“Si la Democracia es derecho de mayorías, pues por eso, debe cerrarse ya el camino del gobierno a cleptómanos, psociópatas, ególatras, psicópatas, narcisistas, soberbios, mitómanos, etc. y así es de extensa la lista de dementes afiebrados que sin remedio llegaron a Casa Presidencial…”
Editorial
Llegará
el momento en que la sociedad hondureña –expirando por la metástasis
del auto exterminio— se sentará a repensar un sistema responsable y
sabio de elección presidencial. Un modelo que atraiga y siente en el
destino nacional a hondureños probos, mentalmente equilibrados,
virtuosos, capaces de servir al otro y leales con la bonanza de los
nacidos en nuestra tierra; Estos talentos hoy se apartan, no desean
cargos en el Gobierno, sienten asco de los rufianes y zánganos que se
frotan las manos para saltar al presupuesto público.
Que
una sola persona tome decisiones por todo un pueblo es muy peligroso,
tanto poder en un imperfecto mortal ya nos mandó a esta tragedia de
país. Este relajo tendrá que pararse en aras de un proyecto nacional de
largo plazo, del interés común, ¡de la razón! del avance económico y de
la modernidad.
Hay
presidentes que el último día de trabajo se robaron hasta las vajillas
de Casa de Gobierno, tenedores y cucharas, cuadros que adornaban
salones, la computadora del escritorio presidencial y también el
escritorio y archivos de su gestión. Sobran historias de mandatarios que
revelan cerebros torcidos que, sin aplicarles un test, perfilan
terribles trastornos de personalidad descritos con precisión como graves
por la Psiquiatría y la Psicología. Debe tomarse muy serio la
descalificación de candidatos después que una comisión oficial de salud
mental demuestre que no están aptos para asumir asuntos de Estado.
Si
la Democracia es derecho de mayorías, pues por eso, debe cerrarse ya el
camino del gobierno a cleptómanos, psociópatas, ególatras, psicópatas,
narcisistas, soberbios, mitómanos, etc. y así es de extensa la lista de
dementes afiebrados que sin remedio llegaron a Casa Presidencial, un
yerro que también secunda la pobre Constitución de Honduras, nada
exigente, la hoja de vida para ser presidente tiene menos rigor que la
requerida para ocupar el cargo de menor rango en una empresa privada.
¡Increíble! Un pueblo está en juego, esa persona influye el rumbo de
otros, de millones. ¡No puede ser!
Cualquiera
puede ser político, pero no cualquiera puede ser funcionario. Ese es el
problema en Honduras cualquier torpe politicastro lisonjero sueña que
camina por los pasillos del Palacio Valle. Patético. Con el podrido
esquema de elección actual cualquier palurdo llega, con tal no teorice
sobre moral, sea enemigo del pueblo y falto de carácter cuando lo regaña
quien manda.
Es
bajeza y clave que para convertir mediocres en presidentes se haya
optado por quebrar la economía de los hondureños –que son los electores—
he ahí en la más despreciable ignorancia y miseria material. Sin votos
hambrientos y sencillos muchos “personajes” nunca habrían ganado ni una
regiduría rural.
Para
burlarse e imponerse a un pueblo como el hondureño no se necesita
genialidad, se requiere maldad. Carecer de reflexión ética a la hora de
ver a la cara a los que van muriendo por falta de salud, abrazar a
jóvenes pobres mientras se cierran centros de estudios, pero se abren
cárceles y batallones.
¡Drenar
una y otra vez los bolsillos y los pulmones de una sociedad exhausta de
todo para llenar las alforjas del capital, y luego andar hablando de
vida mejor para todos. ¡Y el colmo de los colmos, de reelección
presidencial! Se
ha dicho por siglos que los filósofos son los idóneos gobernantes, pero
al menos los hondureños debemos aspirar a gente profundamente reflexiva
y amiga de la verdad. Con eso basta para que no cualquiera sea
Presidente.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/liberarte/1856-portada-y-editorial-el-libertador-version-impresa-nov-2016-cualquiera-es-presidente
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