jueves, 18 de agosto de 2016

Honduras: PORTADA Y EDITORIAL EL LIBERTADOR IMPRESO/AGOSTO 2016

Editorial
GOBIERNO INGOBERNABLE
En cualquier conversación casual de calle o privada, entre pobres o ricos, el tema esencial en Honduras es persistente y común: ¿Cómo podemos salir de esta crisis?, y después de maldecir y teorizar, al final del camino, se entiende que esta vez no llegó a presidencial la experiencia inapelable hecha hombre, lo irreflexivo está activado. Un gobernante sabio toma decisiones frente a su mortalidad y a la ilusión del poder, por eso se ocupa en desplegar el potencial de su raza, amándola, y hereda una memoria que en el tiempo marca la altura de su gestión, un punto elevado de ánimo social y de rumbo hacia la cúspide de la ciencia, del compromiso con la nación y del encumbramiento humano.


Pero el presente se ríe de los sueños. El constituyente hondureño en 1980 para fijar la palabra “soberano” en la Constitución de la República, se fue a las raíces más antiguas de la evolución política que, por siglos, fue brotando desde la ignorancia, desde el abuso, desde la sangre y desde la miseria integral de otros pueblos, hasta dar forma a la teoría general del Estado moderno. Hoy, ese “soberano”, siendo constitucionalmente la fuente de donde emanan todos los poderes, terminó en hazmerreír electoral de los poderosos, en tragedia de cultura harapienta que con 50 lempiras se le calma el hambre y se le arrebata el señorío que le dio el constituyente sobre aquellos que le hacen mandados cuando buscan un cargo de elección popular, de esa relación de subalterno deriva el vocablo “mandatario” o “mandadero”. Es al único que se dotó con derecho a la rebelión, por eso ha sido amarrado a indigencia y oscurantismo.   

Por estar al tanto de la condición mental del político del patio, feudal, torpe, codicioso y soberbio en el puesto, la Constituyente prohibió la reelección del Ejecutivo y, ayer como hoy sigue teniendo razón, precisamente, lo ratifica la conducta del régimen del Partido Nacional. Honduras todavía no tiene ni la elite política ni la fortaleza institucional para saltar a la reforma presidencial.

Lo demás ocurre por extensión; Juan Hernández jamás se ha comportado a la exigencia y funciones de un Presidente, es el eterno activista incorporado al “actívate”, en horas que el crimen reina y va dejando decenas de miles de hermanos sin vida, tirados en los caminos; aun así quiere reelección, cuando renunciar ante circunstancias fuera de nuestra capacidad –bien dice el doctor Fasquelle— no debe entenderse como fracaso, sino como responsabilidad.

La única justificación que tiene un empleado para quedarse en una empresa es la excelencia, y Hernández ya perdió el tiempo para alcanzarla. Tantos han sido sus inaceptables desaciertos que el año pasado, el país registró la mayor fuga de capitales de nuestra historia económica y con relación a Centroamérica, la inversión huye porque la reelección es fuente de inseguridad para los capitales y enferma más a nuestro ya sufrido pueblo.

En cualquier indicador, económico, social y productivo, en el que sea, muestra  Honduras su lamentable postración. Los hondureños no estamos para juegos personales, la mayoría de gente no ve el mañana, por eso unos cuantos politicastros están haciendo su agosto con la aventura continuista. ¿Quién no sabe que JOH sería el único que gane la reelección? A JOH la historia no lo absolverá, pero les irá peor a quienes por dinero anularon al Presidente.  

http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/liberarte/1642-portada-y-editorial-el-libertador-impreso-agosto-2016

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