El
ejemplo de la CICIG en Guatemala puede haber inspirado a los
hondureños; pero los obstáculos y la reticencia al trabajo de los
expertos foráneos en justicia son mayores, así se trate de suramericanos
o europeos.
Agencias / EL LIBERTADOR / Publicado: 06 Febrero 2016
Berlín.
Honduras, El Salvador y Guatemala componen un triángulo de países en
donde “la corrupción es parte de la sobrevivencia cotidiana”, dice a la
cadena pública alemana Deutsche Welle (DW) Kai-Enno Lehmann, profesor de
Relaciones Internacionales en la Universidad de São Paulo,
especializado en América Central.
La
criminalidad derivada de la corrupción no solo se limita a la violencia
del asesinato callejero sino que está enquistada en el Estado como
conducta “normal” de los de “cuello blanco”.
“No
en vano, estos tres países hacen parte de una de las regiones más
inseguras del mundo”, agrega Lehmann, quien actualmente adelanta un
trabajo de investigación en el Instituto alemán de Estudios de América
Latina (GIGA), en Hamburgo.
Gracias
a la presión de las protestas populares de los “indignados” hondureños y
sus “Marchas de las Antorchas”, el Gobierno del presidente Juan Orlando
Hernández accedió a enfrentar el peor problema de Honduras: la
corrupción, como generadora de violencia, impunidad y pobreza. Hernández
firmó este 19 de enero un convenio con la Organización de los Estados
Americanos (OEA) para la constitución de la Misión de Apoyo contra la
Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH).
Escepticismo a ambos lados del Atlántico
El
ejemplo de Guatemala puede haber inspirado a los hondureños, pero en su
país los obstáculos y la reticencia al trabajo de los expertos foráneos
en justicia son mayores, así se trate de suramericanos o europeos.
Las
diferencias empiezan con el nombre: mientras en Guatemala se constituyó
una Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG),
bajo el auspicio de Naciones Unidas y países como Alemania, en Honduras
se trata “solo” de una Misión de Apoyo, avalada por la OEA.
Si
en Guatemala, tras ocho años de trabajo de la CICIG, “la batalla más
grande en la lucha por un Estado de Derecho apenas empieza”, como dice
DW, el “optimismo reservado” expresado por Kai-Enno Lehmann sobre el
efecto y el futuro de la MACCIH se hace más comprensible. El mismo
titular de la CICIG, Iván Velásquez, alabó "la voluntad de fortalecer
las instituciones de Justicia de Honduras", advirtiendo que “hay que ver
cómo trabaja”.
“El
éxito de la CICIG en Guatemala aumentará el nerviosismo de los
corruptos en Honduras que tratarán de impedir las reformas y el
esclarecimiento”, advierte Lehmann, para quien el “débil compromiso” del
Gobierno de Honduras es resultado de las preocupaciones de las élites
corruptas, tanto en el Estado como en la industria privada.
Aun
así, para Luis Almagro, secretario general de la OEA, la MACCIH, que
iniciará operaciones en febrero, es “un instrumento sin precedentes para
abatir la corrupción e impunidad en Honduras".
Pero
el escepticismo sobre la MACCIH cunde a ambos lados del Atlántico. El
Wilson Center, una agencia de investigaciones y órgano de consulta del
Congreso de Estados Unidos, que “si no hay depuración de los operadores
de Justicia será muy complicado”.
Si
bien la MACCIH certificará a policías, jueces y fiscales que
investigarán casos de redes de corrupción, entre otras funciones, no ha
recibido atribuciones para recibir denuncias directamente de la
ciudadanía, sino que estas pasarán por el Ministerio Público. Un filtro
que se puede convertir en uno de los mayores obstáculos para llegar
hasta los corruptos más poderosos.
Un Estado llevado al fracaso por los corruptos
“Una
preocupación” que Lehmann comparte con el Wilson Center y agrega que,
“a pesar de que el documento entre Honduras y la OEA habla de
independencia absoluta de la MACCIH, esa independencia hay que ponerla
en duda, conociendo el papel del aparato hondureño de Justicia”, como lo
demuestra el proceso de elección de juristas nominados a la Corte
Suprema, algunos de los cuales enfrentan severas acusaciones.
“Un
país como Honduras, en donde el sistema judicial solo opera en función
de las ventajas para un muy pequeño grupo de personas, es un Estado
fallido”, apunta el profesor Kai-Enno Lehmann, especialista en América
Central.
Su
diagnóstico es aún más drástico: “El sistema de Justicia y la Policía
de Honduras son entes tan corruptos que no se pueden reformar, sino
disolver”. Un paso que atacaría una de las raíces de los problemas en
Honduras, El Salvador y Guatemala.
La
falta de respeto por las normas de un Estado se surte de la total
desconfianza de los pueblos en el Estado de Derecho. Lehmann concluye
además, que “la legitimación de las bandas criminales en América Central
se basa en Estados débiles, corruptos, incapaces o reticentes a velar
por la seguridad y el bienestar de todos”, advirtiendo, por último, que
“si no se (re)construye la confianza de la ciudadanía en el Estado de
Derecho, la MACCIH está condenada a fracasar”. Una tarea de varias
generaciones. La MACCIH está concebida para durar 4 años. (Deutsche Welle).
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/996-honduras-sin-confianza-en-estado-de-derecho-la-maccih-fracasara
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