*Rodolfo Pastor Fasquelle
Una vez al año, los jefes (as) de Estado del globo se dirigen por unos minutos a la Asamblea General de NN.UU., es decir al planeta. En general, sin embargo usan ese podio ante el mundo, para hacer política local. Para representarse ante sus ciudadanías propias como tutores (as) de la paz y del derecho, paladines del desarrollo y fieles representantes de los intereses de sus pueblos ante otros más poderosos. Hay diferencias entre el discurso que se publicó aquí en Honduras, (en casi toda la prensa escrita) y el que el Presidente Hernández leyó esta semana pasada en Nueva York. (Se lo debe haber corregido Callejas a última hora.) La versión que leyó JOH mejora borrando el primer párrafo impreso, en el que se felicita por haber nacido en una aldea remota de Lempira. Es que no importa. Aquí todas son aldeas y todos son indios pelos parados. Y en ambas versiones del discurso, el Presi falsea los datos.
Cuando reivindica como logros personales el mayor crecimiento económico, el afianzamiento de la seguridad publica, la defensa de los derechos humanos y la resolución de los problemas sociales. Hay estadísticas creíbles que reflejan una mejora en la recaudación fiscal y el control del déficit, todo lo cual es bueno para el gobierno, y a la larga para el Estado. Y el FMI lo ama. Crecemos más porque venimos de menos. Yo estoy de acuerdo con la depuración policial. La prensa colabora a edulcorar para el paladar presidencial. Y hay cosas que son cuestión de percepción.
Pero también hay líneas claras que dividen la mentira de la verdad. (Los gobernantes deben decir la verdad ¿lo decía Machiavello? porque eso facilita concitar el consenso preciso para ejercer sus funciones.) Honduras es el país más peligroso del Continente para los defensores de los derechos humanos. No es cierto que este gobierno hubiese traído al país un aumento sustancial de la inversión extranjera o en la inversión nacional, hoy ahogada por varias diversas causas. Nunca despegaron las zonas especiales de desarrollo y pese a Firsa la inversión en el agro sigue estancada porque aunque haya con que la gente tiene que creer para invertir. Después de años Juan Hernández tampoco ha conseguido bajar un solo punto los índices de pobreza y miseria en el país con sus bonitos proyectos asistencialistas, porque están diseñados mas bien para afianzar los sistemas electorales clientelares. Y miente también por omisión JOH.
Miente
cuando omitiendo explicitar el acto violento, la protesta popular y la
represión policíaca militar, asegura que en Junio de 2009 hubo una crisis política. Hoy muchos golpistas asumen una inocencia invocando ese eufemismo de una crisis sin actores.
(Romeo denuncia a Renato. Ud. fue uno de los que me exigía que actuara.) En efecto, tal como advierte JOH, ese golpe le
provocó al país mas daño, económico, político y social que todas las
catástrofes conocidas, con consecuencias especialmente negativas para
los sectores más vulnerables de la población. Pero fue de su
hechura. Nunca pudo realizarse sin su anuencia. JOH era el líder de la facción bipartita que, a las puertas de una elección general, botó, con un garrotazo parlamentario, al Presidente, al que acusaban de anhelar su reelección. (La fantasía de la contraparte ¿justifica romper un contrato?) Al pretextar una crisis espontánea y anónima, JOH evade la responsabilidad de haber causado ese daño, traicionando a la ley. Y no se puede.
Porque no prescribe y antes que enmienda ha de haber confesión.
Como tampoco es cierto que JOH después haya restaurado la democracia como se ufana de haber hecho en este discurso. Los avances
que cita en ese sentido, como la conciliación fue un logro diplomático
extranjero y la formación de los nuevos partidos políticos no son merito
suyo. Los formamos los opositores a contracorriente. JOH solamente
formó a los partiditos pirujos con que quiere hacer fraude el Partido
Nacional.
Y en cambio ha forjado un control personal omnímodo de las
instituciones, sigue impulsando proyectos autoritarios como el de la
reelección y obstaculizando los proyectos de reformas cívicas y
electorales que la democracia necesita para avanzar.
JOH pudiera estar convencido que él ha procurado una mayor seguridad
legislándole un poder policíaco omnímodo al gobierno y retrocediendo
con las garantías individuales, atropellando la integridad de la
judicatura y de la misma juridicidad soberana, asumiendo el control de
todos los poderes, en aras de una coordinación en el Consejo Nacional de
Seguridad (CNS) y creando –al mismo tiempo que promete retirarlos— más
batallones de una policía militar, involucrada en múltiples abusos,
atropellos a derechos elementales y crímenes de estado. Pero aquí no hay
paz y la tranquilidad. Eso es mentira.
Y
también es mentira que haya creado JOH –como insinúa el discurso— los
empleos anuales que precisa el país para evitar que los jóvenes salgan
corriendo con riesgo, si no desprecio, de sus propias vidas. ¿Ciento
veinte mil empleos anuales? Esa no pasa de ser una quimera, con la que
tampoco avanzamos. Más bien ha tirado gente a la calle su gobierno
concesionando y privatizando los servicios públicos, de manera clara si
solapada y a manos extranjeras. Y se equivoca al suponer que el
narcotráfico es la primordial causa del crimen. Aunque luego
contradictoriamente reconozca que la guerra contra el narco no es nuestra,
frase valiente ¿que expresa para evadir responsabilidad?
Aun si no
alcanza a explicar que lo que nos afecta de esa guerra es el terror que
ejercen ambos bandos en su desesperado afán de prevalecer.
La
del narco es una guerra entre el gringo que –con sus socios locales y
sudacos— importa droga, la distribuye y consume versus el gringo que
supone que es malo para la salud y hasta para la moral nacional. Es una
guerra en que ambas partes ensayan, como suele suceder en la guerra, sus
tácticas de terror, sin atender a los daños colaterales sobre inocentes
y otras consecuencias.
No
se puede ofender a los estadounidenses, sin afectar el comercio vital.
Pero aquí andan la DEA ametrallando canoas miskitas en el río y la
fiscalía de Nueva York cerrando bancos y empresas productivas según
criterios arbitrarios. La fiesta sigue y sigue.
Y
la prueba final del gran fracaso es que, después que JOH ya proclamó la
victoria, al crimen organizado le crecen múltiples nuevas cabezas como a
una hidra cada vez que se le decapita alguna, el precio de la droga
sigue igual y los jóvenes siguen migrando.
Sin duda sería peor ser el
país más violento, pero ser el sexto país con dos de las ciudades mas
violentas del mundo no debería consolar a ningún tonto. Por sus frutos
los conoceréis advirtió el Nazareno. Los de JOH son frutos amargos
recubiertos. Y es importante entenderlo porque entonces no es cuestión
de que le falte tiempo, como quiere si no de que lleva la ruta
equivocada. Hay otras. Claro que sí. Y hay que cambiar de ruta.
* Pensador hondureño http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/liberarte/1726-la-ruta-y-las-mentiras-de-joh-ante-el-orbe
No hay comentarios:
Publicar un comentario