La necesidad de transformar el sistema económico y la esencia inhumana de las sociedades que en especial aplasta a las mujeres, que hoy se celebra el día internacional contra la violencia a la mujer, se ve en las cifras oficiales de Honduras, pues dicen que el 25% de la población infantil colabora en mantener sus hogares, el 12% de los recién nacidos vienen con bajo peso.
Además,
el 65% de la gente en edad de trabajar sufre subempleo y desempleo; 40%
de la población nacional tiene ingresos menores a 900 lempiras
mensuales, unos 42 dólares, mientras que en distinguidos centros
comerciales se venden bolsas para mujeres entre mil y dos mil dólares.
El
femicidio es la más alta expresión de violencia contra las mujeres…no
lo acepta el Estado. Es 25 de noviembre… día Internacional de la
Eliminación de la No Violencia Contra la Mujer… y el Estado ni se
entera.
En Honduras cada 16 horas una mujer es asesinada y la mayoría son menores de 30 años…. Por bondad del Estado.
No
lo dice el Estado… si lo acepta el Conadeh… es decir el Estado…lo
manipula el Observatorio… es decir el Estado…insisten las mujeres… casi
casi contra el Estado…el 25 de noviembre las calles de las mujeres y los
hombres… a pesar del Estado….el femicidio expresa la violencia extrema…
gracias al Estado… una mujer asesinada cada 16 horas… no hace
cosquillas al Estado… Y hay un subregistro de 30 por ciento que dice más
de la violencia… para molestia del Estado…A luchar contra toda forma de
violencia… aunque reprima el Estado…. a pesar del Estado… a pesar del
Estado…. De pie y con maldad… pudiendo ser peor… aunque le duela al
Estado… a pesar del Estado
Parece
la lírica para un RAP en una forma musical no existente o al menos
raras veces escrita: Sol Mayor Sostenido, con rabia y allegro, para
piano y sintetizador. En las manos de Chucho Valdez y Rick Wakeman
amorosamente dedicado a María La China.
Y
así puede alargarse la canción con la estadística del crimen y la
violencia extrema fomentada desde un sistema social que se apoya en el
patriarcado, el machismo, la corrupción y, fundamentalmente, en la
impunidad.
La
necesidad de transformar el sistema económico, sus formas culturales
que nos vuelven sumisos e irrespetuosos y la esencia inhumana de las
sociedades que en especial aplastan a las mujeres se ve nítidamente en
las mismas cifras oficiales, de por sí dudosas, que dicen que el 25% de
la población infantil colabora en mantener sus hogares, que el 12% de
los recién nacidos vienen con bajo peso; el 65% de la población
económicamente activa padece los estragos del subempleo y desempleo; 40%
de la población nacional tiene ingresos menores a 900 lempiras
mensuales, eso es alrededor de 42 dólares, mientras que en distinguidos
centros comerciales se venden bolsas para mujeres entre mil y dos mil
dólares. Automóviles de más de ochenta mil dólares. Objetos que no sólo
se exhiben sino que, obscenamente, ¡¡¡se venden!!!
La
brutal e innecesaria estadística del Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos que sostiene que más del 90% de los actos violentos
denunciados quedan en la impunidad; cuestión que no provoca interés,
emociones, fingidas preocupaciones ni la renuncia de todos los que
encabezan los sistemas jurídicos y de seguridad nacional. Puras cifras
sin sentido ni valor alguno para los funcionarios. Otros miles de
hondureños y hondureñas, ni siquiera son parte de las estadísticas,
ganan mucho menos que 900 lempiras mensuales y la mayoría son jóvenes y
mujeres, representan la pobreza extrema. Viven de algún modo, sobreviven
como pueden. Ellos si son los auténticos héroes nacionales y nadie los
condecora ni celebra con desfiles en septiembre ni en octubre. Esta es
la prueba de la criminalidad económica, política y cultural que funciona
con eficacia desde los negocios privados y el gobierno.
Los
grupos político-económicos que mandan en Honduras saben bien que el 17
de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134, la Onu declaró
el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer. Este poético instrumento sugiere a los
gobierno, a organizaciones internacionales y a las Ong defensoras de los
derechos humanos de las mujeres a que monten espectáculos casi
escolares para sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de
la violencia contra la mujer.
Recomendaciones
con asomos jurídicos que no logran romper la indiferencia estatal ni
obligan a que se practiquen formas de respeto a las mujeres y que, a
través de sanciones y formas de castigo a los que aplastan cuerpos y
mentes de mujeres, disminuyan los niveles de impunidad. Parece que el
asesinato en 1960 de las tres hermanas Mirabal, de origen dominicano,
sólo ha tenido un efecto formal ya que en1993, la Onu aprobó la
Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer y la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o
Penas Crueles, Inhumanos o Degradante, sobre todo de minorías como las
mujeres indígenas, las refugiadas, las migrantes, las que viven en
comunidades rurales o remotas, las indigentes, las mujeres recluidas en
instituciones o detenidas, las niñas, las mujeres con discapacidad, las
mujeres de edad y las mujeres en situaciones de conflicto armado, todas
ellas muy vulnerables a la violencia.
Es
indudable y hay que repetir, activar, promover la igualdad de género
como un movimiento social y político para la equidad de género, para
romper el silencio y convertirse en activistas a favor de la igualdad
que obliguen a gobiernos y a las instituciones a bregar por sociedades
más democráticas, sin tantas injusticias y que superen todas las formas
de discriminación.
Los
protocolos internacionales y la probada valentía de los movimientos
feministas han contribuido a generar avances en la práctica y en la
conciencia social: han ayudado a que emerjan nuevos signos de identidad
que reclaman la inclusión de la diversidad de sujetos históricos de tal
forma que no haya centralidad de ningún sujeto ni jerarquías de
superioridad e inferioridad, que no supongan al sujeto como un varón y a
la mujer como sujeto de análisis desde unos modelos masculinos, que no
se crea en la supuesta anormalidad de la mujer ligada a una falsa
insuficiencia y un perfil dependiente y de obligaciones sexuales
especializadas en asuntos de maternidad.
Unos
cuantos años atrás unas locas, revoltosas, casi brujas del patio
sostenían que “En contextos de guerra…nuestro cuerpo se convierte en un
campo de batalla, en un botín de guerra. El uso de la violación y otras
agresiones sexuales como armas de guerra es la forma más conocida y
brutal en la que los conflictos armados han marcado de forma indeleble
la vida de las mujeres…los motivos por los cuales las mujeres son
violentadas sexualmente son diversos: sembrar terror en las comunidades,
vengarse de los adversarios, acumular “trofeos de guerra”, utilizarlas
como botines de guerra, demostración de la dominación de las mujeres. La
represión… contra nosotras las mujeres tiene la característica que va
dirigida hacia nuestro cuerpo sexuado, hacia nuestra condición de
mujeres, hacia nuestra feminidad. Por eso los policías y militares
privilegian partes de nuestros cuerpos que nos identifican, como las
caderas, busto y nalgas… las mujeres manifestaron en sus declaraciones
haber sido víctimas de manoseo y golpes en senos y vagina, insinuaciones
sexuales e insultos con connotaciones sexuales violentas…Los golpes por
lo general van acompañados de agresiones verbales, como: “putas, vayan a
su casa”, “que hacen de revoltosas, váyanse a cuidar sus hijos”, “te
voy a golpear hasta dejarte lisiada, hija de puta”, “lo que quieren es
que las violemos para que no vuelvan a andar en estas cosas”. Nos
reclaman que porqué siendo mujeres estamos en las calles… ”
El
poco confiable CONADEH afirma que de enero de 2010 a enero de 2011
registraron 12,838 muertes violentas, equivale a 9 víctimas diarias. Y
todavía hay agentes oficiales en actos televisados, bufanda al cuello y
con el signo católico en mano, con el apoyo del método científico,
sostienen que las 86 muertes por cada cien mil habitantes que hacían de
Honduras un país sumamente violento quedaron muy atrás, en el olvido,
dato superado y comprobado por la ciencia, porque se han reducido a 65.
Apenas. Y tal cifra es suficiente para callar las bocas de
organizaciones defensoras de derechos humanos que denigran al país. No
sean exagerados ya hay un gran triunfo nacional en cuestiones de
seguridad. Ya no somos tan violentos a pesar de la masacre de anoche en
Choloma. Es algo aislado.
Sin
embargo, con género musical del Rap y a pesar del Estado, hay momentos
positivos que afloran con fuerza gracias al 25 de noviembre y a las
mujeres. Con ellas, por ellas, con su participación y de otras
expresiones sociales, se están gestando formas de identidad a la par de
supuestas identidades nacionales, únicas, absolutas, emergen otras desde
adentro, desde afuera, en contra de versiones oficiales, hegemónicas,
formas periféricas, regionales, a veces en ascenso, en otras ocasiones
invisibles, negadas, rechazadas, pero impulsadas por dinámicas sociales y
económicas como la globalización; van formándose alrededor de la
participación ciudadana, de la discusión acerca del concepto de género,
de las etnias, de las poblaciones negras, de las personas excluidas que
son consideradas como objetos de estudio para los especialistas, una
oportunidad mercantil para los empresarios y como asuntos interesantes
para el turismo y los museos.
Si
la identidad fuera un espacio efectivo, real, pleno de diversidad y
diferencias, con las distintas formas de feminismos como elemento
fundamental, en donde se proponen alternativas desde los intereses
particulares independientemente del Estado, desde ese sistema de
contradicciones puede desarrollarse otros contenidos para formas
conceptuales como la libertad, la justicia, el respeto y la calidad de
vida. Otros elementos reivindicativos que trascienden al mismo
feminismo por su alcance político, económico, cultural como ser la lucha
contra la supremacía patriarcal, la militarización de las
instituciones y de la sociedad, la defensa de los territorios, contra la
explotación de los cuerpos, la violación de los derechos humanos, la
criminalización de las luchas sociales y la lucha contra el racismo y
otras fuentes de marginalidad de las personas, que no sólo quieren
vivir, sino vivir con sentido humano y que son portadores de identidades
variadas, con historias y procesos particulares
Esos
nuevos momentos identitarios promovidos no sólo desde los feminismos,
también desde otros movimientos antirracistas tendrán que ser asumidos
por toda la sociedad, podrán fundamentarse en una educación que supere
la formalidad de los sistemas oficiales ahora llenos del lenguaje de la
fábrica, que ayude a forjar mejor conciencia acerca de la necesidad de
la economía solidaría y la memoria histórica, que contribuya a nuevas
comprensiones, humanas, realistas, del aborto y de la protección de la
naturaleza; que considere que las sociedades se han convertido en
lugares inadecuados para la mayoría y que aseguren la reparación de los
daños provocados a la cultura y a las personas, que reconduzcan los
procesos sociales y desmantelen la capacidad destructiva de los sistemas
sociales.
*Filósofo hondureño, analista político y docente universitario.
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