Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos // Buscan "cómo emigrar a Canadá" tras victoria de Trump // La rabia blanca pesó más que la indiferencia hispana
Donald Trump convirtió el insulto en un arma política. | Foto:ReutersEl candidato republicano que avivó a la extrema
derecha obtuvo 279 votos electorales y se convirtió en el presidente N°
45 de EE.UU. Publicado 9 Noviembre 2016.
El candidato
republicano Donald Trump obtuvo 279 votos electorales y se convirtió en
el presidente N° 45 de Estados Unidos tras vencer a su principal
contrincante, la demócrata Hillary Clinton, que obtuvo 218.
En su primer
discurso como presidente, Trump aseveró que "si trabajamos juntos
podemos comenzar la tarea de reconstruir nuestro país". Expresó
que "ahora es momento de que EE.UU. cure las heridas de la división
trabajando juntos. Debemos unirnos como un solo pueblo".
Se comprometió a
ser el presidente de todos los estadounidenses y aseguró que EE.UU.
tendrá buenas relaciones con las naciones del mundo.
Trump tuvo al
mass media en contra durante su campaña electoral, debido a que le
acusaban de xenófobo, misógino y racista, debido a sus fuertes
declaraciones sobre inmigrantes, entre ellas, la construcción de un muro
en la frontera entre México y EE.UU.
En junio de
2015, desde la torre Trump, el empresario con ascendencia alemana y
escocesa anunció su candidatura formal para las elecciones
presidenciales 2016 de la mano del Partido Republicano.
Su campaña
electoral estuvo sellada por una serie de propuestas que calaron en el
público anti establishment y exacerbaron la extrema derecha nacional e
internacional. Algunas milicias partidarias de Trump aseguraron
previamente que estarían "alertas para defender los resultados".
Las promesas de Trump sobre migración
Muro Fronterizo
La construcción
de la obra en la frontera sur con México para frenar los flujos de
inmigración clandestina. “México debe pagar el muro”, precisó Trump. La
frontera entre Estados Unidos y México mide 3 mil 185 kilómetros, lo que
implicaría que la obra tendría un costo gigantesco, de miles de
millones de dólares.
Expulsar a inmigrantes indocumentados
El plan de
Trump de deportar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados
encogería la población estadounidense en un tres por ciento.
Con esta medida
la economía estadounidense sufriría por la falta de esa mano de obra
–que además es barata- y adicionalmente por los enormes costos, entre
400 mil y 600 mil millones de dólares que llevaría esa gigantesca labor,
según el grupo conservador Action Forum en los que incurriría el Gobierno.
Los mexicanos
representan casi la mitad de esa cifra. En 2014, había 5.6 millones de
inmigrantes mexicanos no autorizados viviendo en Estados Unidos, de
acuerdo con datos del Centro de Investigación Pew.
Bloquear remesas
Una propuesta
iniciada en abril para presuntamente hacer que México pague por el muro:
modificar una norma dentro de la ley antiterrorismo para cortar los
envíos de dinero a México hasta que se realice el pago. De acuerdo con
la campaña, México perdería más de 25 mil millones de dólares por el
bloqueo de remesas.
Trump se convirtió en el presidente N° 45 de Estados Unidos, al vencer a Clinton. | Foto: Reuters. Publicado 8 Nov.2016. Mientras
las internautas buscaban en Internet "cómo emigrar a Canadá", los dos
medios oficiales de esta información en Ottawa quedaron fuera de
servicio.
Luego de que se
conociera la victoria del candidato republicano Donald Trump, se
incrementaron las búsquedas en Internet de términos como “emigrar”,
“cómo emigrar a Canadá” y “fin de mundo".
Mientras
avanzaban los resultados de los comicios presidenciales, los dos
portales oficiales de Canadá sobre información para inmigración a ese
país quedaron fuera de servicio.
El pánico sobre
lo que le espera a EE.UU. con Trump en la Casa Blanca también se
apoderó del mercado internacional, en el que se registró una caída de
las bolsas.
>> Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos
El candidato
republicano Donald Trump obtuvo más de los 270 votos electorales y se
convirtió en el presidente N° 45 de Estados Unidos tras vencer a su
principal contrincante, la demócrata Hillary Clinton.
En clave de grupos más o menos homogéneos dentro de los
Estados Unidos, los resultados electorales mostraron algo: los latinos o
hispanos no fueron lo suficientemente activos y los varones blancos, en
cambio, votaron con ganas. Simplemente sintieron ganas de ir a votar y
lo hicieron. Fueron protagonistas de la guerra interna que les propuso
Donald Trump. Pusieron su rabia en las urnas.
El matrimonio entre los hispanos y el Partido Demócrata tiene poco más
de 50 años. Muchos demócratas en el siglo XIX eran tan racistas que
algunos hasta se opusieron al robo y la anexión de territorios que
pertenecían a México. Y no porque respetasen la soberanía mexicana sobre
California. El esclavista John Calhoun llegó a decir: “Nunca hemos
soñado incorporar a nuestra Unión raza alguna que no sea caucásica: la
libre raza blanca”. Agregaba: “Protesto contra la unión con México
porque el nuestro es un gobierno de la raza blanca”. Recién en 1960, con
John Fitzgerald Kennedy, los demócratas comenzaron a seducir a los
hispanos o latinos. Desde ese momento el voto mayoritario de la
comunidad latinoamericana en condiciones de sufragar fue siempre para
los candidatos del Partido Demócrata. El análisis más fino permitirá
establecer hasta qué punto eso se concretó en masa o no en estas últimas
elecciones.
Según cifras de la ONG Votolatino.org cada 30 segundos un ciudadano
norteamericano de origen latino cumple los 18. Son 803 mil en un año.
Esa progresión hizo que en estas elecciones los latinos alcanzaron los
27,3 millones de votantes potenciales. Pero no todos se registraron para
votar pese a la campaña de Hillary Clinton para que lo hicieran. Y ni
siquiera todos los registrados votaron. No es nuevo. Ya en 2012 el 41
por ciento de los latinos no se había inscripto para votar, un fenómeno
muy marcado entre los menores de 30 años.
Tampoco tuvo éxito la otra organización importante además de Voto
Latino, el CHCI, un instituto motorizado por los congresistas de origen
hispano que preside la representante (diputada) Linda Sánchez, hija de
inmigrantes mexicanos. En el directorio figuran también los ejecutivos
latinos de corporaciones, como Rudy Beserra de Coca-Cola, Ed Loya de
Dell, Mario Lozoya de Toyota, y una dirigente sindical como Esther
López, de los trabajadores de comercio.
Naturalmente no todos los dirigentes latinos son
demócratas. Dos de los derrotados por Donald Trump en la interna
republicana fueron Marco Rubio y Ted Cruz. Dos hispanos.
Y es obvio que, en la historia de las últimas décadas, los latinos que
llegaron al Departamento de Estado no fueron los más cariñosos hacia los
cambios en el sur del continente. Basta pensar en el ex embajador en la
Argentina Lino Gutiérrez o en el ex subsecretario de Asuntos
Interamericanos Roger Noriega, un promotor de las acciones contra los
gobiernos de Cuba y Venezuela y coautor de la ley Helms-Burton de 1996
que completó el bloqueo contra la isla castigando a las compañías de
terceros países que comerciaran con ella.
En buena medida durante muchos años las posiciones políticas de la élite
latina conservadora estuvieron determinadas por el conflicto con Cuba y
la influencia del lobby anticastrista de Miami guiado por la Fundación
Cubano Americana de Jorge Mas Canosa.
El lobby cubano de ultraderecha no desapareció pero perdió influencia
por razones biológicas (las nuevas generaciones no tienen el odio de las
viejas, un odio forjado en la Guerra Fría o en el propio exilio), por
la mayor plasticidad de La Habana y por el crecimiento relativo mucho
mayor de los latinos originarios de otras comunidades, notoriamente los
de origen mexicano. Este contingente no tiene la política exterior como
tema principal de su agenda sino las cuestiones de radicación, de
trabajo y de comercio.
En los años ’60 los latinos se preocupaban por el chicano pobre.
En los ’90 por el refugiado producto de la crisis
mexicana, el NAFTA vigente desde 1994, la violencia narco y la violencia
de la guerra antinarco. En un ensayo recogido por el Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales el investigador José Manuel
Valenzuela Arce escribió que ya no se puede entender qué sucede en
México sin comprender el México de afuera, las redes comunitarias
transnacionales y las industrias culturales. La frontera de tres mil
kilómetros es a la vez un tema permanente y un límite que otros
fenómenos traspasan y superan sin que por ello la supriman.
Los Estados Unidos de hoy no se entienden sin la migra, el servicio de
patrullas que impide el cruce de los mexicanos hacia tierra
norteamericana y luego persigue a los ilegales. En el mercado mexicano
de Los Angeles la mayor cantidad de cartelitos promociona abogados
especialistas en litigios de residencia. Y los que pasaron los
obstáculos legales, ¿votan? ¿Votaron? ¿O no se sintieron convocados por
nadie?
Canta Lila Downs: “Los hombres barbados vinieron por barco/ y todos
dijeron mi Dios ha llegado/ ahora pal norte se van los mojados/ pero no
les dicen welcome hermanos”. Y también: “Si el dólar nos llama la raza
se lanza/ si el gringo lo pide al paisa le cuadra/ los narcos, la migra y
el border patrol/ te agarran, y luego te dan su bendición”. Downs, de
48 años, nació en Oaxaca de madre indígena y padre norteamericano y a
los 14 se radicó en los Estados Unidos.
Según escribió el estudioso Arturo Santa Cruz en el libro “La segunda
presidencia de Obama”, que compiló el chileno Luis Maira, el voto latino
en los Estados Unidos tiene dos raíces. Por un lado la raíz económica.
En 2013 el ingreso promedio de los hogares latinos es de 38.039 dólares
anuales, contra 51.861 dólares promedio de los hogares blancos. Los
negros están todavía peor: 32.584 dólares de promedio. Entre los latinos
la tasa de desempleo es tres puntos mayor que entre los blancos. Salvo
en los estratos superiores, como los ejecutivos de Wall Street, hasta
2012, al menos, la relación entre voto y nivel socioeconómico fue
directa. En las anteriores elecciones el 63 por ciento de los votantes
con ingresos inferiores a 30 mil dólares anuales votó por Barack Obama.
Tantos perjudicados, ¿votaron?
La otra raíz del sufragio es identitaria y hace que incluso sean mayoría
los latinos que votan a los demócratas entre los sectores con ingresos
superiores a los 80 mil dólares. La identidad es la noción de
pertenencia a un mismo grupo social construida de manera muy fuerte en
las marchas por la igualdad de los migrantes después de los años ’60 e
incluso en los ’80. En las encuestas el 100 por ciento de los latinos o
hispanos se identifican como tales. Lo hacen por esa idea de
pertenencia, por lucha contra la discriminación o en menor medida como
primer paso para emprender acciones colectivas.
La mayoría de los latinos piensa que el Partido Republicano o no se
preocupa por ellos o es abiertamente hostil hacia los hispanos. Un
espanto que no se transformó en política a favor de Hillary como parecía
haber ocurrido con Bernie Sanders en las primarias. El miedo hispano a
la deportación y a la miseria estuvo lejos de convertirse en una fuerza
política arrolladora capaz de vencer la inercia para que, más allá de
sus creencias pasivas, los latinos se hicieran practicantes del voto.
Esta ecuación entre crecimiento demográfico, participación política y
nivel de sufragio efectivo será clave para un país donde, en 2060, los
hispanos serán 138 millones. Uno de cada tres norteamericanos del
futuro.
* Martin Granovsky
Periodista y licenciado en Historia. Columnista del diario Página/12 de
la Argentina, conductor de Sostiene Granovsky por CN23 y coordinador de
la TV del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, www.clacso.tv.
También dirige el Núcleo de Estudios del Brasil de la Universidad
Metropolitana para la Educación y el Trabajo y es profesor en el
Instituto del Servicio Exterior de la Nación de la Cancillería. En
Twitter, @granovskymartin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario