Por Ednundo Orellana
El
Presidente ha dicho que hay violencia electoral. Compartimos su aserto,
Señor Presidente. No hay duda al respecto. Su presencia en el proceso
electoral como candidato es un acto de violencia electoral, porque se
origina en un atentado contra la Constitución de la República, marco
regulatorio fundamental de las instituciones republicanas, democráticas y
representativas, y de sus procesos.
Los
intereses, prejuicios, creencias y sectarismo pueden colarse impunemente
en las decisiones del tribunal constitucional, quien se ha arrogado la
potestad de decidir qué es constitucional y qué no lo es. Decretar la
inconstitucionalidad de la Constitución es, pues, su consecuencia
lógica. Esto es violencia en el más alto grado. Y lo es más todavía,
cuando se usa para favorecer el inconstitucional proyecto continuista
del Presidente- Candidato.
También
es violencia que desde el Consejo de Defensa y Seguridad se instruya a
los Poderes del Estado para actuar según los caprichos del Presidente-
candidato, y que, a su vez, en el seno de ese organismo se decidan los
jueces y fiscales, con jurisdicción nacional, que se asignan a la
Policía Militar, competentes para conocer del delito de “terrorismo”,
entre cuyos supuestos (los nuevos, aprobados en reciente reformas) se
encuentran las protestas que, seguramente, habrá en caso de fraude
electoral. Esos jueces y fiscales jugarán, inevitablemente, el lastimoso
papel de verdugos de la protesta política y social que, eventualmente,
vendrá. Por eso, su designación es aprobada por el Presidente en el seno
del Consejo de Defensa y Seguridad.
Violencia
es también aprovecharse de su posición privilegiada para proyectar su
inconstitucional proyecto continuista. En estos últimos días lo hemos
visto más activo al Presidente- candidato, usando automóviles,
helicópteros, combustible, equipo, personal, etc. del Estado. ¿Quién nos
garantiza que no se están usando fondos del “Tazón” para la campaña, si
su uso se mantiene en secreto por ley? ¿Y los fondos de la OABI, en que
se usan?
Violencia
es que los funcionarios de más alto nivel llamen a los programas de
radio y tv amenazando a periodistas y a los entrevistados de la
oposición, cuando critican al gobierno. Asimismo, es violencia extrema
echarle la “Nueva Mancha Brava” al candidato liberal, para intimidarlo
porque señala las graves consecuencias del mal gobierno nacionalista.
Violencia,
igualmente, es que se someta a vigilancia continua a los lideres de la
oposición, interviniendo sus teléfonos, sus correos electrónicos y demás
comunicaciones. Así como amenazar a la oposición con revivir juicios
criminales o iniciarlos.
Violencia
es insinuar que se tiene una lista de extraditables que no se envía al
Poder Judicial para evitar dañar a los partidos de oposición.
Reiteradamente ha dicho Luis Zelaya, manden la lista, no importa quien
esté en ella. Es evidente que no la mandan porque los más afectados
serán los del partido gobernante.
Violencia
es amenazar la MACCIH, no aprobar las leyes que faciliten alcanzar a
los corruptos que siempre quedan fuera de la justicia y disminuir las
penas para los delitos de corrupción. Esa es violencia contra los
intereses del pueblo hondureño, porque promover la corrupción es
disminuir y encarecer los servicios públicos, y aumentar la pobreza, el
desempleo y la inseguridad.
Violencia
electoral no es exigir transparencia en el sufragio y en el escrutinio.
Tampoco lo es demandar que se evite la compra de las credenciales de
los representantes a las mesas electorales receptoras. Ni lo es reclamar
que la transmisión de datos sea certificada debidamente o que se
sustituya por un conteo rápido de organismos de la comunidad
internacional.
Violencia
es, Señor Presidente- candidato, lo que usted y su gobierno están
haciendo contra el pueblo, el Estado de Derecho, la Seguridad Jurídica y
la democracia.
http://criterio.hn/2017/11/10/violencia-electoral/#comments
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