“Yo
les digo a los que andan en esas luchas, no se compliquen la vida,
pórtense bien, no anden en malos pasos”. Estas son palabras textuales
pronunciadas en estos días por el presidente del Congreso Nacional,
Mauricio Oliva, a propósito del asesinato de la luchadora popular y
defensora de los pueblos, Berta Cáceres.
La expresión
“andar en malos pasos” se ha convertido en un emblema nacional, y hace
referencia a quienes están en los márgenes del status quo, en la
periferia de los círculos de poder, en las orillas de los corredores
oficiales, en la marginalidad de la ortodoxia política, cultural y
religiosa. “Andar en malos pasos” adquiere de inmediato una connotación
peyorativa, y quien la dice es quien se siente bien situado y en el
camino correcto.
“Andar en malos
pasos” tiene en Honduras concreciones históricas precisas. Son los
jóvenes que viven en los barrios y colonias que engrosan los cinturones
de miseria y de marginalidad de nuestros centros urbanos.
Son las
jovencitas que un día aparecen apuñaladas en alguna cañera, en la
cuneta de una carretera o en un motel o una casa de citas. Son los
jóvenes universitarios que se organizan y protestan por decisiones que
toman sus autoridades y que son calificadas como arbitrarias.
Son los jóvenes
que salen el fin de semana a las calles con antorcha en mano para
exigir que se investiguen los actos de corrupción y para gritar a todo
pulmón fuera JOH. Son las comunidades que se organizan para luchar en
contra de la presencia de máquinas y empresas que sin permiso alguno se
presentan a la comunidad con una orden para explotar una minería o
construir una represa en el río que da sentido e identidad a la vida y
laboriosidad de los pobladores. Son las comunidades indígenas que
defienden su territorio y su cultura ante las amenazas extractivistas y
de la industria del turismo.
“Andar en malos
pasos” es lo que anduvo y por lo que luchó y fue asesinada Berta
Cáceres. Son multitudes de personas, paisanas hondureñas que a lo largo
del territorio nacional andan en malos pasos, miles de jóvenes que
agarran camino hacia el norte porque en Honduras no se les permitió que
sus pasos los condujeran a un empleo digno y a un respeto a sus
derechos por parte de las autoridades.
No andar en malos
pasos ha sido el consejo de Mauricio Oliva a la gente que como Berta y
como COPINH han luchado y han defendido la soberanía nacional. Lo ha
dicho el presidente del Congreso Nacional, justamente ese lugar
político en donde se han aprobado en los últimos años las Ciudades
Modelo, la ley de minería, la concesión de territorios, ríos y
carreteras para ser privatizados; en donde se han elegido a fiscales y
magistrados para que protejan a los grandes corruptos e impunes del
país. Lo ha dicho Mauricio Oliva, presidente del Congreso Nacional, el
hombre que anda en los pasos que le marca Juan Orlando Hernández, el de
los pasos ambiciosos del dictador del siglo veintiuno.
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sábado, 26 de marzo de 2016
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