El Cairo reafirma su independencia respecto de EE UU al romper el bloqueo
Mahmud Hams (AP)
El flamante presidente islamista egipcio, Mohamed Morsi, no se cansa de repetir en sus reuniones con mandatarios extranjeros que se encuentran en un “nuevo Egipto”. La actual crisis en Gaza
ha ofrecido al rais egipcio una ocasión de oro para mostrar al mundo
entero que esta expresión no es pura retórica.
En el ámbito
internacional, el Egipto posrevolucionario pretende desempeñar un papel
central en la escena regional, que sea acorde con su historia y
ambiciones de grandeza.
Morsi ya ofreció una señal clara de su voluntad de poner fin al seguidismo de Washington que practicaba el denostado Hosni Mubarak cuando el pasado mes de agosto visitó Teherán para asistir a la Conferencia de los Países No Alineados.
Con la decisión de enviar a su primer ministro, Hisham Kandil, a Gaza,
rompiendo el aislamiento político de la Franja, el líder egipcio
reafirmó su independencia respecto a Estados Unidos, y el papel
fundamental del país en el conflicto entre palestinos e israelíes.
“El Cairo no abandonará Gaza a su suerte. El Egipto de hoy no es el
Egipto de ayer, y los árabes de hoy no son los árabes de ayer”, proclamó
Morsi, toda una muestra de la renovada asertividad de un orgulloso país
que había visto en los últimos tiempos cómo otras grandes potencias
regionales, e incluso algunas menores como Catar, adquirían a sus
expensas una mayor relevancia en el tablero geostratégico de Oriente
Medio.
La histórica visita de Kandil a Gaza, en la que se entrevistó con su
homólogo Ismail Haniya y visitó el hospital donde reciben atención las
víctimas de la ofensiva israelí, asestó la estocada definitiva a la
política de bloqueo a la Franja promovida por EE UU tras la victoria de Hamás en las elecciones palestinas de 2006.
El emir de Catar, Hamad bin Jalifa al Thani, fue el primer mandatario
extranjero en viajar a Gaza el mes pasado. Pero no ha sido hasta el
movimiento de Morsi, que fue enseguida imitado por Túnez, cuando se pudo
dar esta política por muerta y enterrada.
Habida cuenta de que la tregua que pretendía forzar Morsi no se ha
consolidado tras la salida de Gaza de Kandil, su mayor éxito consiste en
que Washington y Tel Aviv no hayan ni tan siquiera rechistado por su
iniciativa. “Creo que los Gobiernos de ambos países reconocen que las
reglas del juego han cambiado tras la primavera árabe, y que deben
aceptar la nueva realidad política en Egipto”, explica a EL PAIS Khaled
Elgindy, un analista de la Brookings Institution.
“Egipto es el único actor que mantiene relaciones con ambas partes,
además de EE UU, por lo que su papel será crucial para resolver la
presente crisis”.
Más allá de la hostilidad ideológica que siempre han profesado hacia
Israel los Hermanos Musulmanes, el partido del presidente Morsi, es
también la presión popular la que ha empujado al rais a mostrar
una actitud más contundente que la mantenida por Mubarak en anteriores
conflictos. De hecho, uno de los pocos asuntos en los que coinciden
islamistas y laicos en Egipto es su inquina hacia el Estado hebreo. No
en vano, tanto salafistas como progresistas han pedido en las últimas
horas una ruptura total de las relaciones diplomáticas con Tel Aviv.
Sin embargo, Mohamed Morsi es consciente que no puede poner en riesgo
sus lazos con Occidente, un aliado vital para reflotar la maltrecha
economía egipcia. De ahí que no haya amenazado con romper los acuerdos de paz de Camp David
o proporcionar cualquier tipo de ayuda militar a Hamás. Ahora bien, el
difícil equilibrio que debe buscar entre las presiones internas y
externas se podría complicar aún más si Israel emprendiera una invasión
terrestre de la Franja. Por eso, las autoridades egipcias han
multiplicado sus esfuerzos diplomáticos, incluida una llamada telefónica
entre Morsi y Barack Obama, para forzar a las dos partes a firmar una
tregua.
Por si acaso, Sobhi Saleh, uno de los líderes de la Hermandad,
advirtió de que Egipto no ha agotado su menú de opciones en la crisis:
“La ruptura de relaciones diplomáticas, el cierre de la Embajada israelí
o la congelación de todos los elementos militares de Camp David son
todos pasos posibles, y no deberíamos tenerles miedo. EE UU necesita a
Egipto tanto como Egipto necesita buenas relaciones exteriores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario