lunes, 18 de diciembre de 2017

Honduras: ¿INSURRECIÓN POPULAR?

Diciembre 18, 2017 Galel Cárdenas

Hemos dicho en diferentes momentos que la resistencia hondureña tiene cuatro momentos históricos muy importantes para el decurso de la explicación teórica y política del devenir nacional.
        Esos cuatro momentos son la insurrección de Lempira contra los invasores españoles de la conquista. 

           La insurrección morazánica contra la oligarquía colonial. La insurrección de la huelga de 1954. Y la  insurrección del año 2009-2017 en contra del sistema dictatorial que ha impuesto la oligarquía apátrida junto a sus fuerzas armadas y los partidos tradicionales.

Son cuatro momentos cruciales de la historia hondureña que marcaron la estructura de la sociedad desde las perspectivas propias de una institucionalidad que se fue gestando con caracteres muy precisos y que hoy experimentamos con altos niveles de desigualdad, injusticia, explotación y cercenamiento de la soberanía nacional.

En todos esos momentos históricos estuvo presente de manera inconmovible y aparentemente in visibilizada, la soberanía popular, madre de la construcción social en nuestro  decurso histórico.  

Ha sido una lucha cruenta, una lucha de David contra Goliat, en el fondo nos ha tocado luchar contra tres imperios: el español, el inglés y el norteamericano. Y cada una de esas luchas ha tenido su caracterización específica y con el determinismo histórico que corresponde.

Consustancial a la soberanía, la fenomenología que determina esa lucha es la insurrección, misma que ha sido el elemento determinante  de los pueblos latinoamericanos.
De la manera más simple el diccionario de la lengua española dice que insurrección es una sublevación colectiva contra la autoridad. Y este fenómeno es el que ha sido característico de los cuatro momentos de la resistencia nacional ya descritos.

La insurrección es un movimiento social que se alza contra el poder dominante, en este caso la dictadura nacionalista comandada por JOH.

El calificativo deviene del latín “insurgere” que significa levantarse contra el gobierno de tipo usurpador que es ilegítimo y que es capaz de derrocar un régimen para recomponer la regencia democrática mediante el uso de la soberanía popular, como categoría política necesaria a fin de establecer un nuevo orden de cosas.

El país sufre un insurrección, una desobediencia civil, un alzamiento popular en contra de la dictadura del presidente nacionalista narco político llamado Juan Orlando Hernández, en contubernio con fuerzas completamente desquiciadas y borrachas de un pode absoluto.

Esta insurrección lucha por defender la victoria de su candidato presidencial Salvador Nasralla que ganó las elecciones presidenciales en buena lid, pero, la inmoralidad, el fraude y la indecencia del gobernante dictatorial ha arrebatado esa decisión popular ganada ampliamente en las urnas electorales un 26 de noviembre del año en curso.

La maquinaria fraudulenta, ilegítima, ilegal y  despótica ha hecho todo lo posible para que no llegue al poder la fuerza beligerante del pueblo a través de una alianza de partidos políticos de tendencia social demócrata.

La insurrección está allí en las calles, carreteras, esquinas, barrios, colonias, aldeas y pueblos en general exigiendo dos cuestiones fundamentales: la entrega de la presidencia a Salvador Nasralla y el derrocamiento de Juan Orlando Hernández, aunque una cosa supone la otra.

Exige justicia electoral, justicia social, justicia política, justicia en todos los planos de la vida diaria, la económica, la religiosa y la justicia moral, que es la verdadera justicia de la sociedad.
David y Goliat se enfrentan. El asunto primordial es que de una parte está el pueblo y del otro el poder de la dictadura.

La historia nos dice que David venció a Goliat, lo cual significa que la insurrección vencerá a la dictadura.

 

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