Esta semana se entregó el “Premio Nacional Carlos
Escaleras” a la lideresa indígena Dilma Consuelo Soto de la tribu
indígena San Francisco de Locompa, establecida en Yoro.
El premio tiene como propósito “reconocer la labor de los
defensores y defensoras de derechos humanos, generando reconocimiento y
contribuyendo a reducir la estigmatización, señalamientos y
criminalización a la labor de las/os defensoras/es del derecho a la
tierra y los bienes naturales en Honduras”.El reconocimiento a Consuelo cumple a cabalidad con los objetivos del premio. Ella junto al pueblo Tolupán de Locomapa ha luchado en la defensa del bosque y de la soberanía territorial ante la amenaza de mineros y militares vinculados al negocio de la madera. La tenacidad de Consuelo ha sido fundamental para detener la instalación de una mina de Antimonio en el territorio Tolupán.
Sólo el amor a su pueblo es comparable con el sudor y lágrimas que ha sufrido por su territorio. Consuelo ha experimentado en carne propia la violencia que brota del modelo económico Neoliberal que sostiene en el clasismo, el racismo y sexismo de la sociedad. Una violencia ejercida principalmente por hombres ricos, que desprecian a los indígenas y especialmente a las mujeres.
En mayo 2013, la vivienda de Consuelo Soto fue balaceada, estando ella en su interior, por presuntos sicarios de la zona quienes también son sospechosos de los asesinatos de 3 activistas tolupanes: María Enriqueta Matute, Armando Fúnez Medina y Ricardo Soto Fúnez de la misma tribu de Consuelo. En agosto del mismo año Consuelo tuvo que abandonar su casa y su tribu para salvar su vida. Pero el amor a su pueblo pudo más, y seis meses después regreso a su tierra y continuó con su lucha.
Dos años después (2015) asesinaron a su esposo, Luís de los Reyes Marcia. Todos los datos apuntan que su crimen fue en venganza por las denuncias que esta valiente mujer ha realizado en contra de los madereros y mineros. Las amenazas a su vida, el dolor por la muerte de su esposo y de sus 3 compañeros, han dado más temple a Consuelo en la búsqueda de justicia. Desde el dolor de la ausencia grita justicia y que cese la impunidad.
Consuelo con orgullo y compromiso muestra su sangre indígena y sabe que la lucha que libra no es únicamente para que cese la destrucción de los bienes naturales, sino que se reconozca la situación de discriminación y abandono gubernamental en el que se encuentra el pueblo Tolupán y todos los pueblos originarios de Honduras.
Sin duda, el sueño y legado de Carlos Escaleras hoy está encarnado en Consuelo Soto, y nos reafirma que la “Sangre de mártires, es semilla de libertad”.
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