Andrés
Arauz
ALAI
AMLATINA, 18/01/2016.- América
Latina tiene
depositados $1,034,005 millones líquidos en el resto del mundo.
Es decir, más de
un millón de millones de dólares estadounidenses.
Y por otro lado,
la Región está sedienta de dólares, sea como préstamos de
organismos multilaterales
(de los países hegemónicos) o como inversión extranjera directa
de las transnacionales
de los mismos países hegemónicos. Estas cifras representan la
más grande paradoja
de la vieja arquitectura financiera.
Estamos ante
una coyuntura que hace cada vez más necesaria la nueva
arquitectura financiera.
Si los países miembros del Banco del Sur lo hubiesen
implementado hace años, incluso
hace un año, no tuvieran que enfrentar las complicadas
coyunturas macroeconómicas
con implicaciones geopolíticas que enfrentan hoy.
Los países de
la región han tenido que ceder ante presiones del Banco Mundial
(y de quien está
detrás del Banco Mundial) para pagar indemnizaciones ilegítimas
por arbitrajes de
inversión, temen sentencias judiciales de EEUU respecto a más
arbitrajes de inversión
y a fondos buitre. La voz del FMI empieza a soñar con arcaica
altisonancia nuevamente
en la Región.
Nuestros países,
que impulsaron fuertes políticas de inversión pública y
desarrollo endógeno, ahora
enfrentan presiones a sus reservas internacionales y han tenido
que acudir a políticas
de restricción de importaciones y al movimiento de capitales. Es
previsible el impacto
en la economía real de nuestros pueblos.
El resto de los
países de la Región se ha escudado en la triste carrera
devaluatoria por el fin
del ciclo de los precios altos de los commodities. Con
el aumento en el nivel
de poder adquisitivo y propensión al consumo importado de la
población suramericana,
la salida de divisas aumentará, ejerciendo presión sobre las
reservas de los países
de la Región. Esta presión no será aliviada dada la
reprimarización de la exportación
(soya, hidrocarburos, minerales) de nuestros países y la
disminución de precios.
Estas coyunturas
y la crítica situación global en los próximos días, hace cada
vez más urgente que
los países sudamericanos retomen la agenda de la Nueva
Arquitectura Financiera Regional.
En lo inmediato, no es necesaria la construcción jurídica de
todos los pilares,
pues con acciones específicas y pragmáticas, se pueden
lograr avances absolutamente
tangibles.
Mientras el mundo
abandonó posiciones ortodoxas y está viviendo transformaciones
radicales, en Suramérica
todavía nos creemos el cuento de la vieja arquitectura
financiera a pesar de que
llevamos nueve años desde el acta fundacional del Banco del Sur.
El FMI promueve
el control de capitales, el perdón de la deuda, la inclusión del
Renmibi en la canasta
del DEG. La Unión Europea formalmente declara al CIADI y sus
árbitros como ilegítimos
y propone transformar los arbitrajes de inversión a una corte
designada por Estados.
Los BRICS lanzaron la nueva arquitectura financiera global y
comenzarán a prestarse
en monedas nacionales. El Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura está en
pie y se plantea proyectos magníficos que cambiarán el mundo.
Los swaps bilaterales
de monedas son la práctica común entre bancos centrales por
fuera de su obsesión
AAA. Todas estas transformaciones se han dado además en el marco
de revoluciones
como bitcoin, disruptores como fintech, revelaciones como los
offshore leaks, manipulaciones
groseras como la tasa Libor, auditorías a la Reserva Federal
como la impulsada por
Sanders, sanciones económicas como la exclusión de Irán del
Swift, estafas como
las de las agencias calificadoras de riesgo y el rescate al
mainstream de teorías
económicas minskyanas.
Los países miembros
del Banco del Sur deben estar a la altura de la historia,
inmediatamente superar
posiciones erráticas de mandos medios y resolver la
operativización del Banco con
el nombramiento de las respectivas autoridades y con los aportes
de capital (apenas
$200 millones colectivamente en el primer año). Esto puede
resolverse en días. Inmediatamente,
deben transitoriamente subcontratar el proceso de
colocación a un banco de
desarrollo regional o a un banco de desarrollo nacional. Esto
puede ejecutarse en
dos meses.
Este alivio
fiscal/externo
debe ser absolutamente consciente en términos geopolíticos y
brindar mayor margen
de acción a los gobiernos de nuestros países. Los créditos
intra-regionales dinamizarán
el comercio y la inversión, como bien lo conocen las empresas
brasileñas y argentinas.
Proyectos regionales hay suficientes y hay muchos estudios aún
por contratarse que
parten del portafolio del COSIPLAN de Unasur.
El Fondo del
Sur es otra urgencia y se puede establecer ágilmente mediante un
fideicomiso internacional
administrado por el Banco del Sur, como lo establece su Convenio
Constitutivo (artículo 3.1.6). El fideicomiso
internacional no requiere un esquema
jurídico complicado y puede tener reglas hechas a la medida
según las necesidades
y políticas de los bancos centrales de los países (calificación
de riesgo, etc.).
El Banco del Sur deberá poder debitar automáticamente los pagos
de los préstamos,
de las cuentas en el fideicomiso. Considerando que apenas 5%
de los recursos
que América Latina tiene invertido en el resto del mundo se
depositen en el Fondo
del Sur, estamos hablando de un activo de 50 mil millones de
dólares.
Estos fideicomisos
no son nada raros para organismos financieros supra-nacionales.
El Banco Europeo
de Inversiones (banco público de desarrollo regional) administra
una variedad de
fideicomisos (Nota Z de su informe), por mandato de la Unión Europea,
incluyendo a la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea.
También el Fondo
Latinoamericano de Reservas (FLAR) administra fideicomisos con mandatos específicos (artículo 8 del Convenio Constitutivo).
Este fideicomiso puede
establecerse en dos meses luego de la designación de las
autoridades del Banco del
Sur.
Parte (20% por
ejemplo) de los recursos del fideicomiso internacional "Fondo
del Sur"
debe ser invertida a plazo en el propio Banco del Sur. Otra
parte de los recursos
(20% adicional) puede, y debe, depositarse en instituciones
supra-nacionales (FLAR,
BCIE, CAF, FONPLATA,
Banco del
ALBA) o en instituciones
nacionales de la Región (bancos centrales, bancos públicos,
bancos comerciales de
propiedad estatal y certificados de tesorería de los fiscos).
Todas estas inversiones
serán sin condicionalidad alguna, son de libre disponibilidad
pues se manejan como
tesorería del fondo, no como colocación crediticia. Con estos
recursos, se puede
potenciar el reciclaje de la liquidez de la región en la misma
región. Serían
$10 mil millones frescos para el Banco del Sur y otros $10 mil
millones para la
Región. Los $30 mil millones restantes podrían todavía
seguir criterios "ortodoxos,
conservadores y prudentes", mientras se desarrollen los mercados
secundarios
regionales. Esto demoraría cuatro meses desde la creación del
Fondo.
Inmediatamente
después de la apertura de las cuentas de los bancos centrales en
el Fondo del Sur,
se debe reducir la salida de divisas para transacciones
comerciales intra-regionales.
Actualmente, ya existe un mecanismo similar al SUCRE que permite
ahorrar divisas
entre bancos centrales. Dicho sistema se denomina Convenio de
Pagos y Créditos Recíprocos
de la Asociación Latinoamericana de Integración. El banco
central peruano lleva
la contabilidad de este sistema y, actualmente, la Reserva
Federal de Nueva York
liquida los pagos. Los países miembros del Banco del Sur deben
solicitar al Banco
Central de Reserva del Perú ("banco agente") que la liquidación
cuatrimestral
de los pagos se ejecute en el Fondo del Sur como corresponsal
común (de conformidad
con el artículo 7 del Reglamento).
Finalmente, el
Fondo del Sur puede ser actualizado para definir una nueva
unidad de cuenta (no
física): que puede ser existente como el sucre, el
peso andino, el derecho
especial de giro o uno nuevo, como el peso del sur.
Los elementos
técnicos están resueltos. Lo que necesitamos es la voluntad
política de los gobiernos
de los países miembros del Banco del Sur, que, afortunadamente,
la van a tener que
encontrar en un periodo crítico de la economía global cuando los
Jefes de Estado
compartan experiencias comunes el 27 y 28 de enero en la Cumbre
de CELAC, en Quito,
que será una vez más Luz de América.
- Andrés
Arauz, economista ecuatoriano, es Ministro
Coordinador de Conocimiento y
Talento Humano.
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de
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