19 mayo, 2016 | Por: Redacción CRITERIO
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El
reciente asesinato de la dirigente indígena y ecologista Berta Cáceres
es un hecho demasiado familiar para Victoria Tauli Corpuz, la relatora
especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas.
En
todo el mundo, las y los indígenas son objeto de asesinato, violación y
secuestro cuando sus tierras se encuentran en el camino de la
deforestación, la minería y la construcción.
Según
la organización Global Witness, casi una persona indígena por semana
fue asesinada en 2015 debido a su activismo ecologista, o 40 por ciento
del total de las 116 personas que murieron por este motivo.
“No
debemos olvidar que la muerte de Berta se debe a su protesta contra la
destrucción del territorio de su pueblo”, recordó Tauli Corpuz en
entrevista con IPS.
Cáceres,
que fue asesinada el pasado 3 de marzo, sabía hace tiempo que su vida
estaba en peligro. Padeció la violencia y la intimidación como dirigente
del pueblo lenca de Río Blanco, que protestaba contra la construcción
de la represa de Agua Zarca en sus tierras tradicionales.
Su
activismo fue reconocido en el ámbito internacional, incluso por el
Premio Ambiental Goldman de 2015, que se otorga a los defensores de la
ecología en el mundo. Pero eso no alcanzó para protegerla.
Cáceres sabía que iba a morir, incluso había redactado su propio
obituario, según Tauli Corpuz, que se reunió con la dirigente indígena
durante una visita a Honduras en 2015. Cuatro hombres fueron detenidos
en relación con el crimen de Cáceres en días recientes.
Aunque
Tauli Corpuz expresó su beneplácito por las detenciones, añadió que la
situación no se aclararía hasta después del juicio, y que la verdadera
justicia tiene que ver con algo más que el proceso penal por el
asesinato de Cáceres. “No podemos dormirnos en los laureles y decir que
el asunto está concluido, porque ese no es el punto. El punto es todo
este asunto sobre la represa que sigue allí”, afirmó.
Tauli Corpuz escuchó relatos sobre la violencia contra otros activistas
indígenas en todo el mundo, en su calidad de relatora especial. Sus
experiencias tienen similitudes sorprendentes, ya que los indígenas son
objeto de violación, asesinato y secuestro cuando se interponen en el
camino de acceso a las tierras o recursos naturales.
“No
se puede desvincular la lucha de los indígenas por sus tierras,
territorios y recursos, de la violencia que se comete contra las mujeres
(y hombres) indígenas, sobre todo si se trata de violencia perpetrada
por las autoridades estatales o por elementos de seguridad de las
empresas”, destacó Tauli Corpuz.
Un
panorama más amplio revela la naturaleza cada vez más internacional de
los problemas que experimentan los pueblos indígenas en todo el mundo,
señaló.
“Una
parte muy importante de los problemas que enfrentan los pueblos
indígenas es que muchas de las cosas que suceden en sus comunidades
ocurren debido a las inversiones que llegan de los países más ricos”,
aseguró.
“El
Estado está destinado a ser el principal garante de la ley para la
protección de los derechos de los pueblos indígenas, pero al mismo
tiempo hay inversores cuyos derechos se protegen y es allí realmente
donde surgen gran cantidad de los conflictos”, expresó la relatora
especial.
En
Guatemala hay 50 mujeres indígenas que siguen esperando que se haga
justicia tras los asesinatos de sus maridos y la apropiación de sus
tierras en 1982, indicó Tauli Corpuz. Sus “maridos fueron asesinados por
los militares porque reclamaban los derechos a sus tierras. (Los
militares) llevaron a las mujeres a los cuarteles, las violaron y las
hicieron esclavas sexuales”, sostuvo.
Las mujeres tuvieron la valentía de llevar su caso ante los tribunales,
pero tuvieron que cubrirse los rostros porque todavía eran acosadas por
los militares, indicó. Cuando recientemente les preguntó a las mujeres
qué les gustaría en caso de ganar su caso, respondieron que les gustaría
recuperar sus tierras, que no les han sido devueltas en 33 años.
Tauli
Corpuz añadió que la justicia para los pueblos indígenas es incompleta
si sus tierras están protegidas, pero se les niega el acceso a las
mismas. La tierra “es la fuente de sus identidades, sus culturas y sus
medios de vida”, dijo.
Si
el bosque se conserva pero las personas son expulsadas de sus tierras,
“ese es otro problema que debe evitarse a toda costa”, observó. En otros
casos, los pueblos indígenas se ven obligados a abandonar sus tierras
cuando sus fuentes de alimentos son destruidas.
Por
ejemplo, una represa que se construye en el Amazonas no sólo está
destruyendo el bosque, sino que también expulsa a los peces de los ríos.
Tauli Corpuz señaló que es importante recordar que los pueblos
indígenas contribuyen con soluciones ambientales al cambio climático al
continuar con sus formas tradicionales de gestión de los bosques y demás
ecosistemas.
La
relatora especial tiene experiencia propia como activista indígena y
defensora ambiental. Como dirigente del pueblo kankanaey igorot, de la
región cordillera en Filipinas, ayudó a protestar con éxito contra la
construcción de la represa hidroeléctrica del río Chico en la década de
1970. Tauli Corpuz observó que las represas no deben verse
necesariamente como una solución al cambio climático, ya que destruyen
los bosques y producen metano, que es más perjudicial para la atmósfera
que el carbono.
http://criterio.hn/18719-2/
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