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Periódico La Jornada
Domingo 31 de marzo de 2013, p. 16
Domingo 31 de marzo de 2013, p. 16
Caracas, 30 de marzo.
Nevado husmea
los pies de los visitantes del Cuartel de la Montaña. Su cuerpo está
cubierto con un chaleco con la imagen de una bandera venezolana y un
rótulo: Guardia Nacional Bolivariana CR-5. Un elemento del Comando
Regional número 5 lo cuida.
Nevado es
un perro blanco de manchas cafés, de raza macuchíes, originaria de
Venezuela, que el 15 de marzo acompañó, durante más de 12 kilómetros, el
cortejo que trasladó los restos de Hugo Chávez desde los Próceres hasta
el Cuartel de la Montaña. La milicia lo adoptó y desde entonces lo
cuida.
Nevado fue
así nombrado en honor al can que siguió a Simón Bolívar a través de
varios países durante
la guerra de Independencia de la corona española, que murió atravesado
por una lanza en la Batalla de Carabobo, en la que se abrieron las
puertas de la independencia a Venezuela.
En el Cuartel de la Montaña, al lado de Nevado,
acompañado por una hilera de banderas latinoamericanas, se encuentra el
féretro del comandante, con una flor de los cuatro elementos, diseñada
por el artista venezolano Fruto Vivas, que le sirve de base y una
escolta que hace guardia. A su lado, hay una sobria capilla con dos
imágenes de Chávez sonriendo, las palmas del Domingo de Ramos, un Cristo
y una Virgen de la Rosa Mística.
El
Cuartel de la Montaña, donde estuvo la Academia Militar de Venezuela,
tuvo especial importancia para Hugo Chávez. Desde allí dirigió el
intento de levantamiento cívico militar el 4 de febrero de 1992, y desde
allí asumió la responsabilidad de su fracaso.
Culto laico
El
cuartel se ha convertido en uno de los destinos más visitados de
Caracas. Cada día miles de personas hacen largas colas para despedir al
comandante. Le rezan, le llevan flores y velas, le lloran.
Las
procesiones al Museo Histórico de la Revolución son parte del inicio de
un culto laico al mandatario, que comenzó el mismo
día de su muerte, cuando el cielo de Caracas se pintó de rojo. Fuera de
las iglesias y calles han comenzado a venderse estampas y bustos suyos.
Celosa
de la competencia, pero prudente ante el dolor de los fieles, la
jerarquía religiosa llamó a no confundir lo humano con lo divino. El
pasado Miércoles Santo, el cardenal Jorge Urosa Sabino advirtió en su
sermón:
La religión católica no es guiada por un ser humano cualquiera o líder, sino por Jesús. No se trata de ningún líder social ni líder político ni artista, se trata del mismo Dios hecho hombre. Nuestra santa religión está basada en Jesucristo, en Dios, y no podemos rebajarlo a la condición de una persona humana cualquiera. Para que no quedara duda, remató:
No se puede igualar a Jesucristo con ningún gobernante ni persona por más amor que se le profese, por lo que hay que rechazar
cualquier nivelación de Jesucristo con personalidades humanas.
La
fuerza del mito es tan grande que ni siquiera la oposición que lo
maldijo durante más de 14 años puede escapar de la seducción del
comandante después de muerto. Un país que, como ha dicho el escritor
Luis Britto, volvió sus ojos hacia los ídolos privados y tuvo en
campeones de boxeo, misses, beisbolistas, motociclistas e
ídolos de la canción a los venezolanos con mayor fama nacional e
internacional, en lugar de libertadores y filósofos de la educación que
fueron su sello en el pasado, encontró con Hugo Chávez un nuevo lugar en
el mundo. Con él se recuperó no sólo el petróleo y la soberanía
nacional, sino el aparato consagrador de mitos.
Así
lo reconoció Guillermo Aveledo, coordinador del bloque opositor Mesa de
la Unidad Democrática. “Nuestro candidato, Henrique Capriles –dijo– ya
no tendrá como adversario a un mito político como Chávez. Se trata de
una relación entre iguales.”
Como
parte de esta operación de disputa por el legado del fundador de la
quinta República, Capriles, el candidato opositor que fue derrotado por
Chávez en las elecciones de octubre pasado por más de 11 puntos de
diferencia, que ahora busca enfrentarse en las urnas al heredero del
fallecido presidente, declaró, a pesar de que una y otra vez lo
vilipendió y ofendió en vida:
Fuimos adversarios, nunca enemigos. Lo cierto es que a pesar de ser su acérrimo enemigo, Capriles había tratado ya de apropiarse de buena parte del discurso de Chávez cuando éste todavía estaba al frente del Estado. A pesar de ser el candidato de la derecha, durante 2012 habló, por ejemplo, de socialismo y de continuar los programas sociales conocidos como Misiones (institucionalizándolas y dándoles una buena administración).
Pero
no se crea que el reconocimiento opositor de la herencia del comandante
proviene de una genuina aceptación de su trascendencia histórica, o de
que no hay muerto malo, o de un tardío arrepentimiento. No, sus
intereses son estrictamente electorales. Lo que está en marcha, por más
descabellado que parezca, es una enorme operación político mediática
para apropiarse del mito Chávez y enfrentarlo a Nicolás Maduro.
Ejemplo de ello es lo que el artículista opositor Andrés F. Schmucke G. escribió en El Universal:
Valga aquí la confesión, debo decir que extraño a Chávez, y creo que la mayoría de la oposición también lo extraña. Chávez era un tipo con una personalidad magnética, cantaba, bailaba, echaba cuentos, le decía a su esposa que le iba a dar lo suyo e impulsaba a las mujeres embarazadas a darle la teta a sus muchachos... Todo lo contrario a Nicolás Maduro.
El
mimetismo de la oposición con el follaje chavista, o más bien, el
intento por despojarlo de sus símbolos, la ha llevado a nombrar a su
comando de campaña como Simón Bolívar, el prócer patrio inspirador de
Chávez, y a dar el banderazo
de salida de su cruzada por el voto en el estado de Barinas, donde
nació el comandante.
Inventen lo que inventen, no podrán detener el huracán bolivariano en Sabaneta, cuna de Chávez, y luego en ciudad de Barinas, respondió el ministro de Comunicación, Ernesto Villegas.
El
anuncio de que Capriles arrancará su gira electoral en la ciudad natal
de Chávez y su pretensión de presentarlo como el hombre de los cubanos
en Venezuela, sentó mal a su sucesor. “Viene aquí –dijo hoy en Barinas
durante la juramentación de su comité de campaña– a generar violencia,
es un muchacho caprichoso, un burguesito caprichoso, inmaduro”. Añadió:
La campaña contra Cuba es igualita a la campaña que se hacía contra los judíos en la Alemania de Hitler... Los herederos de Hitler dirigen una campaña en Venezuela contra el pueblo de Cuba.
Según
denunció el mismo Villegas, el responsable de esta estrategia es un
viejo conocido de los políticos mexicanos y del PRI: Juan José Rendón.
Publicista y sicólogo, venezolano, vestido siempre de negro, experto en
distorsionar la realidad, asegura que su vocación es
hacer presidentes. Especialista en campañas negativas y guerra sucia, colaboró en la segunda elección de Carlos Andrés Pérez. Ahora, regresa a su país después de una larga ausencia, después de que en 2004 dirigió fallidamente el referendo revocatorio que buscó destituir a Chávez. Al perder, organizó una ruidosa ofensiva publicitaria que denunció fraude, a pesar de que el ex presidente estadunidense Jimmy Carter avaló la justeza y transparencia del comicio.
La
influencia de J. J. Rendón ha causado cambios notables en Capriles. El
candidato opositor se ha vuelto mucho más agresivo y frontal. Además de
tratar de apropiarse de la simbología chavista, externa dudas sobre las
fechas y las circunstancias de la muerte de Chávez (lo que hirió
profundamente la sensibilidad de los familiares y los dolientes del
mandatario), cuestiona el uso de su imagen y el manejo político de su
funeral. Quiere fijar la agenda, llevar la iniciativa y movilizar a
unos seguidores desinflados por dos sonoras derrotas en menos de seis
meses. Presenta su lucha como una
cruzada, se envuelve en la bandera nacional y e insulta a Maduro llamándolo toripollo, esto es, alguien con cuerpo de toro y mente de pollo, una persona grande, robusta pero con su comportamiento inmaduro.
Capriles
necesita desesperadamente persuadir a sus simpatizantes de que tienen
que salir a votar y que el rival que está enfrente de ellos es Nicolás
Maduro y no el comandante. Es una cuestión de vida o muerte política. Si
no lo hace, su futuro político tiene los días contados. Por eso, sus
publicistas, a pesar de lo que marcan las encuestas, tratan de convencer
a sus simpatizantes de que si logran reproducir lo sucedido el pasado 7
de octubre, y van 7 millones de personas a votar, pueden ganar las
elecciones del 14 de abril, pues, históricamente, el chavismo siempre
disminuyó su votación cuando el fallecido mandatario no compitió en los
comicios.
Capriles, asesorado por Rendón, quiere enfilar
las baterías no contra el difunto presidente, sino en contra del candidato. Por eso, una y otra vez, dispara:
No te escondas, no te disfraces, Nicolás. No es Chávez, eres tú.
Por
el contrario, la intención del chavismo es hacer de estos comicios un
referendo sobre la continuidad de su proyecto y el legado de su líder.
Así, Maduro responde a Capriles, ante las carcajadas de sus seguidores,
que
el pelucón(en alusión al gusto de la aristocracia conservadora por las pelucas) está obsesionado con él.
La
presencia de Rendón en la campaña de Capriles anuncia que cualquier
cosa puede pasar durante y después de la contienda electoral. La
posibilidad de que la
oposición se retire antes del 14 de abril o que denuncie fraude y
desconozca los resultados después de los comicios no es algo improbable.
Ya lo hizo en 2004. Nada garantiza que no lo repita en 2013.
http://www.jornada.unam.mx/2013/03/31/mundo/016n1mun
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