Febrero 11,2018 / Criterio.hn
Por: Hazel Soriano
Periodista y abogada hondureña
Tegucigalpa.-Con
la actual crisis, han surgido analistas y grupos de supuestos
notables, cuyas reflexiones, buscan generar, según ellos, “luces” que
solventen los entuertos que hoy tienen colapsado al país. Sin embargo,
tanto medios como invitados, aprovechan valiosos espacios y tiempo para
descalificar a los líderes y parciales de la oposición, o para desde un
medio afín al gobernante de facto, detener la incontrolable sed de
justicia de un pueblo.
Artículo del periodista Jorge Ramos: Atornillados al poder
En
esos espacios, lamentamos observar que las “luces” arrojadas sirven
para destruir imágenes, nunca para señalar y no advertir, que una vez
más el irrespeto a la voluntad del pueblo hondureño se ha impuesto y que
cuando el poder es concentrado en tan sólo una “personita”, se vive y
percibe un ESTADO FALLIDO.
¿Por
qué temer al reconocimiento de este nuevo orden de cosas? Muchos nos
resistimos – por diversas razones- a esta realidad, mas es necesario
aceptarlo y tratar de digerirlo sin pretextos.
Culpar
a quienes nuevamente les fue arrebatado el triunfo electoral y
someterlos a una “exploración”¿?, resulta demasiado conveniente para
quienes manejan tras bastidores, a estos expositores.
Estos
analistas, de los que se esperan ecuánimes aportes, no “anécdotas” con
personajes de la política que ya desaparecieron, debe ser retrotraída
en favor de las masas con responsabilidad, no para inclinar balanzas.
Ante
la incertidumbre que Honduras vive, descalificar por mera mezquindad a
los líderes por sus posturas legítimas contra un diálogo condicionado
por el usurpador, así como al pueblo que DIALOGÓ el 26 de noviembre
pasado, es TEMERARIO.
La
verdad es relativa, dado que hay ideas y sentimientos encontrados, pero
la más reciente historia nos remite a reconocer cómo y qué actores
planificaron hechos cruciales para perpetrar contra la Patria aquello
que en 2009 fue malo, pero que hoy, para un grupo secuestrador de la
institucionalidad, es “bueno”.
Quienes
contamos con cierta doctrina constitucional, brindada en muchos casos
por quienes ahora legitiman la ilegal reelección, pero mayormente
aferrados a principios y valores, no dudamos ni un ápice en ver con
claridad que el Estado de Derecho (con el énfasis a que aludía el
extinto presidente Carlos Roberto Reina Idiáquez) en Honduras, está
ROTO.
Y
siempre cuestionamos, si la enseñanza y empoderamiento de la norma
constitucional adquirida en la misma facultad de Derecho, de donde
egresó el legislador, el magistrado, y el traidor a la Patria instalado
en el Ejecutivo, es la misma u otra diferente, a la que nos ceñimos a
partir de conocerla como tal.
Así,
encaminar la opinión pública a un insinuado diálogo liderado por el
ILEGAL gobierno actual, es subestimar una vez más la capacidad y toma de
decisiones del votante hondureño. Deben aceptar y calificar que en
Honduras, vivimos en barbarie, en una DICTADURA, que la democracia
expiró en manos de Juan Hernández, sostenido por las fuerzas del orden
reprimiendo a toda hora, a un indignado pueblo.
Si
la ciudadanía despertó ya, también ese letargo es cuestión pretérita:
el pueblo perderá por completo la confianza si “políticamente” y en
nombre de una relativa calma, su dirigencia llega con quienes le
arrebataron hasta su voto, a un inapropiado consenso, desconociendo cómo
y por quién se ejerció el sufragio.
¿Qué
tan difícil es entender y comprender que el respeto a la VOLUNTAD
POPULAR, cada cuatro años convocada a las urnas desde 1981, fue
violentado? Es otra época, otra generación, pero elegir y ser electo
conlleva el mismo espíritu por vivir en paz y democracia, procurando el
bien para todos.
Reaparecer,
por su credibilidad y objetividad, debe comprometer a esas iluminadas
figuras públicas- aparente conocedores de la idiosincrasia hondureña –
con los más caros intereses de la Patria, no con quienes les dictan
pauta, insistimos.
https://criterio.hn/2018/02/11/analistas-politicos/
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