Lo hicieron renunciar a su pensión y no puede morirse antes de diez años.
Por: Redacción CRITERIO
Abril 7,2017 / redaccion@criterio.hn Tegucigalpa.-
A “Beni” Moncada, así le llaman sus amigos de la prensa, le llegó el momento del retiro. A sus 65 años estaba listo para gozar de su merecida pensión de jubilado después de aportar durante casi 26 años, religiosamente, al instituto de pensiones de los periodistas.
Pero
tendrá que seguir trabajando porque sus colegas apenas le ofrecieron
5,600 lempiras como pensión. ¡ Y cómo sobrevive con esta cantidad!
Beni Moncada conversó ampliamente con Criterio.hn y nos mostró las evidencias de su crítica situación.
Juan Antonio Moncada es un veterano
periodista de la radio en Honduras, con una destacada y larga
trayectoria en la emisora HRN y radio Reloj. Apenas cumplió la edad
obligatoria para su retiro, se presentó jubiloso a las oficinas del
Instituto de Previsión Social del Periodistas (IPP) en Tegucigalpa,
confiado en que le darían una pensión digna, pero Omar Calderón Milla,
el perpetuo gerente, le bajó el entusiasmo sin ningún miramiento.
“Le
podemos dar unos 5.600 lempiras como jubilación”, le dijo secamente
Calderón Milla. “Yo le dije que eso es muy poco, y él me dijo que hay
unos periodistas que tienen menos” como monto de pensión, recuerda
Moncada de su entrevista con Calderón, un gerente que recibe un salario
mensual superior a los 80.000 lempiras.
“No es
posible que una persona, y menos dos, puedan vivir con 5.500 o 5.600
lempiras. No me imagino cómo colegas periodistas jubilados pueden vivir
con 2.700 lempiras o menos”, comentó el periodista entrevistado por Criterio.hn
“Eso me
ofrecieron de jubilación”, dijo Moncada aún sorprendido e incrédulo por
la cantidad que le ofreció Calderón. “A mi esa oferta me extrañó, porque
después de tanto tiempo de estar en el sistema, como era posible que me
dieran esa cantidad de dinero”, agregó.
Moncada
tiene razón de estar anonadado por la escasa pensión que le ofrecían, ya
que sus contribuciones al sistema han sido progresivas, y en los
últimos años cotizó sobre salarios de entre 13,600.00 y 15,696.11
lempiras mensuales con porcentajes de entre un 5 y un 9 por ciento, como
contribución personal, más las aportaciones patronales de un 10 por
ciento sobre los salarios de los afiliados.
Pero no
solo “Beni” ha sido defraudado con las pobres pensiones que da el IPP.
Lo mismo le pasó, recientemente, al periodista Mario Valladares, a quien
le ofrecieron la cantidad de 1.000 lempiras mensuales como pensión.
Varios
comunicadores veteranos apenas sobreviven con la exigua pensión que les
dan, como es el caso de José Domingo Flores, quien en la última asamblea
del Colegio de Periodista de Honduras, pidió dramáticamente a los
directivos un aumento de su precaria pensión.
Los
periodistas atraviesan esta calamidad en su retiro por vejez, no
obstante que su instituto de previsión tiene las cotizaciones más altas
de los entes similares. La aportación patronal es de un 10 por ciento
sobre el monto total de los salarios desde que el IPP comenzó a operar
en 1987, mientras que la contribución de los periodistas se fue
incrementando progresivamente, pasando de 3.5 por ciento, a un 9 por
ciento en la actualidad.
“Yo
esperaba como jubilación unos 8.000 lempiras, quizás más, pero cuando me
salen con 5.600 lempiras yo me voy de espaldas”, dijo Moncada.
De los
casi 70 periodistas jubilados, muchos tienen pensiones de 2.700 lempiras
o menos, y otros con más suerte, entre 4.000 y 5.000 lempiras, en un
sistema de previsión que es el único en Honduras que nunca ha sido
supervisado por la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS).
Beni,
desde octubre de 1991 hasta abril del año 2016 aportó en su condición de
afiliado 121,893.69 lempiras, más unos 221,646.91 lempiras de
contribuciones patronales, más las aportaciones estatales y las
utilidades que genera el sistema por las inversiones.
Juego de la ruleta rusa y el miedo
Cuando se
presentó al IPP a pedir su pensión por jubilación, Beni Moncada se vio
sometido a una especie de juego de la ruleta rusa. “Me presentaron tres
opciones, la primera es que me pueden entregar los 5.600 lempiras como
pensión” mensual, pero Calderón, intimidando a Beni, le advirtió que “si
yo me moría dentro de unos tres meses, si yo moría en cualquier
momento, ese dinero –que se destinaría al pago de la jubilación mientras
estuviese vivo– lo absorbería el Instituto de Previsión Social del
Periodista — y no le entregarían absolutamente nada a la familia”.
“Ese
asunto me preocupó mucho”, comentó Moncada, quien se sintió más agobiado
porque no solo es que la pensión sería escasa, sino también que su
familia quedaría desprotegida en el caso de una muerte inesperada.
“La otra
opción fue que yo podía recibir el dinero de las aportaciones personales
y las aportaciones patronales que ascendían a unos 353.000 lempiras
(sin cómputo de intereses). Y la tercera, era que yo firmara un
documento de AFP, que es un proyecto que tiene el IPP con el Banco
Atlántida”, agregó.
“Él
–Calderón Milla– me dijo que en la AFP me iban a pasar mis aportaciones.
Que yo iba a ganar intereses. Mi sorpresa es que cuando yo firmo el
documento para entrar al Fondo de Pensiones del Banco Atlántida, observo
–al leerlo– que no me dice absolutamente nada de las aportaciones
patronales y tampoco de las utilidades”.
Atemorizado
por la advertencia de Calderón Milla en el sentido de que si optaba por
recibir una pensión mensual su familia no recibiría ninguna cantidad,
en caso de fallecer, –Moncada firmó el contrato que le presentó el IPP
para depositar sus fondos en la AFP Atlántida.
Y le
dijeron que tiene que seguir pagando 3,082.00 lempiras mensuales para
alimentar el Fondo, al que únicamente le transfirieron sus aportaciones
personales.
Pero no
solo eso le pasó a Beni, resulta que si llega a fallecer antes de
acumular 10 años de aportaciones a la AFP Atlántida, es decir antes del
2026, sus dos hijas y su esposa no recibirán ninguna cantidad. El dinero
le quedaría al IPP, pues el fondo constituido en el contrato que firmó
se define como “el patrimonio del INSTITUTO” y el fondo “más sus
rendimientos, estarán en todo momento a disposición del INSTITUTO,
sujetos a su libre aportación y retiro”. Así que Beni Moncada no puede
morirse en los próximos diez años, porque lo pierde todo su familia.
“Si el
afiliado falleciere después de haber aportado 120 cuotas, sus
beneficiarios declarados al Instituto de Previsión Social del
Periodista, tendrán derecho a recibir el importe de lo ahorrado en la
Cuenta Individual al momento de su defunción”, dice el literal “e” del
artículo 4 del Contrato Privado para la Administración de un Fondo de
Pensiones, firmado por Moncada.
Al
preguntar a Moncada por qué no tomó la pensión mensual por jubilación,
dijo que ” no me iba a servir de mucho, y lo otro que me preocupó mucho,
es que mi familia se iba a quedar sin nada, entonces tomé la tercera
opción que fue firmar el documento con la AFP”.
Desde
hace más de 4 años, los directivos y la gerencia del IPP, han andado en
cabildeos con los afiliados para hacer que firmen el citado contrato,
el que únicamente reconoce las aportaciones individuales, no así las
patronales y los intereses acumulados, que son birlados al periodista al
no acreditarse en la cuenta de aportaciones.
“Yo me
pregunto dónde están los fondos de las utilidades, las aportaciones del
Estado, las cotizaciones de los empleadores cuál es su destino si no van
a servir para pagar una jubilación digna a los periodistas”, dijo
Moncada, quien denunció que en el contrato con la AFP, los directivos lo
hacen renunciar a lo establecido en el sistema de pensiones solidario
consignado en el Decreto 190-85, de creación del IPP.
La ley de
creación establece que para ofrecer los beneficios de jubilación y
pensión por invalidez más los servicios médico-hospitalario y seguro de
vida, el sistema se financiará con las transferencias estatales, las
aportaciones patronales y de los afiliados, además de las utilidades.
Hasta el
año 2013 las aportaciones estatales sumaban 53.2 millones de lempiras,
las utilidades 124.3 millones, las patronales 56.6 millones y las de los
afiliados 26.8 millones de lempiras.
El IPP transfirió al Fondo hasta el año 2015, unos 21 millones de lempiras de las aportaciones individuales de los afiliados.
Los
directivos del Colegio de Periodistas, los mismos del IPP, han realizado
toda clase de maquinaciones en su empeño por impedir ser supervisados
por la Comisión de Bancos y Seguros, y para ello han cabildeado con
políticos y legisladores.
Así
lograron en el año 2000 que el Congreso Nacional presidido por Rafael
Pineda Ponce, les aprobara una interpretación de la Ley de creación del
ente, que los eximía de la fiscalización de los órganos contralores del
Estado. La reforma, además de inconstitucional, ya es inaplicable ante
la vigencia de legislaciones posteriores.
Por
ejemplo, La Ley Marco de Protección Social, en su artículo 52 dice que
los institutos de Previsión que captan directa o indirectamente fondos
públicos deben proceder a registrarse en la CNBS y que si no lo hacen,
no podrán incorporar nuevos afiliados y los que están en el sistema
podrán migrar a otros entes que les ofrezcan beneficios mayores, sin
imponérseles ningún castigo pecuniario.
Los
directivos del IPP en su afán por esquivar la supervisión y auditoría de
sus operaciones financieras y administrativas por parte de la CNBS,
omitieron desde el año 2014 el requerimiento de las transferencias
estatales, lo que representó hasta el 2016 una pérdida para los
afiliados de 2.8 millones de lempiras, cantidad que se incrementará a
3.7 millones de lempiras, si no son requeridos los fondos asignados para
2017.
http://criterio.hn/2017/04/07/instituto-del-periodista-le-ofrece-calamitosa-pension-longevo-comunicador/
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