Autor: Galel
Cárdenas
No estoy de acuerdo con el
concepto que vierte Ernesto Paz Aguilar, en uno de los periódicos golpistas del
país, La Tribuna, cuyo propietario Carlos Flores Facussé es sobrino del mayor responsable
intelectual (¿o material?) de la masacre planificada fríamente de campesinos, matanza
nunca antes experimentada en Honduras, ni con el fragor de la doctrina de la seguridad
nacional del general Gustavo Martínez.
Dice Ernesto Aguilar que la existencia de las ciudades modelos son virtuales, de acuerdo con su opinión en el mencionado periódico. “…la existencia de dichas ciudades no es real, sino virtual. Lo único real son las maquetas y los videos que han elaborado sus promotores. Sólo existen en Internet. Es genial: Honduras se convirtió en huésped del experimento neoliberal más radical” que conoce la historia reciente (La Tribuna, Tegucigalpa, 12/9/12).
La compraventa de las
ciudades modelos son reales debido a que los diputados mercenarios de un país
que no es Honduras, recibieron los dólares correspondientes y emitieron de este
modo la más grave afrenta que haya podido recibir la nación, con la emisión de
las leyes que regulan las zonas de desarrollo, así llamadas en última instancia
para engañar ingenuos, bobos y hasta incrédulos comerciantes nacionales. Esas
leyes no son virtuales, son reales y
representan la realidad jurídica de la compra venta del territorio nacional.
Las inversiones de los
capitales neoliberales vendrán con seguridad, aunque deban esperar primero que
las elecciones del año 2013 sean ganadas por Juan Orlando Hernández para no
llegar al país a desperdiciar su asqueroso capital lleno de ignominia imperial.
Y es que las ciudades
modelos no son simplemente visiones de unos desvelados y geniales diputados
preocupados por el desarrollo capitalista en Honduras para asegurar la
empleomanía hondureña.
Las ciudades modelos en
Honduras, debido a su condición estratégica geopolítica, que sirve de embrague
entre el norte y el sur por la vía terrestre y entre el este y el oeste por la
vía marítima, representa un excelente espacio para manejar una retaguardia
militar en una guerra inminente entre el imperio y los estados libertarios de
la América del Sur y de la misma Centroamérica.
A estas zonas de desarrollo
bien pueden llegar “empresas” ligadas a la fabricación de insumos de guerra, o
de reclutamiento humano para las tácticas de invasión correspondiente en un
teatro determinando de agresión militar, en el que estén involucradas las fuerzas
armadas de Honduras.
Un porta aviones en alta
mar no sólo es conductor de aviones, si no de otra cantidad de instrumentos de
guerra sofisticados. Honduras ya sirvió en una ocasión en la retaguardia de la
Contra Nicaragüense que perdió la guerra en Nicaragua. Así vistas las cosas
somos como un porta aviones que no se mueve ni se conduce hacia ninguna parte,
pero si con muchas bases militares podemos constituir la retaguardia de la
contra latinoamericana destinada a derrocar cuanto gobierno soberano socialista
se erija en la América de Simón Bolívar, Francisco Morazán, José de San Martín, y José Martí.
La oligarquía
hondureña obtiene mayor presencia en el
país cuando Marco Aurelio Soto, Ramón Rosa y demás sucesores, promovieron la entrada de las compañías mineras y
bananeras en Honduras, así pudieron comprar presidentes: “pues tal fue el caso
de Sam Zemurray (1877-1961), el banana man que en Nueva Orleáns entabló
amistad con el ex presidente de Honduras Manuel Bonilla, depuesto en 1907. Y
con ayuda de un grupo de mercenarios amigos de Zemurray, Bonilla regresó al
poder en 1911.(La
jornada, México, 6 de febrero, 2013, artículo Honduras: entre golpistas y neofilibusteros, José Steinsleger).
La carrera contra reloj que
ha emprendido el gobierno de Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández obedece a un
mandato imperial, que ya había sido política experimentada de Ricardo Maduro,
cuando manejaba la idea de la mesa servida, es decir aprobar todas aquellas
leyes tendientes a favorecer el neoliberalismo y las alianzas estratégicas del
poder fáctico mediático con el imperio.
Por ello, dominado el Congreso Nacional con dólares y
canonjías con los traidores de la patria,
no ha habido ley que esté aprobándose que contenga los más mínimos
respetos a la soberanía, y a ese sentimiento patrio que hemos cultivado en las
familias y en las mismas escuelas públicas y privadas.
Y es que en sus manojos de
naipes marcados, una especie de Tarot que adivina el futuro, la carta del
fantasma de la revelación, está siempre saliendo en cada uno de los cortes del
manojo: la figura de Xiomara Castro, como inminente ganadora de las elecciones
generales del año 2013.
Esta perspectiva política
real, es lo que ha determinado que el binomio Lobo Hernández, en su
maquiavélicos intentos por sobreponerse a los anhelos del pueblo congregado en
el partido Libertad y Refundación, deban atar manos, pies y cabeza del gobierno
para que la próxima presidenta de Honduras asuma el poder general constreñida
por una madeja de compromisos internacionales, de tal forma, que su gobierno
sea un fracaso total y un desencanto electoral de los votos ciudadanos.
Así, la llave prometida a
Paul Romer por la compraventa del territorio de las ciudades modelo, asegurada
por unas leyes traidoras a la patria, deberá esperar al menos este año, porque
ningún capitalista invierte en un lugar donde las perspectivas contrarias a su
negocio están balanceándose en el filo mismo de una decisión del soberano, si
es que las elecciones fuesen un ejemplo de honradez patriótica.
Si no seguiremos vendiendo
las Ruinas de Copán por 50 dólares, a un aventurero llamado John L.
Sthepens ahora vestido de frac y corbata, con la máscara del Tío Sam en el
rostro de Paul Romer, Juan Orlando
Hernández y Porfirio Lobo Sosa, estos dos últimos aliados confesos de semejante
negocio pusilánime.
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