Edición Central / EL LIBERTADOR / 29 de Junio 2015.
El diálogo es el tema del que obligadamente se habla en estos días y tardes de
antorchas iluminadas, de misas negras oficialistas y de oscuras
patrañas mafiosas. Nadie en su sano juicio, que crea en la democracia y a
quien le duela esta Honduras humillada, se podría negar al diálogo. Al
final habrá que dialogar.
Sin embargo, hablar de diálogo con demasiada ligereza, sin tocar el fondo de lo que origina la polarización y la conformación de clicas políticas para atracar los bienes del Estado, en vez de contribuir a solucionar la crisis de institucionalidad es una trampa.
Las
trampas más efectivas son aquellas que más parecen acercarse a los
caminos verdaderos y a los anhelos más profundos. El Señor Juan O.
Hernández convoca a un “diálogo social” supuestamente sin condiciones,
tras presentar una propuesta de una Comisión de Investigación “a la
hondureña”, es decir hecha a la altura y cálculo de la clase política local con el propósito de aparecer “dialogante” y propositivo,
pero con la misma lógica y férrea determinación de control de todo el
proceso con que, hasta este momento, ha concentrado todos los poderes y
ha desarticulado toda la institucionalidad para subordinarlos a sus
ambiciones personales dictatoriales.
Todos anhelamos la estabilidad, pero un diálogo que no enfrente la injusticia social y la verdad sobre la corrupción es una trampa para hundirnos más en la impunidad.
El
“diálogo social” que se ha convocado en estos días tiene en sí mismo el
factor que lo invalida: es convocado por la persona que ––en calidad de
presidente de la República–– es más cuestionada y con mayor descrédito en el país,
Toda propuesta que proceda de Juan O. Hernández ––que no sea su
renuncia después de probarse judicialmente su responsabilidad en el
saqueo de instituciones públicas, como es el caso del IHSS––, será
condenada al rechazo y profundizará la inestabilidad.
Cualquier
diálogo que convoque y conduzca la cúpula de la mafia política está
orientado a dar respiro y servir de recurso a los corruptos. En las
actuales condiciones de efervescencia, social y política, expresada en
las caminatas de las antorchas y otras genuinas manifestaciones
relacionadas, el diálogo propuesto por quien preside el régimen está orientado a restar fuerza a la movilización,
a ganar tiempo para recomponer sus posiciones como parte de su
contraofensiva ante la población indignada y para desviar la atención de
las tres demandas fundamentales: una, cárcel para los corruptos que
saquearon el IHSS y que desviaron dineros para la campaña política que
llevó al Sr. Hernández a la presidencia de la República; dos, la
instalación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en
Honduras (CICIH); y tres, la puesta en marcha de un proceso que conduzca a un cambio de régimen.
En
Honduras contamos con una larga historia de diálogos entre cúpulas, que
en vez de resolver las contradicciones pautan conspiraciones y al final
acaban con la aprobación de decretos y leyes que remozan interinamente a
los mismos grupos de poder en sus prácticas antidemocráticas.
No podrá ser así en este momento histórico. Para abordar los verdaderos conflictos de los que surte la crisis, es necesario instalar un diálogo que saque a luz la verdad sobre los conflictos,
las desigualdades y que identifique a los responsables del descalabro
institucional y de corrupción y colapso de la gobernanza.
Insistimos: pueden participar todos, pero el diálogo que se necesita para reconciliar a la sociedad y reconstruir la institucionalidad
no puede ser convocado ni conducido por quienes son cuestionados o
están identificados como parte toral del problema, por los promotores
directos de la crisis o sus responsables directos.
Para
instalar el diálogo nacional que pueda sortear la crisis son necesarias
las siguientes condiciones: 1. Invitar a la Comisión Internacional
Contra la Impunidad en Honduras (CICIH), cuya instalación tendrá que
acompañarse de la renuncia del Fiscal General de la República y el
enjuiciamiento del Fiscal General Adjunto; 2. La aprobación de un
mecanismo expedito para la elección de los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia que garantice su independencia de los otros poderes
del Estado; 3. La anulación de las reformas a la Constitución para
aprobar la reelección; 4. Las reformas a la Ley Electoral, y elección de
nuevos magistrados del Tribunal Supremo Electoral, sin participación de
los partidos 5. La convocatoria de una asamblea nacional constituyente incluyente y originaria que redacte una nueva Constitución y que a su vez convoque la elección de un nuevo gobierno.
Ese proceso de diálogo hacia la nueva institucionalidad
es lo que justamente llamamos la construcción de un nuevo pacto social,
sin el cual no habrá manera alguna de salir del actual caos,
confrontación y polarización.
País de Indignados, Junio 29, 2015
ISMAEL MORENO, sj
DARÍO EURAQUE
RODOLFO PASTOR FASQUELLE
VÍCTOR MEZA
EDUARDO BÄHR
PATRICIA MURILLO
WILFREDO MÉNDEZ
HUGO NOÉ PINO
HELEN UMAÑA
EFRAÍN DÍAZ ARRIVILLAGA
MAURICIO TORRES MOLINERO
RAMÓN ENRIQUE BARRIOS
JULIO ESCOTOhttp://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/231-pensadores-hondurenos-plantean-al-gobierno-los-terminos-de-un-dialogo
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