Publicado en: defensores -
El Ministerio Público ha anunciado que el 5 de mayo procederá a
exhumar los restos de Juan Humberto Sánchez por cuya desaparición,
torturas y asesinato fue sentenciada la Fuerza Armada hondureña el 7 de
junio de 2003. El “argumento” es que los “expertos nacionales” la última vez
extrajeron muestras del fémur de la víctima pero debían haberlo hecho de
las cavidades maxilares, la placa dental y otras partes del cadáver,
para contrastarlas “debidamente” con las pruebas de sangre obtenidas de
sus parientes.
Es decir, las autoridades fiscales dudan de los exámenes científicos
practicados por el mismo Ministerio Público, y no les importa el dolor
que causan a la familia, especialmente a doña Dominga, volviendo a
profanar la tumba de Juan Humberto 25 años después de su crimen. Eso es
como volverlo a matar. Y no les importa el ridículo de hacerlo como un
desafío a la sentencia de la Corte Interamericana de hace 14 años, que
ya dio su veredicto.
En los hechos probados durante este proceso, el batallón de soldados
fronterizos expertos en orejismo contrainsurgente, secuestró a Juan
Humberto en la aldea Santo Domingo de Colomoncagua en julio de 1992; lo
torturó hasta la muerte en los alrededores y lo lanzó a la corriente del
Río Negro, flagelado. Por eso fue sentenciado 11 años después.
Posterior a esa sentencia de junio 2003, en todo el proceso de
“cumplimiento” formal, el Estado ha recurrido a una serie de leguleyadas
como recursos de negación, interpretación, oposición, revisión y
retardo de sus deberes materiales e inmateriales con los parientes de la
víctima. Y ahora quiere seguir incumpliendo y maltratando,
revictimizando, desenterrando.
En lugar de enjuiciar al jefe de las Fuerzas Armadas de entonces, el
general Discua Elvir y al comandante regional de aquella época, finge
que busca a los ejecutores, un grupo de indígenas lencas vestidos con
uniformes militares dirigidos por expertos caza combatientes.
En 1992 Juan Humberto le creyó a Callejas, quien llamó a todo el
exilio político a regresar al país sin miedo, al amparo de un decreto de
amnistía amplia, pero esos perros guardianes del sistema esperaban con
sus colmillos al valiente operador de Radio Venceremos.
La familia Sánchez, que ha sufrido demasiado dolor en todos estos
años con la impunidad impuesta como política de Estado, observará otra
vez a los sepultureros insensibles cómo abrirán la tumba de su ser
querido en el Llano Grande de Colomoncagua.
Con esta descortesía por demás innecesaria y ridícula, el Estado de
Honduras es responsable del daño psicológico que inflige sobre las
víctimas y ahora, en consecuencia, le tocará reparar esos daños.
En consecuencia aquí no queda más que decirle al Estado de Honduras
que es un cínico en su deber de investigar y sancionar a los militares
que torturaron y mataron a Juan Humberto Sánchez, porque al poner en
duda la existencia del cuerpo de la víctima genera de modo intencionado y
perverso una situación de revictimización de la familia Sánchez.
Además pone en grave predicado la honestidad de la Fiscalía, que ha
probado negligencia inexcusable en el levantamiento, examen y custodia
de restos óseos y pruebas de ADN en casos pasados y recientes de
víctimas de represión. Y ahora lo reconfirma.
Por esta conducta insensible, inhumana y anti ética del amasijo
institucional constructor de impunidad y violencia de Honduras, que
utiliza las fiscalías para proteger a los agentes investidos de
autoridad acusados de crímenes comunes y políticos, va nuestro repudio
esta noche.
Y expresamos repudio no solamente por ser solidarios con la familia
Sánchez, sencillos hombres y mujeres del campo, sino porque nos da
vergüenza la actuación de un Estado invertido, que protege a los
delincuentes de toda laya – incluyendo a los narcos y a los corruptos
del Seguro Social — y revictimiza a las personas agraviadas.
Ante este hecho, no podemos callarnos. Y hacemos un llamado a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos a condenar la desafortunada
actuación de un Estado parte de la Organización de Estados Americanos.
Y a ustedes les pedimos, también amigos y amigas oyentes, condenar a estos cobardes!
Editorial Voces contra El Olvido sábado 22 de abril 2017
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