Es
una “verdad de Perogrullo” afirmar que en estos momentos asistimos a una especie
de “asfixia electoral” debido a que los diferentes partidos no saben cómo
enamorar a los electores acerca de sus propuestas, programas y promesas. La
fuerte y millonaria inversión mediática hace que diariamente sigamos los
itinerarios de los candidatos, las concentraciones partidarias, todo tipo de
entrevistas y foros públicos en los cuales hablan de la realidad del país y sus
proyectos de solución. Y por ser repetitivo termina cansando y vacunando al
electorado.
Dentro
de este panorama preelectoral destacamos dos noticias. La Misión de los
observadores de la Unión Europea y el documento de Carlos H. Reyes sobre el
proceso electoral ya que aportan una visión crítica contrapuesta a la oficial,
lo que dicen los medios y los partidos.
El
representante de la Unión Europea es claro al afirmar que tiene serias reservas
de la transparencia de los partidos políticos en vistas de que ninguno de los
nueve ha hecho una rendición de cuentas del origen del dinero con el que
financian sus campañas. Además, hay una clara desigualdad en el acceso a los
recursos. Estaría en la línea de una buena salud democrática el discurso de
limpiar la política y transparentar las fuentes de ingresos: “no vemos que se
corresponda lo que se ha publicado de ingresos por parte de los partidos con lo
que realmente están gastando los partidos”
Carlos
H. Reyes hizo público un documento que lleva por título “Algunas características
del proceso electoral”. Es un documento bien estructurado y elaborado a base de
afirmaciones secuenciales que sitúan al lector desde junio 2009, hasta la fecha
de hoy. Prescindiendo de si uno está de acuerdo con su posición política e
ideológica, merece la pena leerse. Y de su análisis destacamos tres elementos
que enmarcan perfectamente bien la coyuntura presente.
Primeramente
la afirmación acerca de que el proceso electoral también se encuentra con unas
finanzas públicas colapsadas como consecuencia de la creciente corrupción, el
desvío de fondos para las campañas electorales y los ingresos públicos
disminuidos debido a la reducción de los impuestos. En segundo lugar, que el
candidato del partido oficial, ha abusado de los recursos del Estado y tiene el
apoyo de la mayor parte de los medios de comunicación corporativos, que le
permite desarrollar una campaña sucia e intimidatoria contra sus
adversarios.
Y,
en tercer lugar, un país tan pobre sufre de una campaña electoral
multimillonaria, que se desarrolla bajo fuertes sospechas de participación del
crimen organizado en la financiación de candidaturas a cargos de elección
municipal y nacional.
Ambas
noticias son un contrapunto crítico que viene a balancear una campaña llena de
retórica, promesas y vacía de alternativas serias o creíbles. Está claro que
nuestra conciencia política y ciudadana, así como la mirada al proceso
electoral, no puede estar configurada ni por los discursos de campaña, ni por
los medios de comunicación, ni por una opinión pública mediatizada por los
grupos de poder y por unos poderes municipales-locales al servicio del
bipartidismo.
Es
fundamental para abrir nuevos espacios políticos el fortalecimiento de un
movimiento social consciente de su identidad y poder social, así como de la
formulación de un proyecto ético-político capaz de superar la desigualdad y
exclusión actual de Honduras.
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