Carlos y su hermano viven en Nueva York. Ambos son hondureños y están en Estados Unidos sin documentos. No tienen ninguna ley que los ampare a pesar que llevan más de 17 años trabajando, de sol a sol, en la construcción. Ambos hermanos se fueron por no encontrar trabajo en el país. Se fueron con la ilusión de apoyar a sus padres y hermanos. Una mañana, sin pensarlo y sin avisar, decidieron tomar la ruta del migrante.
Se fueron sin ningún guía o coyote, sólo con la ropa que llevaban puesta. Alquilan un pequeño cuarto en el que solo caben dos camas. “De la chamba a la casa” comentan los hermanos. Carlos y su hermano tienen temor ser detenidos por la policía de migración que ahora con el gobierno de Donald Trump, montan redadas tras redadas en busca de la población migrante sin papeles.
Esa es la vida de los migrantes en Estados Unidos. Trabajar duro y esconderse de la migra. Evitan exponerse tanto en público. “La cosa ha cambiado mucho con Trump” analiza Carlos. Las redadas de Trump han engrosado el número de migrantes en los centros de detención, un negocio que se ha vuelto rentable para los que financiaron la campaña del empresario multimillonario. Es al propio gobierno al que les venden el servicio de atención de los detenidos mientras son deportados a su país.
La población migrante sin documentos en Estados Unidos está preocupada porque el gobierno de Trump si está cumpliendo con sus promesas de la campaña electoral. Su gran objetivo es despachar a sus países a todos los migrantes criminales. Carlos y su hermano saben que los criminales para Trump son todos aquellos que han trasgredido las leyes y entrar a Estados Unidos sin documentos los vuelve criminal ante los ojos del magnate.
El temor de Carlos y su hermano es que los capturen y los deporten a un país como Honduras que está en peores condiciones que cuando se fueron. Llevan más de 17 años en un país que no es el suyo pero al que ya se adaptaron y en el que, aunque mal pagados, tienen trabajo y les da la posibilidad de poder ayudar económicamente a su familia.
Casi como para darse ánimos, ante esa posible desgracia de la deportación, Carlos y su hermano más otros migrantes centroamericanos ya tienen un plan B: Si se ven en peligro, Canadá podría ser su próximo destino.
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Sobrevivir ante la posibilidad de la deportación - 23 S
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