El periplo de Vallejo -una de
las invitadas de honor al aniversario- se extenderá por cuatro días y
en él la dirigenta estudiantil estará acompañada por la secretaria
general de las JJ.CC., Karol Cariola y por Luis Lobos.
Aunque hasta el momento no
está contemplada ninguna actividad o encuentro con autoridades del
gobierno cubano, la pequeña delegación de las JJ.CC. tendrá una intensa
agenda de actividades en La Habana, la que estará enfocada,
principalmente, en una serie de encuentros con estudiantes.
De ese modo, Vallejo
encabezará seis exposiciones en distintas facultades de la Universidad
de La Habana. El tema central de las presentaciones será la situación
política en Chile, las movilizaciones estudiantiles del año pasado y el
fortalecimiento de los movimientos sociales en el país.
Además, Vallejo abordará el
contenido de los libros “Podemos cambiar el mundo” -primera publicación
de su autoría que fue lanzada al mercado en enero pasado- y “Ser joven
comunista, cinco textos para la juventud chilena”, compilación que
recoge el pensamiento de Salvador Allende, Gladys Marín y Pablo Neruda,
entre otros.
Vallejo también sostendrá
reuniones con miembros de la Organización Continental Latinoamericana de
Estudiantes (Oclae), con la Federación Estudiantil Universitaria (FEU)
de Cuba y con un grupo de estudiantes chilenos de medicina.
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Camila Vallejo: Mis razones para viajar a Cuba
“Ni Cuba es una sociedad perfecta, ni Chile tiene por qué seguir su camino. Los chilenos debemos desarrollar un camino propio para superar la desigualdad, la falta de derecho, la carencia de espacios democráticos y participativos e ir abriéndonos camino hacia la conquista de nuestra soberanía política, económica e intelectual.”
Tribuna Popular TP – LATINOAMÉRICA.-
La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) ha invitado a una delegación de
las Juventudes Comunistas de Chile a las actividades de conmemoración
por su 50° aniversario. Formo parte de esta delegación y espero
aprovechar este viaje para también realizar intercambios y diálogos con
los estudiantes de un país que destaca por sus altos estándares de
calidad de una educación que es pública y gratuita.
Tendré la oportunidad de
poder reunirme con dirigentes estudiantiles de la Organización
Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE) y de
nuestra organización hermana la Federación Estudiantil Universitaria
(FEU), así como también recorrer distintas campus universitarios donde
se organizarán foros y debates para poder intercambiar las experiencias
del movimiento estudiantil chileno y el cubano.
Sin
embargo, ya se empieza a percibir en el ambiente del debate público
nacional ácidas críticas por haber aceptado esta invitación. Los mismos
sectores que no han criticado al Papa por su viaje a la isla, juntarse
con Fidel y declinar reunirse con la disidencia, rasgan vestiduras por
la visita que jóvenes comunistas haremos a la isla.
Es
por esto que quisiera compartir esta reflexión sobre lo paradójico que
resulta el discurso de quienes critican con tanta rabia a Cuba o a
quienes sienten cariño y respeto por ella, pero que por otro lado,
justifican inaceptables prácticas y desigualdades que día a día
transcurren en nuestro país, o incluso en el mundo entero debido a las
guerras, el hambre, la explotación, la violación a los derechos humanos y
un sin fin de concecuencias de la deshumanización que ha producido y
sigue produciendo el sistema capitalista y determinados agentes del
imperialismo estadounidense.
Lo
primero que quiero señalar es que no es primera vez que visito Cuba.
Viajé junto a unos amigos el verano del 2009, para conocer la isla en el
contexto del 50° aniversario de la revolución popular que derrocó la
cruel dictadura de Batista. Gracias al contacto con amigos chilenos (que
estudian becados por el Gobierno cubano junto a jóvenes de todo el
continente que probablemente no hubieran podido tener acceso a una buena
educación en sus respectivos países debido a una formación pensada para
la élite, cuyos altos costos privan a los sectores populares de lo que
debiese ser su derecho) pudimos salirnos del circuito turístico y
empaparnos de la cultura cubana cotidiana, sorprendiéndonos
continuamente de las particularidades culturales, políticos y sociales
que hacen tan difícil comparar a la ligera a ese país con el nuestro.
Conocí
a un pueblo sumamente culto, dispuesto a conversar y discutir de manera
permanente los problemas de su sociedad, con un acceso a la cultura, la
educación, la salud y el deporte envidiable. La sociedad cubana no vive
el drama que viven muchos países como el nuestro de la inseguridad
ciudadana. La delincuencia es prácticamente inexistente y hay una
ausencia de los hechos de violencia que de cuanto en cuanto estremecen a
nuestra sociedad, debido a los nichos de marginalidad que nuestro
sistema económico y social es incapaz de erradicar.
Se
habla mucho de la represión que sufre el pueblo cubano, y yo quedé muy
impresionada de lo contradictorio que es ese discurso si comparamos la
práctica policial cubana con la chilena. No vi en ningún momento un
Guanaco, un Zorrillo o gases lacrimógenos, vi a la policía circulando
por las ciudades solo con su uniforme, sin cascos ni armas de ningún
tipo. Ese nivel de cultura cívica, tanto del Estado como del conjunto de
la sociedad, está a años luz de la represión que vivió el movimiento
estudiantil el año pasado o la que dejó en la región de Aysén a
compatriotas con graves lesiones de por vida. Ese tipo de prácticas
simplemente serían inaceptables en la isla, ya que sin lugar a dudas, un
pueblo que ha hecho gala frente al mundo de rebeldía e insubordinación a
la injusticia difícilmente se dejaría acallar con instrumentos
represivos.
¿Con
esto digo que la sociedad cubana es perfecta o que Chile debería
iniciar un proceso para parecerse a la realidad cubana? Por supuesto que
no. Tampoco quiero ocultar con estas palabras el legítimo descontento
que tienen ciertos sectores de la sociedad cubana con su sistema
político-social. Tuvimos la oportunidad de escuchar críticas en nuestra
estancia en la isla, pero bien distintas a las que se suelen verter acá
sacadas de contexto. Conocimos muchos cubanos que aspiran a perfeccionar
el socialismo para hacerlo atingente a las nuevas necesidades, que
canalizan sus inquietudes a través de instrumentos democráticos para
nosotros desconocidos, como la fuerte red de organizaciones sociales,
reuniones de rendición de cuentas e instancias consultivas, donde en los
últimos años se han dado una serie de discusiones que han llevado a una
actualización del modelo encabezada por el gobierno. Algo que es
obviado de manera deliberada por quienes hablan de disidencia, solo para
resaltar a los sectores alineados con quienes atacan continuamente el
camino que llevan construyendo los cubanos desde hace décadas en contra
de los ataques y restricciones de importantes potencias. Nosotros
queremos conocer más de cerca esta realidad, sabemos que es un debate
cotidiano en la isla, que no necesita de los medios alternativos que
echan de menos quienes hablan de falta de espacios, porque se da a todo
nivel sin tapujos.
Ni
Cuba es una sociedad perfecta, ni Chile tiene por qué seguir su camino.
Los chilenos debemos desarrollar un camino propio para superar la
desigualdad, la falta de derecho, la carencia de espacios democráticos y
participativos e ir abriéndonos camino hacia la conquista de nuestra
soberanía política, económica e intelectual. Todo esto en consideración
de nuestra cultura y nuestra idiosincrasia nacional. Ejemplo de esto, es
que los amplios sectores de izquierda que valoran la experiencia
cubana, siempre hemos apostado en Chile por un camino de amplias
convergencias sociales y políticas dentro de un régimen multipartidista.
Espero
con estas palabras que el debate que empieza a surgir sobre nuestro
viaje a la isla no se contamine con malintencionadas desinformaciones
que deforman la realidad de la sociedad cubana. Y, por el contrario,
pueda ser esta una oportunidad de generar intercambios más profundos e
ir generando aprendizajes para que nuestras sociedades avancen en
consolidar derechos sociales, en un ambiente democrático participativo,
de defensa de la soberanía nacional y con valores como la solidaridad,
el respeto en la diferencia y el principio de autodeterminación de los
pueblos.
(Tomado de Blog de Camila Vallejo Dowling)
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