Un
sector de los estudiantes de la Universidad Nacional del Valle de Sula
ha tomado desde hace varios días las instalaciones universitarias. Los
líderes estudiantiles expresan que la toma no es para oponerse a
decisiones académicas de las autoridades universitarias, sino para que
se mejore la calidad educativa, se deroguen aquellos artículos que
representan multas y altos costos para una población universitaria
mayormente trabajadora y de bajos recursos, y porque se mejore
sustancialmente la infraestructura de una centro universitario con unas
instalaciones obsoletas ante la avalancha estudiantil.
Por
su parte, las altas autoridades universitarias han dejado muy en firme
su posición de no dialogar con un sector estudiantil que irrespeta y
daña los bienes que son públicos puesto que provienen del seis por
ciento del presupuesto nacional; que atrasa el desarrollo de las clases,
que se trata de un sector reducido del estudiantado que no representa a
la mayoría. Las autoridades han dejado en claro que no se va a dialogar
con quienes ejercen presión y que tomarán las medidas coercitivas
pertinentes para velar por los intereses universitarios.
Sea
lo que fuese, el actual conflicto universitario es una enorme
oportunidad para que tanto las autoridades de la máxima casa de estudio
como los líderes estudiantiles avancen hacia la construcción de espacios
de diálogo, debate y búsqueda. Si en el país se han cerrado los
espacios para el entendimiento, ¿por qué no la universidad no nos abre
una cátedra de la que podamos aprender toda la sociedad hondureña?
Ninguna
posición intolerante es la mejor consejera en situaciones de conflicto.
Un conflicto puede derivar en una oportunidad para avanzar hacia
mejores situaciones, o puede derivar en confrontación, amenaza,
violencia y eliminación innecesaria de adversarios. Las autoridades
universitarias han de tener muy en claro que los líderes estudiantiles
no pueden ser tratados nunca como enemigos, y los estudiantes
organizados han de tener claro por igual que las autoridades
universitarias no son ni pueden ser enemigos a destruir.
Es
necesario que se abran las puertas del diálogo, de la escucha y de la
búsqueda de solución al actual conflicto. Las autoridades universitarias
tienen mucha experiencia como para romper con prejuicios e
intolerancias frente a jóvenes estudiantes, algunos de los cuales han
pasado por procesos importantes de formación política y ética, y hoy lo
expresan en un vehemente llamado a las autoridades universitarias para
que se sienten a dialogar.
El
peor servicio que pueden dar las autoridades universitarias en este y
en cualquier conflicto es amenazar a los estudiantes con garrote y
fuerza bruta. Las protestas y revueltas estudiantiles son parte
intrínseca de la vida estudiantil, y siempre pueden ser oportunidades
para que las autoridades universitarias conviertan las mismas en
cátedras de escucha, diálogo, sensatez y convergencia de intereses
diversos. El actual conflicto estudiantil es apenas un pequeño botón de
la vida y riqueza estudiantil. Que nadie corra el absurdo riesgo de
ahogarse en un vaso de agua. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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