jueves, 15 de septiembre de 2016

Honduras: Patria ausente

El rataplán de los tambores, los discursos encendidos de altos funcionarios y el Ministerio de Educación nos recuerdan a los próceres, nos habla de civismo y de soberanía. Se nos dice que somos un país libre, soberano e independiente. Nos recuerdan que el civismo y el amor a la patria se han de manifestar, rindiéndole honores a la bandera, entonando con fervor las gloriosas notas de nuestro himno nacional y adornando la casa, el negocio o los edificios públicos con los colores de la patria.

Sin embargo, los funcionarios y la mayoría de los jueces, los comerciantes, banqueros y los políticos que nos hablan del amor a la patria, son los mismos que en el día a día trafican con las necesidades de la gente más pobre del país, y son los mismos que abren las puertas para aceptar con ojos cerrados los programas económicos y comerciales que desde el exterior se imponen al país.

Las fiestas patrias expresan un fervor por el desfile y el uniforme que ocultan a la vez que expresan una sutil evocación de la guerra y del poder militar sobre la paz y las relaciones justas y fraternas; expresan a su vez una exaltación de la patria por medio de símbolos como la bandera, el escudo y los próceres que ocultan la real ausencia de justicia y de identidad nacional.

Un símbolo es aquello que por sí mismo identifica una realidad. En el caso de la exaltación de nuestros símbolos patrios, existe un engaño deliberado surgido de la fuente de poder. A través de la bandera y del escudo, el himno y los próceres, se nos hace creer que tenemos una patria, por la cual vale la pena morir. Patria es la máxima expresión de soberanía entendida como la capacidad de las personas y los pueblos de tomar sus propias decisiones sobre sus vidas y su patrimonio.

¿Somos realmente un pueblo soberano? ¿Qué hay detrás de los fervores y de la exaltación a nuestra patria?: miles de jóvenes de barrios populares amenazados por el Estado; miles de jóvenes que cruzan a diario la frontera buscando ganarse la vida en otro país porque en su patria se les negó; medio millón de familias campesinas sin tierra; más de medio millón de familias sin vivienda; un sistema judicial cuyos operadores de justicia tuercen las leyes a favor de los pudientes; funcionarios públicos, altos, medios y bajos que usan al Estado como botín a repartirse a manos llenas.

Es bonito tener una patria y honrarla con lo mejor que tenemos. Pero una patria es un lugar en donde todos vivimos con dignidad o todos luchamos por alcanzar la dignidad de patriotas. Por ello, el amor a la bandera y a la identidad nacional lo empezaremos a vivir cuando desfilemos no sólo al son de los tambores, sino al ritmo del clamor de un pueblo que va construyendo una patria compartida por igual por toda su población.

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