento porque este trabajo sería interminable.
Trump
quiere que la Venezuela Bolivariana entregue el gobierno a la derecha
recalcitrante porque tal pacotilla devolverá a las transnacionales del
petróleo el control de las riquezas naturales del país. Le enfadan a
Trump los avances sociales logrados por la revolución chavita
bolivariana y han sometido a ese pueblo a un acoso económico y político,
tal y como lo hicieron con Guatemala, durante el gobierno de Árbenz,
con Cuba revolucionaria, con la Dominicana gobernada por Juan Bosh, con
la Nicaragua sandinista, con Grenada de Bishop, con Panamá para intentar
volver al control de Canal, con Haití nación a la que no le han
permitido dar un paso hacia adelante, con Brasil ahora gobernado por
corruptos, con Argentina en manos de la derecha radical que niega los
derechos de los de abajo y de los trabajadores, con el Paraguay atrasado
y sumiso, con el Uruguay que simula tener un gobierno progresista pero
que adopta las políticas dictadas por la Casa Blanca.
Ha
instrumentalizado a la OEA, Los Estados Unidos. Y el libreto es
exactamente el mismo que se utilizó cuando el gobierno norteamericano
derrocó, mediante una invasión al gobierno de Árbenz en Guatemala, el
mismo libreto que intentaron poner en escena cuando invadieron Cuba,
país que se defendió con heroísmo y por tal motivo fue expulsado de la
OEA.
Los
peones son casi los mismos, con las excepciones de Nicaragua, El
Salvador, Bolivia, Ecuador, que han adoptado la posición de la dignidad,
de tal manera que no han podido lograr la mayoría necesaria para
condenar a Venezuela, para condenarla, insólito, de absurdos que, sin
embargo, son realidades en sus respectivos países: los asesinatos de
estudiante y periodistas en México de su gobierno surgido del fraude
electoral, la burla al pueblo de Guatemala que derrocó al tirano y se
dejó montar un payaso, el acomodo servil de Costa Rica y Colombia, el
pinochetismo de Chile, los salteadores del poder en Brasil, los
atropelladores de la Constitución en Paraguay, el impopular Machi de la
Argentina,… Pero sobre todo el vasallaje de Honduras a quien incluso le
ponen a violentar el orden jurídico de la OEA y le empujan a suplantar a
la presidencia de ese organismo. Pero lo más insólito: reclaman por la
falta de medicinas y alimentos gobiernos cuyos pueblos no tienen ni
medicinas ni alimentos. En Honduras los medicamentos y los fondos para
comprarlos fueron saqueados por este régimen nacionalista y a los
desheredados les engañan con un mendrugo al año, sobre todo en tiempos
de elecciones.
Pero,
cuidado, señor Trump: Siria y Venezuela Bolivariana son huesos duros de
roer. Sus ejércitos y sus pueblos saben sus deberes revolucionarios. De
su valentía y determinación, al no permitir el triunfo de cualquier
agresión, depende, en gran medida, el futuro del Medio Oriente y de
América Nuestra, la de Bolívar, Martí, Fidel, Torrijos y Chávez. La
humanidad entera celebrará el triunfo de la razón en contra de la
brutalidad.
Hermanos
sirios, humanos bolivarianos venezolanos, el mundo les ve y admira su
coraje de resistir. El mundo estará solidario con vuestra causa justa,
totalmente.
Estafeta
Estafeta
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