Ollantay Itzamná
ALAI AMLATINA, DD/MM/2016.-
Uno de los legados involuntarios de la última globalización cultural occidental es justamente la glocalización (despertar de las identidades particulares diferenciadas). El presente siglo, en comparación, a los anteriores, es y será testigo de diferentes procesos de reconstitución identitarias y territoriales de los pueblos indígenas, dentro y fuera de las fronteras de los bicentenarios estados republicanos de la región.
En y
desde diferentes puntos geográficos del Abya Yala, los pueblos
despojados y subalternizados construimos caminos de emancipación con
diferentes dinámicas, aprovechando los intersticios o descuidos que el
sistema-mundo-occidental siempre deja en su intento de hegemonía
cultural.
Dichos
caminos están fundamentados en los derechos colectivos de los pueblos
indígenas establecidos en el derecho internacional y en algunos
ordenamientos jurídicos internos de los países. Específicamente, el
derecho a la consulta previa, libre e informada es una de las mejores
herramientas jurídicas que los pueblos utilizamos para hacer prevalecer
nuestros derechos ante los intereses empresariales foráneos en nuestros
territorios.
Si bien
los procesos de reconstrucción identitaria, tanto individual como
colectivo, han tenido avances significativos en los últimos años, sin
embargo, existen agendas postergadas pendientes que ayudarían, en buena
medida, a dar un salto cualitativo de los derechos culturales hacia el
ejercicio de los derechos políticos de los pueblos. Entre estas agendas
pendientes están:
Recuperación de tierras y territorios para hacer frente a la expansión del capitalismo de acumulación por despojo
En los
últimos años, los estados nacionales se han sometido al expansionismo
global del capitalismo neoliberal. Ya no hay Estado que proteja y
defienda la vida, la dignidad y la soberanía de los pueblos. Mucho
menos, la preservación del sistema-tierra.
En
estas circunstancias, la lucha por la restitución de los territorios
indígenas no es únicamente un asunto económico, ni sólo para el
ejercicio del poder indígena, sino es sobre todo para proteger la Vida
en y desde los territorios.
Instaurar estados plurinacionales con autonomías indígenas
En el
marco normativo de los Estados naciones mestizos vigentes no es posible
la garantía, ni el ejercicio de los derechos colectivos de los pueblos
indígenas.
Los
Estados nacionales son esencialmente monoculturales y centralistas,
donde los pueblos indígenas subsistimos sin Estado (sin derechos), e
incluso en contra de la voluntad de éste. Por ello, es urgente
transformar los estados mestizos en estados plurinacionales,
descentralizados y con autonomías de territorios indígenas.
Para
que los pueblos disfrutemos y ejerzamos nuestros derechos colectivos,
los territorios indígenas deben ser autónomos política, legislativa,
jurídica, económica, cultural y administrativamente. Todo esto debe
estar dispuesto expresamente en las constituciones políticas de los
Estados plurinacionales.
Disputar la hegemonía de la modernidad desde la propuesta del Buen Vivir
La
racionalidad lineal simplificadora se ha impuesto en el planeta como el
único modo de ver y explicar el mundo. De allí, la supremacía de la
ciencia occidental como la ciencia universal. Eso pasa también con el
método de la construcción del conocimiento, con el conocimiento escrito,
etc.
La
modernidad tecnológica, en la medida en que se ensancha como estilo de
vida, ha acelerado los procesos devastadores en contra de nuestra Madre
Tierra.
Nuestra
Madre Tierra necesita tiempo, pausa, descanso, para restaurar sus
condiciones vitales y reequilibrar su temperatura adecuada. Para esto
debemos cambiar nuestros hábitos de consumo. Dejar de soñar con ser
ricos, vivir con austeridad y restaurar la convivencia equilibrada en la
comunidad cósmica. Éste es el camino hacia el Buen Vivir.
Restaurar el rol de la comunidad humana dentro de la comunidad cósmica
Las y
los indígenas tenemos el gran desafío de pensar, sentir y actuar con
lógicas comunitarias. Necesitamos ser más defensores que líderes, más
cooperantes que competentes, ser más comunidad que individuos.
La
lógica y el modo de estar comunitario deben reextenderse a nuestro modo
de convivencia en y con la comunidad cósmica, donde el sujeto de
derechos ya no sólo seamos los humanos, sino también el resto de los
seres materiales y espirituales. Debemos restaurar nuestra misión de
cuidadores y puentes simbólicos en el tejido de la comunidad cósmica.
Superar el monoteísmo y antropocentrismo
Los
humanos (varones) nos creemos el centro (medida) de toda la casa cósmica
porque creemos que somos los únicos predilectos (imagen y semejanza)
del único Dios verdadero. De esta falsa conciencia antropocéntrica nace
el individualismo liberal consumópata que cree que toda la naturaleza
está a su disposición para saquear.
El
antropocentrismo macho, blanco y rico es la base de todos los intentos
criminales de la anulación sangrienta de la comunidad humana
multicultural en el planeta. Por ello, restaurar y ampliar/profundizar
nuestras ecoespiritualidades plurales y abiertas, y trascender hacia un
modo de pensar, sentir y actuar cosmocéntrico es nuestra tarea urgente.
Superar los dispositivos coloniales aprehendidos
Es
fundamental avanzar de los derechos culturales (muchas veces
folclorizadas) hacia el ejercicio de los derechos políticos. Tierra y
territorio con autonomía, autodeterminación de los pueblos, consulta
previa, etc., son caminos que necesariamente debemos recorrerlos como
pueblos.
Si lo
indicado hasta ahora ya son caminos empinados, los caminos de
transformación hacia adentro son igual o más difíciles aún. Debemos
matar al colonizador racista, machista, monoteísta, clasista,
antropocéntrico que habita en cada uno de nosotros/as.
¿Cómo
hacer que las y los indígenas, a mayor grado de educación académica y
“ascenso” social, no sigamos reproduciendo endémicos males como el
racismo, clasismo e individualismo instalados en y por el sistema? ¿Cómo
hacer que a mayor oportunidad de acceder a espacios de tomas de
decisiones no seamos prepotentes, avaros e insensibles con los nuestros y
los otros? ¿Cómo hacer que en la medida que los patrones nos permitan a
su mesa no miremos con desprecio, ni desdén a nuestros hermanos/as
despreciados por los patrones?
¿Cómo
estar en el sistema sin aprehender, ni reproducir/defender los vicios
del sistema como virtudes idealizados? Estos y otros son desafíos casi
existenciales para salir de la condición de la colonialidad en la que
subsistimos.
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