
Editorial UCA
25/09/2015
El
premio Rafto de Derechos Humanos es el galardón más importante que se
entrega en Noruega después del Nobel. Se otorga cada año desde 1987 y
fue establecido después de la muerte del profesor Thorolf Rafto en 1986,
en agradecimiento por su obra para ayudar a los oprimidos y
perseguidos. Cada año, la Fundación Rafto distingue a una persona por su
valiosa contribución en la defensa y promoción de los derechos humanos.
El premio se considera una especie de antesala al Nobel de la Paz, pues
la mayoría de los que han recibido el Rafto han sido nominados al
Nobel, y cuatro lo han ganado.
Ser
defensor de los derechos humanos en un contexto donde se estigmatiza
ese trabajo es, como se sabe, difícil y muy peligroso. Honduras tiene,
según cifras del Banco Mundial, casi al 65% de su población viviendo en
la pobreza y a más del 40% debatiéndose en la extrema pobreza. En la
zona rural, la situación es aún más grave: 6 de cada 10 familias están
en pobreza extrema. De acuerdo a la misma fuente, Honduras es el país
que presenta los más altos niveles de desigualdad económica de
Latinoamérica. Unido a esto, o mejor dicho como consecuencia parcial de
lo anterior, sufre altos niveles de criminalidad y violencia. Hasta
2013, era el país con más homicidios por cada cien mil habitantes. En
los últimos meses ha sido relegado al segundo lugar por el aumento
exponencial de crímenes en El Salvador.
El
28 junio de 2009, Honduras sorprendió al mundo al protagonizar un hecho
que se creía cosa del pasado. Ese 28 de junio, desde el primer momento,
Moreno y los trabajadores del Equipo de Reflexión, Investigación y
Comunicación (ERIC) y de Radio Progreso, las instituciones que él
coordina, denunciaron el golpe de Estado en medio del silencio de
prácticamente todos los medios de comunicación hondureños. Ese
compromiso con la verdad le costó a Radio Progreso el cierre de su señal
por parte del Ejército, el mismo día del golpe.
Desde
esa aciaga fecha, más de 40 periodistas y otros tantos defensores de
los derechos humanos han sido asesinados. Tanto el jesuita como sus
colaboradores han sido objeto de amenazas, arrestos y maltratos por
parte de las autoridades. Varios de los miembros de Radio Progreso y del
ERIC gozan de medidas cautelares a petición de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. Por ello, en realidad, el premio al
padre Melo es un reconocimiento a la labor de estas obras de la Compañía
de Jesús y a las miles de personas, la mayoría gente sencilla, que han
luchado y siguen luchando incansablemente por que los derechos humanos
sean respetados en Honduras.
El
premio Rafto 2015 le será entregado al padre Melo el 1 de noviembre en
la ciudad de Bergen, Noruega. Y ello es motivo de alegría, una inyección
de ánimo para todos los que luchan por la justicia en Honduras. Y es
también una oportunidad para que el mundo ponga sus ojos no solo en el
vecino país, sino en el Triángulo Norte de Centroamérica, una de las
regiones más violentas del mundo y en las que la violación a los
derechos humanos es pan de cada día. . Que este justo reconocimiento
sirva para que más gente vea lo que está pasando y se sume a la lucha
por la vigencia y promoción de una vida digna y en paz.
26 de septiembre de 2015
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