Por Allan Nairn, abril 19,
2013
Por un
instante pareció que en Guatemala se estaba a punto de hacer
justicia.
Pero unas
horas antes de que una corte emitiera un veredicto, el juicio por genocidio
contra
el general Efraín Ríos Montt acaba de ser suspendido.
La decisión de
último momento de suspender el caso fue técnicamente tomada por un tribunal
de
apelaciones.
Pero detrás de la decisión se encuentra la intervención secreta del actual presidente de
Guatemala como también las amenazas de muerte contra los jueces y fiscales
hechas
Docenas de
mayas sobrevivientes de las masacres arriesgaron sus vidas al servir de
testigos. Pero ahora con la decisión tomada desde arriba, el registro escrito de
los
testimonios de la corte que ellos valientemente habían ayudado a crear, ha
sido borrado.
El siguiente
relato de mi conocimiento personal sobre el caso fue escrito hace varios días.
Se me pidió que lo mantuviera en privado hasta que se llegara al
veredicto.
“Sería un
error creer que este caso redundara en beneficio de los gobernantes de
Guatemala.
Este caso se
les impuso desde abajo. Lo último que ellos desean es justicia.
Pero ellos
estuvieron de acuerdo en ingerir una dosis parcial porque las fuerzas políticas
eran tales que ellos no tenían otra alternativa y porque pensaron que
sacrificando
a Ríos Montt ellos podrían salirse con la suya, salvando así su
propio pellejo.
Fui llamado a
testificar en el caso contra Ríos Montt, se me consideró como un ‘testigo
calificado’ y estaba
tentativamente programado para testificar el lunes 15 de abril. Pero
en el
último momento se me impidió tomar el estrado ‘para evitar una confrontación con
el ejecutivo [guatemalteco]’.
Se me dio a
entender, que lo que eso significaba era, que el general Otto Pérez Molina, el
presidente de Guatemala, cancelaria el juicio si yo subía al estrado ya que mi
testimonio
podría implicarlo a él.
Más allá de
eso, existía el temor, concretamente manifestado, de que al tomar el estrado
y
dada la naturaleza de mis pasados escritos y declaraciones yo implicaría a la
‘institución
armada” y eso podría desatar la violencia.
El trato bajo
el cual Pérez Molina y la elite gobernante del país habían permitido que el caso
siguiera su curso era que, únicamente Ríos Montt y su codefendido, el general
Mauricio
Rodríguez Sánchez serían los afectados. El resto de los miembros del
ejército al igual que
Pérez Molina saldrían ilesos.
Sobre esa
base, quedó entendido que Pérez
Molina, se abstendría de anular el juicio
contra Ríos Montt, y más importante
todavía se encargaría de evitar que miembros del
antiguo cuerpo de oficiales
asesinara a los fiscales y a los testigos, como también frenar
a cualquier
escuadrón de matones que podría ser montado por los oligarcas del
CACIF
(Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales
y
Financieras). (Pérez Molina tiene poder de facto para anular el caso vía la
intervención
secreta con la Corte de Constitucionalidad y otras cortes)
Este
entendimiento fue considerado como vital para la sobrevivencia tanto del juicio
como de aquellos envueltos en el mismo. Asociados del ejército habían amenazado
ya a la familia de uno de los fiscales más importantes, y a la mitad del juicio
uno de los
tres jueces que presiden el caso había recibido amenazas de
muerte.
En el caso de
uno de esos amenazados de muerte, un hombre le había ofrecido
a él un soborno de
un millón de dólares estadounidenses como también asesoramiento
en el manejo de
cuentas en el extranjero y en lavado de fondos. Todo lo que el abogado
tenía que
hacer era estar de acuerdo en detener el caso de Ríos Montt.
Cuando el
intento de soborno no funcionó, el
ángulo cambio: El hombre sacó una
pistola
y la puso sobre la mesa y dijo que el sabía donde encontrar al hijo del
abogado.
Pero hasta
aquí ninguna persona a cargo del juicio ha sido asesinada. Aunque las cosas
estaban tensas, el trato se mantenía.
Pero para la
conmoción de muchos y para los titulares de la prensa mundial que
por mucho
tiempo había fallado en reportar adecuadamente sobre el terror en Guatemala,
todo cambio repentinamente el 5 de abril cuando Hugo Ramiro Leonardo Reyes,
un
ex mecánico del ejército, testifico vía videoconferencia desde un lugar
desconocido
que Pérez Molina había ordenado la ejecución de
atrocidades.
Testificando
con la cara parcialmente cubierta por una cachucha de beisbol, él habló
a cerca de los asesinatos cometidos por el ejército de Ríos Montt y
luego
inesperadamente agregó que uno
de los principales perpetradores había sido
Pérez Molin quien, según su
relato, había ordenado ejecuciones y
la destrucción de
aldeas.
Según el
testigo, esto ocurrió durante las masacres en los alrededores de Nebaj, cuando
Pérez Molina servía como comandante de operaciones de Ríos Montt en
1982-83.
Da la
casualidad que durante ese periodo de tiempo yo había estado ahí y me encontré
con Pérez Molina quien en ese entonces se hacía pasar como el mayor Tito
Arias.
Lo había
filmado en entrevistas varias veces. En una ocasión observamos juntos los
cuerpos de cuatro guerrilleros capturados que él había interrogado. Sin
que él escuchara,
los subordinados de
Pérez Molina me dijeron como, actuando bajo órdenes, ellos
rutinariamente
capturaban, torturaban y llevaban a cabo múltiples ejecuciones de
civiles.
El hecho de
que el testigo haya mencionado el pasado de Pérez Molina
evidentemente enfureció
al presidente. Él denunciópúblicamente al testigo y ordenó que
fuera investigado.
Luego
citó a la Fiscal General. Se corrió el
rumor de que si en el juicio se mencionaba
de nuevo el nombre de Pérez Molina,
todos los acuerdos previos serian suspendidos.
La cancelación del juicio a Ríos
Mont sería lo de menos: el precio a
pagar sería muy alto.
El caso
continuó como se había acordado
originalmente con Pérez Molina. Mi testimonio
fue cancelado, y del registro de
la corte se eliminó cualquier evidencia que pudiera implicar
aún más al
presidente.
Bajo las leyes
de Guatemala, el presidente en funciones no puede ser enjuiciado. El periodo
presidencial de Pérez Molina finaliza en el 2016.
Este es un
pequeño pero revelador aspecto del caso. La historia de la masacre todavía
no ha
terminado”.
Después de
haber escrito el relato mencionado arriba, el ejército de Guatemala y la
oligarquía se manifestaron. Ellos empezaron a sentir que no tenían la necesidad
política de sacrificar a Ríos Montt. Como lo escuchó Pérez Molina de boca de la
propia elite, sus
intereses y los de Ríos Montt convergían.
El 16 de abril
Pérez Molina dijo públicamente que el juicio era una amenaza para la
paz. El 18
de abril, hoy, el juicio por genocidio contra Ríos Montt fue
suspendido.
(Con relación
a las fuentes: Para algunas de mis entrevistas filmadas con Pérez Molina,
ver el
documental ¡Skoop! Dirigido por Mikael Wahlforss. EPIDEM, Scandinavian
televisión,
983. Largos pasajes de este documental, bajo el título, Titulares
de Hoy, está disponible
en el sitio web de Jean-Marie Simon quien fue mi colega
en el film. También se
pueden ver sus fotografías y la narrativa en su
libro, Guatemala: Eternal Spring, Eternal
Tyranny, W.W. Norton,
1988.
Para un
detallado y contemporáneo reportaje sobre las masacres de Ríos Montt ver mi
pieza publicada en la edición del 11 de abril de 1983 en The New
Republic: “The Guns
of Guatemala: The merciless misión of Rios Montt
Army”. El articulo cita a algunos de
los subordinados de Pérez Molina y
brevemente lo menciona como el “Mayor Tito”.
Al momento de escribir el artículo
y cuando trabajaba en el film no sabía su nombre real.
Los pasajes
del film en You Tube se propagaron viralmente en Guatemala durante la
campaña
presidencial de Pérez Molina en el 2011. Durante la campaña Pérez Molina
se mostró evasivo a cerca de si
realmente él era el “Mayor Tito”, aunque más tarde
salió a luz que él lo había
admitido en años anteriores pero luego había intentado ocultar
esa
admisión.
También pueden
ver mi artículo del 17 de abril, 1995 en The Nation, “C.I.A. Death Squad:
Americans have been directly involved in Guatemalan Army killings”. El artículo
reporta
sobre el apoyo de EUA a la G-2, la unidad de inteligencia militar
guatemalteca que
elegía sus blancos para ser asesinados y desaparecidos y muy a
menudo efectuaba
sus propios asesinatos y tortura. El artículo menciona a Pérez
Molina como “uno de los
últimos tres jefes de la G-2 [quienes] de acuerdo a
fuentes de inteligencia de EEUU y de
Guatemala han estado en la nómina de pagos
de la C.I.A.”.
El
artículo agrega que el entonces
coronel “Pérez Molina, quien ahora dirige el Estado
Mayor Presidencial y
supervisa el Archivo, fue acusado en 1994, cuando de acuerdo
a la Oficina de
Derechos Humanos del Arzobispado, se encontró evidencia del
involucramiento del
Estado Mayor en el asesinato del juez Edgar Ramiro Elías Ogaldez”.
Igualmente, en
el momento de la publicación del artículo en The Nation, yo aún desconocía
que
Pérez Molina era Tito.
Para conocer a
cerca del papel de los EEUU en el apoyo dado a Ríos Montt pueden
consultar el
artículo que escribí para el Washington Post: “Despite Ban, U.S Captain
Trains
Guatemalan Military”, octubre 21,1982, página 1.
Después de la
publicación de mi artículo en The Nation, el ejército guatemalteco envió a
un
emisario quien me invitó a almorzar en
un lujoso hotel y muy amablemente me dijo
que me matarían si no retiraba el
artículo. El ejército continuamente asesinaba a
guatemaltecos, pero para un
periodista de los Estados Unidos la amenaza sonaba vacía.
El hombre que me
amenazóposteriormente se convirtió en
una excelente fuente de
información.)
Traducido del inglés por
Délmar
Manuel
Allan
Nairn es un laureado periodista investigativo de EEUU
quien es bien conocido
por haber sido arrestado por los militares de Indonesia
mientras reportaba sobre los
sucesos en Timor Oriental. Sus escritos se ha
enfocado en la política exterior de EEUU
en países como Haití, Guatemala,
Indonesia y Timor Oriental. En 1993, Nairn y
Amy Goodman recibieron el premio
Robert F. Kennedy Memorial First Prize for
International Radio por su trabajo
reporteril en Timor oriental. En 1994, Nairn obtuvo
el George Polk Award
for Journalism for Magazine Reporting. También en 1994,
Nairn
recibió el The James Aronson Award for Social Justice Journalism por sus
escritos
sobre Haití para la revista The Nation.
@ Allan
Nairn
OFRANEH
Organizacion Fraternal Negra Hondureña
Sambo Creek, Atlántida.
Honduras telefax: 504-24541513 / 504-24490003 email:garifuna@ofraneh.org / ofraneh@yahoo.com
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