Una
gente que piense por sí misma y piense en los demás es la que más necesitamos en
nuestra Honduras. De esa gente sigue habiendo muy poca, por eso la necesitamos
en grandes dosis. Hay muchísima gente, pero abunda de esa que cumple muy bien lo
que dice el refrán popular: “para dónde vas Vicente? Para donde toda la gente”.
De esa gente se nutren las 225 personas multimillonarias, porque no solo
tributan para ellas, sino que se quedan calladas, conformes con lo que padecen,
encerradas en sus angustias.
Una
gente que piense por sí misma y se atreva a pensar en el bien de los demás que
son como ella, le dará vuelta a las cosas que hoy están patas arriba. Sin duda
que de esa gente es la que necesita nuestro país en donde parece que ayer llegó
al colmo del deterioro, pero al amanecer nos dimos cuenta que hoy amanecimos con
datos peores que los de ayer. La gente que hoy necesita nuestro país es la que
no necesita que le digan lo que tiene que hacer, ni gente que solo vive para
extender la mano abierta para que los de arriba y pudientes le den limosna. La
gente que abunda hoy es la que vive para pedir favores a cambio de obediencias y
lealtades a los políticos y pudientes, y no reconocen que tienen derechos y que
también tienen obligaciones.
La
gente que hoy necesita nuestro país es la que a sus derechos une sus
obligaciones por organizarse y luchar por la salud, educación, vivienda, empleo
y por proteger sus bienes naturales. Pero de esa gente hay muy poca, porque la
que abunda es la que pasa embelesada ante un aparato de televisión viendo
novelas, programas de violencia o noticias morbosas, y la que escucha y se traga
como ciertas todas las noticias y comentarios que se difunden a través de los
medios de los pudientes del país.
La
gente que nuestro país necesita es la que no se traga así nomás lo que ve o
escucha en los medios de comunicación, la que tiene una opinión independiente y
crítica ante lo que dicen los demás. Pero de esa gente hay muy poca, porque la
que abunda es la que se queda esperando a que le den las cosas o que se conforma
con las migajas que le entregan los políticos o los grandes empresarios. La
gente que abunda es la que se queda paralizada y ni siquiera entiende que tiene
derechos por los cuales movilizarse y defender ni tiene conciencia de que lo que
se recibe sin esfuerzo nunca tiene igual valor que lo que se alcanza como
resultado de una lucha compartida.
La
gente que necesita nuestro país es la que crea y luche por construir una
institucionalidad que garantice y asegure los derechos de la sociedad, y la que
se resista y luche contra los personalismos y decisiones arbitrarias por encima
de las leyes, y la que luche en contra de todo abuso de poder y contra la
impunidad. De esa gente hay muy poco en nuestra Honduras, y cuánta falta hace,
porque la que abunda es la gente que sigue a ciegas a caciques y caudillos y
deposita todas las decisiones en personalismos y casi nunca en
instituciones.
La
gente que necesita nuestro país es la que crea en ella, con sus fuerzas,
riquezas, fragilidades y sueños. Que crea en la lucha social y política, que no
acepte la violencia ni a los violentos, que crea en nuevas relaciones de género.
Gente que dejó de ser habitante y se va convirtiendo en ciudadana, que se va
construyendo como un pueblo en libertad y de puertas
abiertas.
Y
Usted amable oyente, ¿entre qué gente se encuentra? ¿Entre la que abunda en
nuestro país o entre la que en altas dosis se requiere para impulsar las
transformaciones que en Honduras necesitamos?
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