Gracias, pueblo nuestro
Ningún medio masivo de comunicación escrita en la historia hondureña ha
tenido tan colosal elogio de nuestro pueblo como EL LIBERTADOR.
Fue una
noche durante los 210 días de dictadura criminal en 2009; miles y miles
de compatriotas marchaban en protesta por el centro de la capital, eran
tantos que se perdían en el horizonte y, al pasar frente al edificio
que alberga las oficinas de este rotativo, gritaron varias veces al
unísono: “EL LIBERTADOR”.- La palabra se hizo una y eterna, se
transformó en estruendo que retumbaba en la avenida Cervantes de
Tegucigalpa y, en aquella oscuridad fúnebre en que los golpistas
hundieron al país, en la Sala de Redacción nos sentimos acompañados;
era, sin duda, una constancia maravillosa de que nuestro trabajo en
favor de la mayoría de compatriotas enorgullecía al soberano. ¡Qué
hermoso y valiente! ¡Un homenaje para la posteridad! ¡Qué más podemos
pedir como medio de comunicación! Nada. Esa deferencia de un pueblo
significa la trascendencia a la gloria, porque esa noche alcanzamos el
mayor ideal del periodismo: salvaguardar como animales salvajes los
intereses de la sociedad.
Desde el origen planteamos construir un periodismo genuino para
erradicar la ceguera social impuesta por la prensa tradicional
mercenaria y, sobre todo, portavoz del hasta hoy poder real, un grupo
pequeño y usurpador, poderoso y parasitario, que desprecia al hondureño y
a la hondureña, y en su demencia está dispuesto a matar a quien sea si
lo aconsejan que es la fórmula para seguir con la rapiña de nuestros
bienes e instituir la miseria e ignorancia como himno nacional.
“La hermandad” se enriqueció robando empresas del Estado, gracias a
gentecilla que por accidente nació en Honduras. Entregó el poder
político para constituirse en caterva criada de la hermandad y, ésta,
mutó de vendedora de telas a capataz de Estados Unidos en nuestra
tierra.
Este grupo torna incierto y fatal el presente de Honduras, pero existe
otra realidad concluyente en que si hoy no luchamos con firmeza por la
creación de la nación hondureña, el país no será más que un territorio
de esclavos en este y en el siguiente siglo.
Esta casa editora aplaude la riqueza bien ganada y siempre apoyaremos
toda iniciativa que busque desarrollo económico, por eso condenamos que
haya empresarios buenos sometidos al terror. Muchos han confiado que
desean pautar publicidad en EL LIBERTADOR, pero temen represalias del
grupo de poder dominante. Aun así, ciertos empresarios dignos empiezan a
rebelarse y sus marcas navegan en el vasto mercado de este periódico.
Este rotativo después de caminar nueve años en adversidad está listo
para pasar de manera gradual a diario al contar con el capital que la
inversión demanda; mientras ocurre, ya contamos con 80 millones de
lectores en EL LIBERTADOR digital diario y presencia nacional mediante
EL LIBERTADOR impreso mensual.
Nuestro deber está con los anhelos más altos de la Patria, nuestra
misión en la defensa del bien social; entendemos a quien mal interpreta
nuestra línea informativa franca, pues hemos pasado tanto tiempo en la
mentira de la prensa tradicional que, al conocer la verdad, resulta
extraña. Somos como dice una de nuestras leyendas acerca de EL
LIBERTADOR: “Es tan bueno… Que no parece nuestro”.
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AYUDEMOS TODOS/AS A EL LIBERTADOR,sucríbase,cómprelo,compártalo,anúnciece!!
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