Termina 2011 en medio de muchas dificultades y tragedias
sociales, humanitarias y naturales, pero también con el resultado de numerosas
movilizaciones populares y de masas, que estremecieron al país, en particular en
el segundo semestre, que reflejan el advenimiento de una nueva situación en el
panorama político y social colombiano.
No solamente fue el estupendo renacer del
movimiento estudiantil, que detuvo en una primera batalla la pretensión del
gobierno de Santos de privatizar la universidad pública y generalizar la
represión.
Colombia comienza a colocarse en el sentido de las tendencias
predominantes en América Latina, favorables a la democracia y a las posiciones
soberanas y antiimperialistas. La posición de la cúpula gobernante de abyección
a la política exterior de Estados Unidos y de ser un puntal del imperio en el
continente para vergüenza nuestra, nada tiene que ver con la fuerza de las masas
que rechazan al neoliberalismo y a la odiosa opresión del capital. El
estudiantado demostró la rebeldía, que no acepta chantajes ni imposiciones de la
oligarquía ni de los grandes medios de comunicación que osaron presionarlos para
desgastadas políticas guerreristas y de odio. Tampoco el movimiento sindical que
no se deja seducir por las campañas demagógicas de la Unidad Nacional.
El surgimiento de la CELAC, la presencia de Unasur, la
existencia del ALBA y de otras expresiones autónomas e integracionistas sin la
presencia del imperialismo yanqui, son suficientes factores que jalonan el
proceso político latinoamericano, que se fortalece con gobiernos democráticos y
antineoliberales en el continente. Colombia no puede seguir siendo la excepción.
También es el ejemplo en Grecia, Portugal, España y otros píses europeos, que
indignados rechazan la explotación capitalista y el abusos del sistema
financiero.
El Gobierno de Juan Manuel Santos no representa lo nuevo en
América Latina. Es expresión de lo viejo y desgastado, basado en la política
neoliberal y en la sujeción a Washington. No es ejemplo de dignidad ni de
independencia. Es la continuidad de la política uribista. Sustentada en los
intereses del capital financiero y trasnacional. Son las mismas formas de
acumulación del capital sobre la base de gobiernos plutocráticos y autoritarios.
Las locomotoras de Santos están en contravía del interés popular. El Gobierno
hoy celebra el crecimiento de la economía, favorable a los ricos, pero sin
orientación social. La crisis social y la tragedia invernal no tienen soluciones
estructurales. Mucha demagogia y asistencia coyuntural, subsidios y otros
beneficios asistencialistas para tener réditos en la imagen mediática, aunque
sin lo fundamental: soluciones estructurales y viraje a la democracia.
El Gobierno insiste en la guerra. Esta embriagado de
triunfalismo por la muerte del comandante Alfonso Cano. Desconociendo que no hay
solución militar del conflicto colombiano.
En la segunda mitad de enero de 2012
se darán las liberaciones unilaterales de seis miembros de la Fuerza Pública,
solicitadas por Colombianos y Colombianas de Paz y las personalidades femeninas
que acompañan este proceso; también se darán pasos hacia otras soluciones
humanitarias y a crear un ambiente de paz.
Está desgastada la guerra del imperio y de la oligarquía
colombiana. Así el Gobierno de Santos destine siete billones más para la
confrontación armada, la lucha social en ascenso se colocará del lado del
movimiento de la paz con justicia social. 2012 será el año de la paz, del avance
hacia la democracia y los cambios sociales. Es la fuerza de la lucha de masas
que organiza el Paro Cívico Nacional.
En realidad lo único capaz de colocar la
perspectiva en el sentido de los cambios, de un nuevo proceso político y de la
segunda emancipación hacia el socialismo. Felicidades para los hombres y mujeres
de esta sufrida patria que ha resistido la violencia oligárquica desde las
alturas del poder.
Carlos A. Lozano Guillén Director del Semanario
VOZ Bogotá DC. Dic.2011
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