Tema musical: PUEBLO,VAMOS PUEBLO ! -Xioma Song ,tomado de Red FIAN / Imagenes agregadas al archivo de audio: por www.hondurastierralibre.com
"LA MARA de XIOMARA"
Por A.Garcia
San Perro Suda. 1 de julio de 2012.
Seis
de la mañana, calor con potencialidad de pelachanchos. Bajan del
estadio, hacia la línea, muchos sampedrícolas, han trasnochado en la
Feria Juniana.
Nosotros,
viajeros de la resistencia, estamos listos. Antes, de poner pie en
polvorosa: un pocillo de café retinto, con una semita engordaperros, en
el parque, frente a la catedral.
Seis
y quince. Encaramados en un Mazda, doble cabina vamos seis resistentes
(o de la insistencia, como dicen los chafas), con brújula pintando
viaje, despupusados hacia Santa Bárbara.
Agarramos
la avenida de los turcos. Adelante van seis carros con banderas de
libre. Al llegar a la veinte calle, el cacharro nuestro es el número 17.
La gente va que no cabe en su alegría. Todo mundo grita, flamea trapos.
En
una gasolinera, antes del peaje nos refaccionamos: agua, churrios,
galletas, chucherías. Aquí, en la tienda de conveniencia, hay un chingo
de gente, lucen: gorras, sombreros, vinchas de ¡Viva Mel! Y de ¡Urge Xiomara!: con una gaviota en lugar de la eme.
Cuando
pasamos el peaje es una caravana del carajo: centenares de carros,
adelante, y un pijín, detrás, todos embanderados. ¡Pitan! ¡Pitan! Eterno
sonido de claxon.
Después,
de los mil huracos de esa carretera que dijo Miguel Actor (de
Televicerdo) reparar, pasamos por La Ceibita, Pueblo Nuevo. De aquí, en
adelante, ningún carro transitaba hacia San Perro Suda; todos van en el
mismo sentido: hacia la tierra de los pateplumas, a lanzar a Xiomara, la
de Mel, la del pueblo hondureño.
Primer
timbrazo: vamos por la Unión, dijo el celular de Mito Galerano, allá
nos vemos hijos del maiz. Otro, ¡haló!: por dónde vienen, dijo Marta y
Omar González, acá les tenemos una burra de carne con frijoles, hablen
cuando estén en la calle de los de acá. Pasan unos minutos: “A qué horas
van a llegar, carajos, a dar fe de este hecho histórico”, gritó el
blackberry de Jorge Miralda, “cuando lleguen, búsquenme atrás del
escenario, okay…”
Por
la orilla de la carretera, los campesinos: niños, mujeres y hombres
flameaban, con alegría y en señal de saludo, banderas de LIBRE.
Desde
La Unión aminora la marcha: cachimbo de automotores. Pasamos la tierra
de los trinitecos: gritos y vivas. Llegamos al puente de la ciudad de
los brujos de Ilamatepeque. Y desde Gualala, condado de
los tiligüas panza verdes, a 17 kilómetros, de Santa Bárbara, los carros
se desplazaban a paso de Democracia, la tortuga de Mafalda.
Cada
conductor quiere llegar de primero, rebasar a otros: miles de buses,
carritos, mototaxis, motos, camiones, rastras, bueno, cualquier babosada
que tenga ruedas, hasta los queques de gente.
Desde
Gualjoco o de Gualjoquito, ya no se puede pasar en vehículo. Nos
metimos por un atajo. Todos hacen lo mismo. Los caminos, las carreteras:
han colapsado. En un portillo, nos metemos. Dejamos el carro en el
monte. Y a rebote de calcetín: caminamos más de 8 kilómetros. Vamos en
la corriente, en el río humano, alegres.
¡Puta,
qué alegría, llegar a Galeras! Llegar es un decir: pusimos pie en la
punta sur de viejo aeródromo y caminamos como galgos –capeando un
hormiguero, una chamuchina, un pijazal, un gentillal-de-gente– un
tramo, del tamaño de cuatro canchas de fútbol, hasta los linderos de un
potrero gigante, parejito, con la plataforma desde donde lanzaremos,
hasta montarla en la presidencia, a la candidata del consenso en
resistencia: Xiomara.
¡Oh!
Qué majes más ilusos, jamás encontramos a los amigos con los que
quedamos, apalabrados, vernos. Hallarlos, era como buscar un piojo en el
afro del tejedor de piyamas, Juan Ramón Calabaceta.
Ventas
aquí. Gritos allá. Bubuselas bramando como cabros degollados.
Estrechones de manos entre los aleros. Rempujones pa’pasar, porfa. Filas
de carpas. Rótulos gigantes. Cardumen de cámaras de vídeos. Enjambre
de fotógrafos. Agua comprada y regalada. Grúas sosteniendo aparatos de
sonido. Convite: donde comen dos, comen tres. Cantantes de todos los
pelambres. Consignas para tapizar el gane. Un arcoíris de nuestra
horchata sanguínea: negros, zambos, morenos, cheles, mulatos, altos,
bajos, católicos, ateos, aleluyas, evangélicos, misquitos, lencas, tol,
chortis, tawuakas, tolupanes, jates, caracoles, pateplumas, jamos,
tehumas, chorotegas.., en fin. Todos aplauden, cantan, bailan, gritan,
escuchan, abuchean. Una locura, un desorden bien organizado.
Miré,
eso sí a una volquetada de cómplices, cerros de revulucos, montaña de
compañeros de viaje que ya días no miraba. Allí estaban: Teodoro
Sánchez, sudado, con sus ojos de búho desvelado. Rodolfo Cortés, como
chucho en procesión, feliz, como una gota más, en aquel mar humano.
Ennio con su Negra y su hijo Fer Maldonado, orondos, daban la impresión
de haberse ganado el gordo de la lotería. Vimos a Fabio Cárcamo, más
retinto y jodión en aquel solazo hijuelamadre. A Ernesto Dubón y Mario
Ardón Mejía documentando el hito histórico.
Bajo
la sombra de unos caraos dimos con Mauricio Ramos, POR cuyo motivo,
echando humo de esa su LIBRE calva, de pelos. Allí, poeta, Fabricio
Estrada, repartiendo libros y redactando su blogueridad de palabranauta
irredento. Y, a Dino Fanconi, con un tropel de Bellas Artes destapando
el genio (como debe ser en cada evento serio) de una botella que, fue un
soplido en las fauces de esos bárbaros, sólo nos dieron un vasito de
ron, nada más, del tamaño de un dedal.
Sólo consigo, este poquito de ñangaritas (Rosuco dixit) de ese inconmensurable mar de "cuatro gatos", como testigos; porque, si no, quién nos va a creer en el futuro. Y tenemos que contar, dar fe ante
la historia, que asistimos a la más grande concentración política del
siglo XXI catracho. Que estuvimos allí: en la construcción del principio
del fin de la felonía. Que allí le cambiamos el aceite a la rebeldía,
para darle vuelta en las urnas, como calcetín, a la Honduras secuestrada
por la oligarquía y la bota militar del imperio y construir, con la
mara de Xiomara, un país (disculpe, Tío Ho) diez veces más bello.
Vale.
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