Paula,
Blanca, Fanny y Suyapa, cuatro mujeres que la realidad las juntó en el
mismo camino: la migración. Cada una de estas mujeres llegó deportada
cuando estaban a punto de llegar a los Estados Unidos en busca de lo que
en Honduras se les niega, un empleo.
Únicamente
la semana anterior el Centro de Atención al Migrante Retornado CAMR
recibió 4 vuelos que sumaron más de 500 emigrantes retornados.
Con estos
suman más de 29 mil los migrantes deportados únicamente por vía aérea, a
esta cifra hay que sumarle los migrantes retornados vía terrestre desde
México, que ya superan los 26 mil de acuerdo a datos del mismo
gobierno. Con estas cifras, los migrantes deportados en lo que va del
2014 supera los 55 mil.
Paula,
originaria de la ciudad de El Progreso, Yoro salió de Honduras buscando
el “sueño americano”. Ella forma parte de los dos millones de
desempleados. Por mucho tiempo buscó un trabajo sin tener respuestas
favorables, fue allí donde la idea de migrar se presentó.
En
ambos intentos la suerte ha sido la misma, detenida en la frontera de
Estados Unidos-Méjico y retornada a Honduras aún con más frustraciones.
Cuando
vimos a Blanca, su desesperación nos llamó la atención. Luego de varios
minutos se acercó y nos pidió el teléfono prestado. “Hágame un favor,
tengo que llamar a Estados Unidos, un amigo prometió mandarme un dinero
para poder regresar a mi comunidad”. Luego de un par de minutos la
conversación con esta mujer fue amena. Al igual que Paula, ella intentó
cruzar frontera con la esperanza de conseguir un empleo en Estado
Unidos.
Fanny
Arada es una mujer de 33 años originaria del departamento de Atlántida.
Al consultar sobre las razones para migrar hacia Estados Unidos, su
respuesta no varió, la necesidad de tener un empleo que le dé la
oportunidad de ayudar a sus padres. Al igual que Paula no era la primera
vez que intentaba llegar hasta Estados Unidos. En su primer intento fue
detenida por migración en Méjico, ante esto su coyote o guía le dio una
segunda oportunidad para llegar hacia el norte.
Suyapa
Gonzáles, una joven que no sobrepasa los 30 años fue deportada cuando
cruzaba la frontera de Estados Unidos. Luego de estar 7 años
desempleada, se vio obligada a buscar otros destinos para poder
alimentar a dos hijos. Fanny es madre soltera.
Así
como estas cuatro mujeres son miles los hondureños y las hondureñas que
piden a gritos oportunidades que mejoren sus vidas y las de sus
familias. Piden vivir con la dignidad de un destino distinto. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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