1/07/2013 - 4:19 am
Moscú / El Cairo, 1 de julio, RIA Novosti. Un
grupo de opositores irrumpió en El Cairo en la sede de la organización
islámica los Hermanos Musulmanes a la que pertenece el presidente del
país, Muhamed Mursi, comunicaron medios internacionales.Según informó la agencia AFP, los atacantes tiraron los muebles por las ventanas del edificio donde ya no había islamistas. El asalto de la sede comenzó la noche del domingo. Centenares de
manifestantes hostiles a Mursi rodearon el edificio lanzando cócteles
Molotov. Los Hermanos Musulmanes que se encontraban dentro respondieron
con disparos causando, según se comunica, 5 muertos y más de 60 heridos.
Previamente, el Ministerio del Interior de Egipto declaró que no iba a
garantizar la seguridad de las sedes de partidos políticos pese a las
peticiones de los Hermanos Musulmanes.
Mientras tanto, el movimiento opositor Tamarrud (Rebelión) que inició
las protestas declaró que exige que el presidente del país, el
islamista Mohamed Mursi, dimita antes de la tarde de martes.
“Concedemos a Mohamed Mursi Isa al-Ayyat tiempo hasta las 17.00 de martes, 2 de julio, para que dimita y deje que las instituciones públicas comiencen a preparar las elecciones presidenciales anticipadas”, comunicó Tamarrud en su página web.
El movimiento opositor amenazó que en caso de no cumplirse su ultimátum comenzará una campaña de desobediencia civil y llamará a los egipcios a salir a las calles.
Según afirma una fuente del Ministerio de Defensa de Egipto en las recientes acciones de protesta participaron varios millones de personas. Estas concentraciones sin precedente se saldaron con una decena de muertos y más de 300 heridos.
Los oponentes del presidente protestan contra la monopolización del poder por los Hermanos Musulmanes. Además, acusan al mandatario de incumplir sus promesas electorales y provocar en el país una crisis económica y política.
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“Concedemos a Mohamed Mursi Isa al-Ayyat tiempo hasta las 17.00 de martes, 2 de julio, para que dimita y deje que las instituciones públicas comiencen a preparar las elecciones presidenciales anticipadas”, comunicó Tamarrud en su página web.
El movimiento opositor amenazó que en caso de no cumplirse su ultimátum comenzará una campaña de desobediencia civil y llamará a los egipcios a salir a las calles.
Según afirma una fuente del Ministerio de Defensa de Egipto en las recientes acciones de protesta participaron varios millones de personas. Estas concentraciones sin precedente se saldaron con una decena de muertos y más de 300 heridos.
Los oponentes del presidente protestan contra la monopolización del poder por los Hermanos Musulmanes. Además, acusan al mandatario de incumplir sus promesas electorales y provocar en el país una crisis económica y política.
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Egipto cumple un año con Mursi en medio de disturbios callejeros
Presidente de Egipto, Mohamed Mursi
El declarado objetivo de las protestas es derrocar al presidente. ¿Estamos ante un nuevo fracaso de lo que hace dos años con tanto optimismo fue bautizado como “primavera árabe”? Probablemente, pero no es ningún fracaso del régimen, que mostró verdaderos milagros de estabilidad. Podría haber sido peor.
Egipto, un Estado fallido
El presidente Mursi optó por no esperar a las anunciadas acciones de protesta y algunos días antes pronunció un discurso de casi dos horas y media de duración. Sin embargo, se dedicó a enfrentarse a la oposición en vez de a señalar qué éxitos había conseguido en su primer año de su mandato.
Hizo recordar a los descontentos que las manifestaciones sirven para expresar la opinión de uno, pero no para imponerla. Dirigiéndose a los militares, señaló que existen fuerzas que no quieren que haya buenas relaciones entre el Ejército y el presidente. Y se disculpó por las colas en las gasolineras, que han llegado a convertirse en un problema político. Pero no habló de éxitos y, probablemente, acertó.
Al principio de las manifestaciones que llevaron al derrocamiento del presidente Hosni Mubarak muchos tenían la sensación que debería asumir el poder una figura determinada, el exdirector del Organismo Internacional de Energía Atómica, laureado con el Premio Nobel, Mohamed el-Baradei. Aunque tenía pésimas relaciones con el presidente George Bush hijo, debido a la política de EEUU respecto a Irán e Irak, parecía el candidato idóneo. No obstante, en las elecciones ganó otro candidato.
El-Baradei acaba de publicar en la revista estadounidense Foreign Policy un artículo donde ofrece un impactante análisis del primer año de la presidencia de Mursi.
Egipto, indica, ha subido en la lista de los Estados fallidos del lugar 45 que ocupaba durante el régimen de Mubarak al preocupante puesto 31. El índice de asesinatos aumentó el año pasado en un 130%; de robos, en un 350%; de secuestros, en un 145%. Es decir, el Estado se ve incapaz de mantener el orden ni de garantizar el cumplimiento de la ley. El 25% de los ciudadanos jóvenes no tiene empleo y ni los inversores extranjeros ni los egipcios muestran interés por invertir en el país. En varios meses se espera una suspensión de pagos.
A consecuencia de ello, el-Baradei llega a la conclusión de que el poder ejecutivo, sea de la tendencia que sea, es ineficiente. Y tan sólo el 20% de la población apoya a los Hermanos Musulmanes, de modo que éstos deberían compartir el poder. De lo contrario volverán los militares o estallará una rebelión de los pobres.
Las reglas de las revoluciones
Todo esto no quiere decir que Mohamed Mursi haya fracasado como presidente. La situación podría haber sido mucho peor, señala Elena Supónina, experta en orientalismo y presidenta del Centro de Asia y Oriente Próximo del Instituto de estudios estratégicos de Rusia, que se ha entrevistado tanto con Mubarak como con Mursi. La oposición egipcia, por supuesto, culpa a las autoridades de todos los males, pero el hecho de haber aguantado el actual líder del país un año entero tiene mérito, porque en Egipto se puede con suma facilidad sacar a las masas a las calles y por doquier empezarán los robos y asesinatos.
La situación que vive Egipto en estos momentos no es resultado de la escasa destreza de Mohamed Mursi, sino de las secuelas de una revolución. Los Hermanos Musulmanes por lo menos ofrecen a la población mecanismos de ayuda social, cosa que nadie puede dar, aparte del derrocado Mubarak.
La principal conclusión del primer año de la presidencia de Mursi es que gobierna tras una revolución. Porque las revoluciones suponen la destrucción competa del régimen anterior y después de ellas nunca podría haber vida normal en un plazo de uno o dos años.
No necesitamos adentrarnos en la historia. Fijémonos en ejemplos recientes, para ver en cuánto tiempo se logra normalizar la vida después de una revuelta revolucionaria. En caso de que no haya habido una devastadora guerra civil y el país no sea muy grande, dado que las economías grandes tardan más en recuperarse.
En las últimas dos décadas ha habido en el mundo numerosas revoluciones. En Libia, por ejemplo, la situación es peor que en Egipto; y en Túnez, algo mejor. Pero no se puede ni soñar con volver al nivel de vida de cuando estaban los “condenados dictadores”. ¿Y Yugoslavia? Sería un caso aparte, porque ha habido allí una serie de guerras.
Veamos el ejemplo de Indonesia, donde en 1998 fue derrocado Haji Mohammad Suharto. El caso, en rasgos generales, es muy parecido al de Egipto. Y tan sólo hace algunos años, a finales de los 2000, el país, después de haber cambiado de líder varias veces, pudo normalizar su vida.
De modo que estaríamos hablando de unos diez años para calmar el pulso del país. Veamos ahora el ejemplo de Filipinas, donde en 1986 fue derrocado el presidente Ferdinand Marcos. El país acabó de recuperarse a mediados de los noventa, unos diez años después. Y, dicho sea de paso, en ambos casos la estabilidad volvió al llegar al poder un militar.
Rusia, por su parte, ha tardado cerca de diez años en recuperarse de los acontecimientos de 1991. Los egipcios tendrán que esperar cerca de nueve años más para que vuelva una normalidad que tampoco les gustaba tanto, ya que decidieron en su momento derrocar a Mubarak.
LA OPINION DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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Dmitri Kósirev, RIA Novosti / 12:26 1/07/2013 - 12:26
La oposición egipcia sacó a las calles a centenares de miles de personas el domingo 30 de junio, fecha en la que hace un año exactamente prestó juramento el actual presidente de Egipto, Mohamed Mursi.
El declarado objetivo de las protestas es derrocar al presidente. ¿Estamos ante un nuevo fracaso de lo que hace dos años con tanto optimismo fue bautizado como “primavera árabe”? Probablemente, pero no es ningún fracaso del régimen, que mostró verdaderos milagros de estabilidad. Podría haber sido peor.
Egipto, un Estado fallido
El presidente Mursi optó por no esperar a las anunciadas acciones de protesta y algunos días antes pronunció un discurso de casi dos horas y media de duración. Sin embargo, se dedicó a enfrentarse a la oposición en vez de a señalar qué éxitos había conseguido en su primer año de su mandato.
Hizo recordar a los descontentos que las manifestaciones sirven para expresar la opinión de uno, pero no para imponerla. Dirigiéndose a los militares, señaló que existen fuerzas que no quieren que haya buenas relaciones entre el Ejército y el presidente. Y se disculpó por las colas en las gasolineras, que han llegado a convertirse en un problema político. Pero no habló de éxitos y, probablemente, acertó.
Al principio de las manifestaciones que llevaron al derrocamiento del presidente Hosni Mubarak muchos tenían la sensación que debería asumir el poder una figura determinada, el exdirector del Organismo Internacional de Energía Atómica, laureado con el Premio Nobel, Mohamed el-Baradei. Aunque tenía pésimas relaciones con el presidente George Bush hijo, debido a la política de EEUU respecto a Irán e Irak, parecía el candidato idóneo. No obstante, en las elecciones ganó otro candidato.
El-Baradei acaba de publicar en la revista estadounidense Foreign Policy un artículo donde ofrece un impactante análisis del primer año de la presidencia de Mursi.
Egipto, indica, ha subido en la lista de los Estados fallidos del lugar 45 que ocupaba durante el régimen de Mubarak al preocupante puesto 31. El índice de asesinatos aumentó el año pasado en un 130%; de robos, en un 350%; de secuestros, en un 145%. Es decir, el Estado se ve incapaz de mantener el orden ni de garantizar el cumplimiento de la ley. El 25% de los ciudadanos jóvenes no tiene empleo y ni los inversores extranjeros ni los egipcios muestran interés por invertir en el país. En varios meses se espera una suspensión de pagos.
A consecuencia de ello, el-Baradei llega a la conclusión de que el poder ejecutivo, sea de la tendencia que sea, es ineficiente. Y tan sólo el 20% de la población apoya a los Hermanos Musulmanes, de modo que éstos deberían compartir el poder. De lo contrario volverán los militares o estallará una rebelión de los pobres.
Las reglas de las revoluciones
Todo esto no quiere decir que Mohamed Mursi haya fracasado como presidente. La situación podría haber sido mucho peor, señala Elena Supónina, experta en orientalismo y presidenta del Centro de Asia y Oriente Próximo del Instituto de estudios estratégicos de Rusia, que se ha entrevistado tanto con Mubarak como con Mursi. La oposición egipcia, por supuesto, culpa a las autoridades de todos los males, pero el hecho de haber aguantado el actual líder del país un año entero tiene mérito, porque en Egipto se puede con suma facilidad sacar a las masas a las calles y por doquier empezarán los robos y asesinatos.
La situación que vive Egipto en estos momentos no es resultado de la escasa destreza de Mohamed Mursi, sino de las secuelas de una revolución. Los Hermanos Musulmanes por lo menos ofrecen a la población mecanismos de ayuda social, cosa que nadie puede dar, aparte del derrocado Mubarak.
La principal conclusión del primer año de la presidencia de Mursi es que gobierna tras una revolución. Porque las revoluciones suponen la destrucción competa del régimen anterior y después de ellas nunca podría haber vida normal en un plazo de uno o dos años.
No necesitamos adentrarnos en la historia. Fijémonos en ejemplos recientes, para ver en cuánto tiempo se logra normalizar la vida después de una revuelta revolucionaria. En caso de que no haya habido una devastadora guerra civil y el país no sea muy grande, dado que las economías grandes tardan más en recuperarse.
En las últimas dos décadas ha habido en el mundo numerosas revoluciones. En Libia, por ejemplo, la situación es peor que en Egipto; y en Túnez, algo mejor. Pero no se puede ni soñar con volver al nivel de vida de cuando estaban los “condenados dictadores”. ¿Y Yugoslavia? Sería un caso aparte, porque ha habido allí una serie de guerras.
Veamos el ejemplo de Indonesia, donde en 1998 fue derrocado Haji Mohammad Suharto. El caso, en rasgos generales, es muy parecido al de Egipto. Y tan sólo hace algunos años, a finales de los 2000, el país, después de haber cambiado de líder varias veces, pudo normalizar su vida.
De modo que estaríamos hablando de unos diez años para calmar el pulso del país. Veamos ahora el ejemplo de Filipinas, donde en 1986 fue derrocado el presidente Ferdinand Marcos. El país acabó de recuperarse a mediados de los noventa, unos diez años después. Y, dicho sea de paso, en ambos casos la estabilidad volvió al llegar al poder un militar.
Rusia, por su parte, ha tardado cerca de diez años en recuperarse de los acontecimientos de 1991. Los egipcios tendrán que esperar cerca de nueve años más para que vuelva una normalidad que tampoco les gustaba tanto, ya que decidieron en su momento derrocar a Mubarak.
LA OPINION DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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El Ejercito egipcio da un ultimátum de 48 horas al Gobierno para resolver la crisis
RT Rusia 01/07/2013
El
jefe de las Fuerzas Armadas egipcias, Abdel Fattah al-Sisi, ha
declarado que el ejército “ofrecerá su propio hija de ruta” dentro de 48
horas si los políticos “no responden a las demandas de los
manifestantes”.
Al
Sisi ha calificado las protestas como una forma de expresión popular
sin precedentes y ha advertido de que si se pierde más tiempo la
división política se agudizará en el país. Además, acusó a Morsi de no
cumplir sus promesas y de desperdiciar un año en balde.
El militar dijo que él no será parte "en la política o el gobierno", pero recalcó que tiene la responsabilidad de actuar, ya que –dijo- la seguridad nacional de Egipto se encuentra en "gran peligro".
Las protestas masivas marcaron el día del primer aniversario de la presidencia de Mohamed Morsi. Miles de manifestantes han salido a las calles para exigir la renuncia del presidente. Este domingo las fuerzas opositoras dieron dos días de plazo a Morsi para que abandone el poder
La
oposición egipcia está dispuesta a llamar al pueblo para que vuelva a
tomar las plazas en caso de que el presidente, Mohamed Morsi, no deje su
cargo, aseguran los jefes del movimiento Tamarrod.
Este lunes los manifestantes han vuelto a asaltar la sede de los
Hermanos Musulmanes en El Cairo. Al menos ocho personas han muerto y
otras 48 han resultado heridas en los enfrentamientos registrados en la
sede entre islamistas y opositores, que han logrado tomar el edificio,
informaron fuentes médicas.
"Otorgamos tiempo a Muhammad Isa al-Ayyat (el nombre completo del presidente) hasta no más de las 15:00 (GMT), 2 de julio, para que abandone su puesto y permita a las agencias estatales comenzar a preparar las elecciones presidenciales anticipadas", dice el comunicado del movimiento, publicado en su sitio oficial.
AFP Khaled Desouki
Manifestantes en la sede quemada de los Hermanos Musulmanes en El Cairo
"Otorgamos tiempo a Muhammad Isa al-Ayyat (el nombre completo del presidente) hasta no más de las 15:00 (GMT), 2 de julio, para que abandone su puesto y permita a las agencias estatales comenzar a preparar las elecciones presidenciales anticipadas", dice el comunicado del movimiento, publicado en su sitio oficial.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/98852-egipto-protestas-renuncia-morsi
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