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Américo Roca Dalton.
Francisco Morazán: ¿Héroe inerte o un Revolucionario?
Edgar Soriano Ortiz
Los análisis históricos contemporáneos nos brindan importantes aportes sobre la historia de los héroes, determinando sus orígenes y sus utilizaciones en diversos momentos, principalmente con la organización de los Estados nacionales. El historiador francés Michel Vovelle, analiza el papel del héroe moderno tras la Revolución Francesa, convirtiéndose en Padre de la patria, del Estado Nación. El héroe en las concepciones ilustradas de la modernidad se contraponía a la visión de los titanes clásicos y de los reyes del antiguo régimen que por siglos habían copado las historias de fundación de ciudades, vencedores “divinos” a caballo de épicas batallas. En el siglo XIX las jurisdicciones de Iberoamérica se independizaron del dominio de la monarquía española, proceso dirigido por elites criollas, aun con las contradicciones entre los grupos de poder muchos personajes que fueron decisivos en la emancipación desde 1810 pasaron a ocupar un lugar primordial en la bandera de los liberales, sin embargo seria en la segunda mitad del siglo XIX en que lograría tener un panteón y una institucionalidad preparada para el Estado nacional. En el caso de Honduras sería en las reformas liberales en que se preparó el “panteón de la patria”, Morazán sería el elegido por las elites liberales para ocupar la primacía de máximo padre de la república.
Para
poder valorar la vida política de Francisco Morazán es necesario abrir
debates que permitan analizarlo desde diferentes perspectivas,
poniéndolo a la altura de las tendencias historiográficas
contemporáneas, para así interpretar el papel histórico de este
personaje en su contexto y su posterior imaginario en las
contradicciones sociales y políticas del siglo XX y la actualidad.
En
mi opinión Morazán es un revolucionario, teniendo en consideración su
papel en las diferentes etapas de su vida política, desde que enfrentó
militarmente la reacción conservadora tras el golpe contra Dionisio de
Herrera en abril de 1827 y hasta su asesinato en 1842. Morazán Quesada
tuvo importantes victorias que lo levaron a derrotar a Antonio Aycinena
en la batalla de Gualcho el 9 de octubre de 1828 y la final derrota de
las tropas reaccionarias-conservadoras al mando del oligarca Mariano
Aycinena el 12 de abril de 1829 en la Capital
Guatemala. La revolución morazanista (término utilizado por el
historiador hondureño Filander Díaz Chávez, 1965) pasaría a otra etapa
al ser Francisco Morazán elegido
presidente de la República Federal (1830-1838) y comandar el ejercito
protector de la ley, permitiendo impulsar proyectos encaminados en
profundizar las ideas filosóficas y políticas de la ilustración, tales como:
- la separación de la iglesia y el Estado, para eliminar los diezmos, libertad de culto, matrimonio civil y educación laica.
- Introducción de los códigos penales Livingston, que consistían en juicios por jurado, retomados del modelo estadounidense
- Por
el intento de poner a Centro América en el contexto capitalista de la
primera mitad del siglo XIX - tras la revolución industrial hay una
expansión de las potencias marítimas- se eliminaron los terrenos
realengos y baldíos para convertirlas en propiedad privada.
- Ante
la movilidad económica capitalista se propone en fortalecer la unión
para poder negociar en mejores condiciones frente a la rapiña de los
imperios de ultramar,
- El gobierno morazanista dictó una serie de leyes para impulsar la minería, la ganadería y proyectos de comunicación.
Estas medidas tuvieron que enfrentar un contexto de poderes regionales y locales en manos de grupos de control económico
y de las cúpulas de la iglesia, que miraban en Morazán la tan temida
revolución. Por eso el poder mediático y las estructuras clientelares
manejadas por la iglesia y los criollos
terratenientes lanzaron una feroz ofensiva contra Francisco Morazán,
utilizando todo tipo de aseveraciones oscurantistas, como: el achacar a
Morazán la culpa por la epidemia de cólera de 1837, acusarlo de ladrón
“roba gallinas” y “salta tapias”, hereje, entre otras imputaciones.
En
conclusión, porque entonces me pregunto, si Morazán era héroe o
revolucionario, mi respuesta es que Morazán se convierte en “padre de la
patria” en las reformas líbrales, específicamente cuando las elites
liberales tomaron el gobierno bajo la dirección de Marco Aurelio Soto,
posibilitando la creación de la historia oficial de Honduras,
difundiendo en el calendario cívico escolar al héroe, logrando que en el
imaginario colectivo asuma al mártir liberal como
indiscutible paladín, que aun la izquierda durante el siglo XX y
principios del actual asume este código identitario de primer luchador
en beneficio colectivo de la república. Sin embargo la figura de héroe
de Morazán ha estado inerte desde la
perspectiva del Estado y de los medios de comunicación, poniéndolo como
simple personaje militar y de ideas modernistas históricas.
Pero el pueblo organizado en los actuales movimientos políticos y sociales de izquierda y revolucionarios rompe ese esquema y lo convierte en una figura simbólica que
luchó por las grandes mayorías, que es una correcta valoración sobre el
entender a Morazán como revolucionario, que está en el imaginario
discursivo y callejero poblacional. El asumir a Morazán como
revolucionario demuestra un rompimiento del tradicional discurso liberal
rezagado, posibilitando el simbolismo del personaje como algo vivo y
latente que está presente en el deseo y trabajo de liberar la nación. Mi análisis, entonces, parte de entender a
Francisco Morazán como una figura histórica, humana, que trabajó en un proyecto revolucionario en su contexto, y como
un simbolismo popular libertario frente a la injusticia del sistema,
que la resistencia popular tras el golpe civil-militar de 2009 consolida
en su discurso; es eso lo que lo hace revolucionario y no un simple
héroe inerte en el civismo oficial…
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