Agencias / EL LIBERTADOR / 2 Septiembre 2016.
Una
banda de "malandros", como canta el incisivo y premonitorio poema de
Chico Buarque -"malandro oficial, malandro candidato a malandro federal,
malandro con contrato, con corbata y capital"- acaba de consumar, desde
su madriguera en el Palacio Legislativo de Brasil, un golpe de estado
(mal llamado "blando") en contra de la legítima y legal presidenta de
Brasil Dilma Rousseff. Y decimos "mal llamado blando" porque como enseña
la experiencia de este tipo de crímenes en países como Paraguay y
Honduras, lo que invariablemente viene luego de esos derrocamientos es
una salvaje represión para erradicar de la faz de la tierra cualquier
tentativa de reconstrucción democrática. El tridente de la reacción:
jueces, parlamentarios y medios de comunicación, todos corruptos hasta
la médula, puso en marcha un proceso pseudo legal y claramente ilegítimo
mediante el cual la democracia en Brasil, con sus deficiencias como
cualquier otra, fue reemplazada por una descarada plutocracia animada
por el sólo propósito de revertir el proceso iniciado en el 2002 con la
elección de Luiz Inacio "Lula" da Silva a la presidencia.
La
voz de orden es retornar a la normalidad brasileña y poner a cada cual
en su sitio: el "povao" admitiendo sin chistar su opresión y exclusión, y
los ricos disfrutando de sus riquezas y privilegios sin temores a un
desborde "populista" desde el Planalto. Por supuesto que esta
conspiración contó con el apoyo y la bendición de Washington, que desde
hacía años venía espiando, con aviesos propósitos, la correspondencia
electrónica de Dilma y de distintos funcionarios del estado, además de
Petrobras. No sólo eso: este triste episodio brasileño es un capítulo
más de la contraofensiva estadounidense para acabar con los procesos
progresistas y de izquierda que caracterizaron a varios países de la
región desde finales del siglo pasado. Al inesperado triunfo de la
derecha en la Argentina se le agrega ahora el manotazo propinado a la
democracia en Brasil y la supresión de cualquier alternativa política en
el Perú, donde el electorado tuvo que optar entre dos variantes de la
derecha radical.
No
está de más recordar que al capitalismo jamás le interesó la
democracia: uno de sus principales teóricos, Friedrich von Hayek, decía
que aquella era una simple "conveniencia", admisible en la medida en que
no interfiriese con el "libre mercado", que es la no-negociable
necesidad del sistema. Por eso era (y es) ingenuo esperar una "oposición
leal" de los capitalistas y sus voceros políticos o intelectuales a un
gobierno aún tan moderado como el de Dilma. De la tragedia brasileña se
desprenden muchas lecciones, que deberán ser aprendidas y grabadas a
fuego en nuestros países. Menciono apenas unas pocas.
Primero,
cualquier concesión a la derecha por parte de gobiernos de izquierda o
progresistas sólo sirve para precipitar su ruina. Y el PT desde el mismo
gobierno de Lula no cesó de incurrir en este error favoreciendo hasta
lo indecible al capital financiero, a ciertos sectores industriales, al
agronegocios y a los medios de comunicación más reaccionarios. Segundo,
no olvidar que el proceso político no sólo transcurre por los canales
institucionales del estado sino también por "la calle", el turbulento
mundo plebeyo. Y el PT, desde sus primeros años de gobierno, desmovilizó
a sus militantes y simpatizantes y los redujo a la simple e inerme
condición de base electoral. Cuando la derecha se lanzó a tomar el poder
por asalto y Dilma se asomó al balcón del Palacio de Planalto esperando
encontrar una multitud en su apoyo apenas si vió un pequeño puñado de
descorazonados militantes, incapaces de resistir la violenta ofensiva
"institucional" de la derecha. Tercero, las fuerzas progresistas y de
izquierda no pueden caer otra vez en el error de apostar todas sus
cartas exclusivamente en el juego democrático. No olvidar que para la
derecha la democracia es sólo una opción táctica, fácilmente
descartable. Por eso las fuerzas del cambio y la transformación social,
ni hablar los sectores radicalmente reformistas o revolucionarios,
tienen siempre que tener a mano "un plan B", para enfrentar a las
maniobras de la burguesía y el imperialismo que manejan a su antojo la
institucionalidad y las normas del estado capitalista. Y esto supone la
organización, movilización y educación política del vasto y heterogéneo
conglomerado popular, cosa que el PT no hizo.
Conclusión:
cuando se hable de la crisis de la democracia, una obviedad a esta
altura de los acontecimientos, hay que señalar a los causantes de esta
crisis. A la izquierda siempre se la acusó, con argumentos amañados, de
no creer en la democracia. La evidencia histórica demuestra, en cambio,
que quien ha cometido una serie de fríos asesinatos a la democracia, en
todo el mundo, ha sido la derecha, que siempre se opondrá con todas la
armas que estén a su alcance a cualquier proyecto encaminado a crear una
buena sociedad y que no se arredrará si para lograrlo tiene que
destruir un régimen democrático. Para los que tengan dudas allí están,
en fechas recientes, los casos de Honduras, Paraguay, Brasil y, en
Europa, Grecia. ¿Quién mató a la democracia en esos países? ¿Quiénes
quieren matarla en Venezuela, Bolivia y Ecuador? ¿Quién la mató en Chile
en 1973, en Indonesia en 1965, en el Congo Belga en 1961, en Irán en
1953 y en Guatemala en 1954?
Atilio Borón
Escritor y politólogo argentino.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/internacionales/1677-la-tragedia-brasilena
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Desde Honduras Opinión Necia: Golpes de Estado, esta vez Brasil.
Tegucigalpa MDC, Honduras miércoles 31 de agosto de 2016
Amig@s de Los Necios:
Gobiernos
de la izquierda latinoamericana, organizaciones de masas de todo el
continente, partidos de cuadros, expresiones políticas de los Pueblos
alzan sus voces condenando el nuevo golpe de estado que sectores de la
oligarquía brasileña y el imperialismo norteamericano han infringido
contra un gobierno legítimo, esta vez en contra del gobierno del Partido
de los Trabajadores presidido por Dilma Rousseff en la República
Federativa de Brasil.
El
guion es el mismo utilizado en Honduras contra el gobierno del
Presidente Manuel Zelaya (2009) y contra el Presidente Fernando Lugo de
Paraguay (2012); un puñado de mequetrefes se montan sobre los laberintos
infinitos del Estado del Derecho Oligárquico –otrora burgués- para
encontrar un argumento, luego éste pasa por los amplificadores de los
medios de comunicación locales y las compañías transnacionales que
también disputan intereses, para finalmente lograr una orquesta fatídica
de acusaciones, notas de prensa, programas de televisión, fotografías
de ángulos convenientes y reconocimiento de los aliados nacionales e
internacionales que tras bambalinas han participado directamente en la
obra.
Los
Pueblos movilizados indefectiblemente en las calles esperan la
orientación de Partidos y dirigentes políticos que se ciñen a un
discurso estrictamente legalista, democrático –en el mal sentido del
término- algunos hasta impulsan la inactividad hasta lograr la calma
necesaria para la nueva convocatoria a eventos electorales, como
admitiendo que la imaginación se ha agotado y el fin de la historia es
posible.
Luego
vienen las segundas partes. Los pueblos quedan a la espera de la
“venganza electoral” mientras las derechas en el poder dan lecciones de
hegemonía y control del aparato de Estado. Persiguen a sus opositores,
encarcelan a los dirigentes destacados; en el caso de Honduras asesinan a
hombre y mujeres de todas las edades. Con el pasar del tiempo se da el
afianzamiento de los regímenes dictatoriales de rostros legales, pasan
al aniquilamiento político de sus opositores, también esta variante
puede ser el aniquilamiento físico, como los casos de Margarita Murillo o
Berta Cáceres.
En
el reciente cónclave del Foro de Sao Paulo en San Salvador, en su XXII
edición, los partidos de izquierda del continente y amigos /as del mundo
entero fueron testigos y partícipes de los esfuerzos por lograr una
autocrítica constructiva y SEVERA que contribuyera a detener lo que
pensamientos conservadores -y de otros incautos repetidores-, han
llamado “el fin del ciclo”, haciendo referencia a una especie de ocaso
cinematográfico de los gobiernos de izquierda en el poder.
Entre
otras conclusiones importantes también surgieron los de la necesidad de
una la izquierda que debe militar en la auténtica Batalla de las Ideas
sin olvidar jamás que esta también es la Lucha de Clases, la guerra de
los dominados /as por el Poder, por derrocar de manera definitiva a los
Dominantes, a las clases parasitarias y sus aliados.
La
coyuntura demanda el necesario replanteamiento de una estrategia
hemisférica de los Pueblos cuya visión traspase las normas y límites del
juego electoral y que apunte al fin de la injerencia extranjera, a la
apropiación de los recursos naturales y a la socialización de los medios
de producción. La coyuntura demanda volver a los debates amplios, a la
organización y reorganización de los instrumentos de lucha.
Es la hora de dar pelea, para lamentos no queda tiempo, es imperativo evitar la consolidación de los bandidos en el poder.
¡Venceremos!
¡Necedad!
Organización Política Los Necios
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