Ayer caminé por las calles de San Pedro Sula. Me encanta esta ciudad, a
pesar que también me aterra. Saqué a mi hija de la guardería y con ella
tomé un taxi. A ella le gusta mucho andar en taxi y rapidito, es una
aventura, también me aterra.
Nos subimos al taxi y a media cuadra del
recorrido el taxista me dijo: deme chance un minuto, tengo que ir a
pagarle este dinero a la mara. Me mostró el dinero, 300lps. que debe
llevar al punto de taxis donde uno lo cobra y otro lo recoge al final
del día.
"Estas son las injusticias de este país usted", me dijo. Hace dos
semanas tres taxistas fueron asesinados en un punto de taxis cercano al
que estábamos. Eso pasa si no pagas la cuota a la mara. Y le pregunto:
¿a cuál le paga usted? -A las dos- me dice-y todas órdenes vienen del
centro penal, a uno solo le toca ver de donde saca y pagar. Es injusto.-
Y allí iba Sol emocionada viendo por la ventana, sin saber que el riesgo
que corría el taxista lo corríamos también nosotras. Que ese paseo que a
ella le gustó tanto, al taxista no le benefició mucho porque costó
apenas la mitad de lo que le toca pagar a la mara.
"Yo tengo dos hijas y una me acaba de salir embarazada. El tipo la dejó y
ahora la tengo alli en la casa y me toca encargarme del bebé también.
Así es la vida usted".
Así se pasa la vida la gente y no hay publicidad que aguante con eso.
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