
La proliferación de minas legales e ilegales a lo largo y ancho de Honduras, antes y después de la aprobación de la cuestionada Ley de Minería y su reglamento, contribuye al enriquecimiento de un grupúsculo de compañías transnacionales, el crimen organizado y algunos de sus capataces locales.
El
accidente acontecido en la mina de oro San Juan de arriba, en el cerro
Cuculmeca, Municipio de Corpus, Departamento de Choluteca, donde
quedaron atrapados 11 mineros, logró capturar la atención de un país
sumido en los pormenores del mundial de fútbol y de la violencia
apocalíptica a la que ha sido condenada Honduras, por un
grupúsculo de traficantes de la miseria.
Tres
de los once mineros fueron rescatados de los laberintos excavados en la
mina artesanal, donde el año pasado en el mes de julio, ya se había
dado un accidente que cobró la vida de dos mineros. Para colmo de males y
como una muestra de la irresponsabilidad que suele aquejar al poder
ejecutivo, el Sr. Juan Hernández, actual presidente del país, escribió
un trino (twitt) anunciando el
rescate de los 11 mineros, noticia que resultó ser desafortunadamente
falsa, pero indica el grado de desconexión con la realidad que afecta al
mandatario.
De
“esclavitud moderna” calificó a la minería, el actual mandatario, Juan
Hernandez, indicando además que algunas mineras “están relacionadas con
el crimen organizado”. Indudablemente tanto las empresas
transnacionales, locales, legales e ilegales están enmarcadas en una
visión de explotación al máximo de la fuerza laboral y una destrucción
total del medio ambiente. El código de comportamiento establecido por
las compañías mineras se asemeja a las prácticas de los carteles del
narcotráfico. No hay diferencia alguna entre Goldcorp, Five Star, los
templarios o sus innombrables versiones locales.
Honduras
desde la época de la colonia ha sido regida por la minería, y es hasta
inicios del siglo XX
que se implementa la entrega de franjas del territorio nacional a las
compañías fruteras. Desafortunadamente todo parece indicar que el país
en el siglo XXI será devorado por las empresas extractivas, beneficiando
al capital extranjero, a través de la mafia que controla el poder local
y sus sicarios.
Mientras
los laberintos del cerro Culcumeca se desmoronan, el tejido social del
país se deshace a una velocidad inusitada. El
descalabro social llega a un nivel sin precedentes, hasta el punto que
los menores de edad salen en hordas en búsqueda de supuestas
oportunidades o simplemente fugándose de la violencia imperante.
Las
escenas registradas en fotografías alrededor de la mina de San Juan de
Arriba, al igual que las de los niños catapultándose a los vagones de
los trenes en México demuestran el grado de putrefacción de un país
colapsado, donde los
sátrapas de turno en medio de lágrimas de cocodrilo persisten en
desvirtuar la catástrofe en que nos encontramos sumidos.
Todo
parece indicar que los ocho mineros soterrados ya fallecieron. Sin
embargo sus familiares se aferran a la esperanza de por lo menos poder
ver sus cadáveres. Lo mismo pasa con Honduras, en medio del derrumbe
social en que vivimos, todavía hay remanentes de esperanza para los
hondureños y hondureñas, y esa
esperanza se fundamenta en la creencia que algún día podamos sacudirnos
la dictadura del crimen organizado aferrada al poder en las últimas
décadas, y de esta forma podamos neutralizar la bestia del sistema
impulsora del triste éxodo de los infantes huyendo de las honduras
del infierno.
Sambo Creek 11 de Julio del 2014
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
OFRANEH
Organizacion Fraternal Negra Hondureña
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Sambo Creek, Atlántida.
Honduras
telefax: 504-24541513 / 504-24490003
email:garifuna@ofraneh.org / ofraneh@yahoo.com
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