sábado, 30 de enero de 2016

Honduras: NECRÓFILOS Y BIÓFILOS DE LA SOCIEDAD

 Galel Cárdenas

A veces es necesario recurrir a la Psicología Social  para poder interpretar la personalidad de quienes dirigen nuestras sociedades,  por cuanto, la ideología puede quedarse corta y simple al momento de calificar ciertas conductas, comportamientos que nos dejan en la boca, el sabor de la desmesura.
Por ejemplo, aunque sabemos que responden a intereses de clase, en la lucha por el poder, existe a lo mejor un aditamento más que puede explicar motivaciones y hasta pulsiones de algunos personajes que dirigen la cosa pública.
Para un analista de formación materialista  es muy fácil caracterizar ciertos individuos cuya catapulta de pensamiento está respaldada por la acumulación de capital que posee después de tantos años de ejercer el latrocinio, el saqueo y  la rapiña pública.
Lo interesante del seguimiento cronológico de tales individuos es que logramos conocer sus orígenes sociales y encontramos que antes de llegar a la administración gubernamental eran personas de pocos recursos económicos, pero en la medida en que lograron escalar una posición burocrática donde haya un presupuesto jugoso que exprimir, se convirtieron de la noche a la mañana en potentados, algunos bajos, otros medios y los demás de gran perfil financiero.
Todo ello fue logrado por tales sujetos gracias a la asunción de la corrupción como medio de enriquecimiento ilícito.
Para lograr tales fines, objetivos y propósitos, debieron escoger un organismo político que les permitiera lograr sus sueños personales de enriquecimiento y poder  a toda costa.
Entonces se ocuparon de aportar y portar  todas las ideas posibles en derredor del crimen público administrativo, cuyas acciones son muy conocidas en el ámbito nacional, especialmente los ciudadanos comunes que rechazan y combaten el delito estatal, gubernamental.
El Psicólogo marxista Erich From, (1900-1980), alemán, Piscólgo social, y filósofo humanista, autor de “El miedo a la libertad”, “El arte de amar”, “El corazón del hombre”, “Ética y Psicoanálisis”, etc. , ha planteado la teoría de la personalidad de la sociedad, en un intento por definir la naturaleza psicológica social.
Para From  existen varios modelos de personalidad en la sociedad, por una parte existe la orientación receptiva que consiste en que las personas esperan conseguir lo que necesitan, sin embargo, si no lo obtienen de forma inmediata, esperan que se les otorgue más temprano o más tarde  lo que necesitan. Forman parte de aquella frase cristiana: Dios proveerá .
Hay también lo que se denomina la orientación explotadora, misma que consiste en conseguir lo que se desea por medio de la explotación de los demás. Es muy común esta conducta en las clases aristócratas y en las oligarquías que no ven otro modo de comportamiento humano si no a través de la dominación de unos sobre otros.
La orientación de venta está emparentada con el acto de vender, es decir con el acto de cambiar la mercancía producida por dinero. Los conceptos de familia, trabajo, escuela, ropa, todo es un objeto que se puede intercambiar como mercancía para obtener lo que se desea.
Es una personalidad que incentiva la transacción como algo natural para obtener el dividendo que corresponda, en este tipo de conducta los valores morales o éticos no son indispensables, coinciden con la propuesta de Maquiavelo, el fin justifica los medios. Una frase cotidiana los describe: son capaces de vender a su propia madre.
Sin embargo existe una personalidad que se denomina productiva y es la más sana por cuanto parte de la responsabilidad y la libertad para construir nuevos senderos.
Contrario a esta orientación existe otra denominada orientación acaparadora que se caracteriza por considerar al mundo como una pertenencia, junto con sus objetos y sus individuos.
Todo lo que quieren y desean, incluyendo los seres humanos, son objetos de posesión. La clase social que más se identifica con esta personalidad es la burguesía y las oligarquías nacionales o transnacionales.
La maldad es una orientación como también lo es la bondad. En tal sentido, para Fromm existen los biófilos y los necrófilos. Los biófilos son amantes de la vida, de la construcción de modelos y utopías en la sociedad tendentes a mejorar la calidad de vida de los seres humanos.
Los necrófilos son personalidades que aman la muerte que les sirve de instrumento para satisfacer sus necesidades de explotación y dominio sobre los demás, a quienes consideran siempre sub-humanos, o seres que por su animalidad no merecen la pena vivir.
Estos últimos tienen una pasión por todo aquello que significa muerte, destrucción, podredumbre y tendencia enfermiza por el sadismo.
Su ideal es transformar lo vivo en no vivo cuando no  coincida con su pensamiento que pugna por destruir aquello que se convierte en amenaza para él o para sus principios ya sean ideológicos, religiosos o simplemente no coincidentes con su visión de mundo.
Dice Fromm que este tipo de hombres o mujeres, conviven con nosotros y se insertan en las estructuras en donde puedan poner en práctica sus inclinaciones necrófilas.
Refiere al momento en que un mercenario norteamericano se enrola en las filas de los “contras” allá en Nicaragua. El periodista le preguntó por qué se había enlistado en tales fuerzas paramilitares, él simplemente expresó: Ya sabes, cuando era niño, me gustaba poner petardos en la parte trasera de pequeños pájaros que había capturado, me gustaba ver como explotaban.
Fromm establece que debe existir algún mecanismo genético que les previene de sentir o responder a los afectos. Deben haber tenido una vida llena de frustraciones que la persona finalmente pasa inmersa en la rabia.
El mercenario debió haber tenido una madre necrófila incapaz de generar amor entre los hijos y para los hijos. Son individuos que están plenamente conscientes de su maldad y la sostienen como un acto de identidad personal.
La  estructura psicológica que tiende hacia la destrucción de ser humano es la  dimensión necrofílica  la que utilizan las fuerzas imperiales para destruir a los pueblos enemigos de su existencia, es  el reverso tenebroso de esta fuerza. La necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida.
Es de destacar el magnífico estudio que Fromm hizo, en este libro, de la personalidad de Hitler basándose en esta teoría de la biofilia-necrofilia.
Las fuerzas psicológicas del egoísmo, la soberbia, la codicia y la violencia en las  personalidades políticas explotadoras producen  en la sociedad individuos que están predispuestos a ensayar la necrofilia como instrumento político para destruir enemigos ideológicos o políticos.
De acuerdo con la teoría del El egoísmo psicológico la naturaleza humana afirma que la conducta está impulsada por motivaciones auto interesadas o ruines, y niega la existencia de conductas verdaderamente altruistas, esta teoría ha sido defendida en el pasado por Thomas Hobbes, y en nuestra época por Moritz Schlick y otros.
Pero, en el caso del egoísta psicológico es que sólo es posible satisfacer nuestro propio ego, nuestros propios intereses, y no importante el ser colectivo, el ser social.
El egoísmo de clase es  convertido en política de Estado, por lo tanto es necesario odiar a quienes promueve el criterio de la verdad, de la igualdad y de la justicia. El egoísmo psicológicamente combinado con el poder político constituye una combinación de enfermiza obsesión que se convierte en psicopatía social.
Como se puede observar, el ejercicio de la autoridad por parte del criminal gubernamental, o del delincuente estatal,  se convierte en un instrumento de represión, capaz de llegar hasta el homicidio, el asesinato o la masacre, si fuera necesario el caso.
El ciudadano común, provisto de una honestidad que nace de la conciencia colectiva y  genética de la sociedad comunal, combate esta dimensión psico social de poder político, con acciones que tiendan a desnudar, y poner en la picota pública los actos delictivos correspondientes a los funcionarios que ejercen la necrofilia en contra de la comunidad ciudadana común.
Reclama el ciudadano que se caracteriza por ser biófilo, es decir amante de la vida constructiva, ante los organismos que corresponden  todas las violaciones a los derechos humanos, vigentes.
Los biófilos construyen senderos por donde avanzar hacia la conquista de la igualdad, la fraternidad y la independencia. Los necrófilos se destacan por cultivar el cinismo, la explotación, la mentira, la calumnia. Disfraza su conducta con falsos testimonios de generosidad.
Ambos bandos, necrófilos y biófilos, coexisten, y en el decurso del tiempo unos son preeminentes y otros no, de acuerdo con la coyuntura de las fuerxas sociales.


A veces es necesario recurrir a la Psicología Social  para poder interpretar la personalidad de quienes dirigen nuestras sociedades,  por cuanto, la ideología puede quedarse corta y simple al momento de calificar ciertas conductas, comportamientos que nos dejan en la boca, el sabor de la desmesura.
Por ejemplo, aunque sabemos que responden a intereses de clase, en la lucha por el poder, existe a lo mejor un aditamento más que puede explicar motivaciones y hasta pulsiones de algunos personajes que dirigen la cosa pública.
Para un analista de formación materialista  es muy fácil caracterizar ciertos individuos cuya catapulta de pensamiento está respaldada por la acumulación de capital que posee después de tantos años de ejercer el latrocinio, el saqueo y  la rapiña pública.

Lo interesante del seguimiento cronológico de tales individuos es que logramos conocer sus orígenes sociales y encontramos que antes de llegar a la administración gubernamental eran personas de pocos recursos económicos, pero en la medida en que lograron escalar una posición burocrática donde haya un presupuesto jugoso que exprimir, se convirtieron de la noche a la mañana en potentados, algunos bajos, otros medios y los demás de gran perfil financiero.
Todo ello fue logrado por tales sujetos gracias a la asunción de la corrupción como medio de enriquecimiento ilícito.
Para lograr tales fines, objetivos y propósitos, debieron escoger un organismo político que les permitiera lograr sus sueños personales de enriquecimiento y poder  a toda costa.
Entonces se ocuparon de aportar y portar  todas las ideas posibles en derredor del crimen público administrativo, cuyas acciones son muy conocidas en el ámbito nacional, especialmente los ciudadanos comunes que rechazan y combaten el delito estatal, gubernamental.

El Psicólogo marxista Erich From, (1900-1980), alemán, Piscólgo social, y filósofo humanista, autor de “El miedo a la libertad”, “El arte de amar”, “El corazón del hombre”, “Ética y Psicoanálisis”, etc. , ha planteado la teoría de la personalidad de la sociedad, en un intento por definir la naturaleza psicológica social.

Para From  existen varios modelos de personalidad en la sociedad, por una parte existe la orientación receptiva que consiste en que las personas esperan conseguir lo que necesitan, sin embargo, si no lo obtienen de forma inmediata, esperan que se les otorgue más temprano o más tarde  lo que necesitan. Forman parte de aquella frase cristiana: Dios proveerá .
Hay también lo que se denomina la orientación explotadora, misma que consiste en conseguir lo que se desea por medio de la explotación de los demás. Es muy común esta conducta en las clases aristócratas y en las oligarquías que no ven otro modo de comportamiento humano si no a través de la dominación de unos sobre otros.

La orientación de venta está emparentada con el acto de vender, es decir con el acto de cambiar la mercancía producida por dinero. Los conceptos de familia, trabajo, escuela, ropa, todo es un objeto que se puede intercambiar como mercancía para obtener lo que se desea.
Es una personalidad que incentiva la transacción como algo natural para obtener el dividendo que corresponda, en este tipo de conducta los valores morales o éticos no son indispensables, coinciden con la propuesta de Maquiavelo, el fin justifica los medios. Una frase cotidiana los describe: son capaces de vender a su propia madre.

Sin embargo existe una personalidad que se denomina productiva y es la más sana por cuanto parte de la responsabilidad y la libertad para construir nuevos senderos.
Contrario a esta orientación existe otra denominada orientación acaparadora que se caracteriza por considerar al mundo como una pertenencia, junto con sus objetos y sus individuos.
Todo lo que quieren y desean, incluyendo los seres humanos, son objetos de posesión. La clase social que más se identifica con esta personalidad es la burguesía y las oligarquías nacionales o transnacionales.
La maldad es una orientación como también lo es la bondad. En tal sentido, para Fromm existen los biófilos y los necrófilos. Los biófilos son amantes de la vida, de la construcción de modelos y utopías en la sociedad tendentes a mejorar la calidad de vida de los seres humanos.

Los necrófilos son personalidades que aman la muerte que les sirve de instrumento para satisfacer sus necesidades de explotación y dominio sobre los demás, a quienes consideran siempre sub-humanos, o seres que por su animalidad no merecen la pena vivir.
Estos últimos tienen una pasión por todo aquello que significa muerte, destrucción, podredumbre y tendencia enfermiza por el sadismo.
Su ideal es transformar lo vivo en no vivo cuando no  coincida con su pensamiento que pugna por destruir aquello que se convierte en amenaza para él o para sus principios ya sean ideológicos, religiosos o simplemente no coincidentes con su visión de mundo.

Dice Fromm que este tipo de hombres o mujeres, conviven con nosotros y se insertan en las estructuras en donde puedan poner en práctica sus inclinaciones necrófilas.
Refiere al momento en que un mercenario norteamericano se enrola en las filas de los “contras” allá en Nicaragua. El periodista le preguntó por qué se había enlistado en tales fuerzas paramilitares, él simplemente expresó: Ya sabes, cuando era niño, me gustaba poner petardos en la parte trasera de pequeños pájaros que había capturado, me gustaba ver como explotaban.

Fromm establece que debe existir algún mecanismo genético que les previene de sentir o responder a los afectos. Deben haber tenido una vida llena de frustraciones que la persona finalmente pasa inmersa en la rabia.
El mercenario debió haber tenido una madre necrófila incapaz de generar amor entre los hijos y para los hijos. Son individuos que están plenamente conscientes de su maldad y la sostienen como un acto de identidad personal.

La  estructura psicológica que tiende hacia la destrucción de ser humano es la  dimensión necrofílica  la que utilizan las fuerzas imperiales para destruir a los pueblos enemigos de su existencia, es  el reverso tenebroso de esta fuerza. La necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida.

Es de destacar el magnífico estudio que Fromm hizo, en este libro, de la personalidad de Hitler basándose en esta teoría de la biofilia-necrofilia.
Las fuerzas psicológicas del egoísmo, la soberbia, la codicia y la violencia en las  personalidades políticas explotadoras producen  en la sociedad individuos que están predispuestos a ensayar la necrofilia como instrumento político para destruir enemigos ideológicos o políticos.

De acuerdo con la teoría del El egoísmo psicológico la naturaleza humana afirma que la conducta está impulsada por motivaciones auto interesadas o ruines, y niega la existencia de conductas verdaderamente altruistas, esta teoría ha sido defendida en el pasado por Thomas Hobbes, y en nuestra época por Moritz Schlick y otros.
Pero, en el caso del egoísta psicológico es que sólo es posible satisfacer nuestro propio ego, nuestros propios intereses, y no importante el ser colectivo, el ser social.

El egoísmo de clase es  convertido en política de Estado, por lo tanto es necesario odiar a quienes promueve el criterio de la verdad, de la igualdad y de la justicia. El egoísmo psicológicamente combinado con el poder político constituye una combinación de enfermiza obsesión que se convierte en psicopatía social.

Como se puede observar, el ejercicio de la autoridad por parte del criminal gubernamental, o del delincuente estatal,  se convierte en un instrumento de represión, capaz de llegar hasta el homicidio, el asesinato o la masacre, si fuera necesario el caso.

El ciudadano común, provisto de una honestidad que nace de la conciencia colectiva y  genética de la sociedad comunal, combate esta dimensión psico social de poder político, con acciones que tiendan a desnudar, y poner en la picota pública los actos delictivos correspondientes a los funcionarios que ejercen la necrofilia en contra de la comunidad ciudadana común.

Reclama el ciudadano que se caracteriza por ser biófilo, es decir amante de la vida constructiva, ante los organismos que corresponden  todas las violaciones a los derechos humanos, vigentes.

Los biófilos construyen senderos por donde avanzar hacia la conquista de la igualdad, la fraternidad y la independencia. Los necrófilos se destacan por cultivar el cinismo, la explotación, la mentira, la calumnia. Disfraza su conducta con falsos testimonios de generosidad.
Ambos bandos, necrófilos y biófilos, coexisten, y en el decurso del tiempo unos son preeminentes y otros no, de acuerdo con la coyuntura de las fuerzas sociales.

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