En una situación de extrema inestabilidad y deterioro como ha llegado a caer Honduras como resultado de 35 años de co-gobiernos liberales y nacionalistas, nuestro país necesita un proyecto de gobierno que represente a los diversos sectores de la sociedad. Solo la concertación equilibrada de diversas fuerzas políticas y sociales son respuestas políticas a una sociedad altamente polarizada y desistintucionalizada.
Todo lo que tenga que ver con planchas o líneas continuas va en contra del modelo de gobierno que Honduras necesita. El modelo que Honduras necesita en este período es un gobierno plural y diverso, con una conformación variada de sus poderes, con la participación de las diversas expresiones políticas, con organismos contralores del Estado distintos al color del Ejecutivo, y una ciudadanía activa y movilizada.
Las ofertas autoritarias y dictatoriales son lo opuesto a lo que necesita Honduras. Si estas ofertas se basan además en la exclusión de sectores por el hecho de no pensar igual o por oponerse a las políticas oficiales, entonces se juega con fuego y con gasolina en una sociedad atrapada en llamaradas de inseguridad y desigualdades.
Hay, además, otras preocupaciones inmediatas. Tiene que ver con la credibilidad de quienes controlan el sistema de cómputo. La gente individualmente se acerca a una urna y marca a aquellas personas que cree que pueden gobernar un municipio, legislar en un Congreso o gobernar el Estado desde la presidencia de la República. Si esto se respetara, la democracia estaría asegurada, y ganaría la gente más votada. Sin embargo, en estas elecciones existe el temor muy fundado de que las verdaderas elecciones no se definen en la urna electoral sino en el sistema de cómputo que se ha organizado.
Se tiene la sospecha de que los miembros decisivos del Tribunal Supremo Electoral estarían confabulados con el actual candidato oficialista, y con la firma contralora contratada para el manejo de un sistema de cómputo con el propósito de asegurar unos resultados que de todas maneras den el triunfo al actual presidente de la República.
Vigilar y monitorear este sistema de cómputo, desde aquellas computadoras registradas, así como investigar si existen computadoras no registradas, y no perder de vista las urnas y la ruta que sigue cada una de las actas electorales, es sin duda la más alta tarea en estos días antes de las elecciones para tratar de evitar que se consuma un posible fraude electrónico establecido. Defender el voto en las urnas es defender la democracia, de lo contrario estaremos siendo testigos de la implantación de una dictadura por la vía electoral.
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